Guillermo Castilla
Los probióticos facilitan la remisión de las enfermedades vaginales como la vulvovaginitis bacteriana, la vulvovaginitis candidiásica, la vaginosis o la vaginitis por tricomonas, como se puso de manifiesto durante el Taller “¿Realmente sirven los probióticos frente a las infecciones vaginales crónicas?”, patrocinado por STADA, que tuvo lugar el pasado 16 de octubre, durante la celebración en Valencia del 37.º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).
Las doctoras Matilde Torralba, médico de Familia del Centro de Atención Primaria de Igualada Nord, y Ana Rosa Jurado, directora del Instituto Europeo de Sexología de Marbella (Málaga), ambas pertenecientes al Grupo de Trabajo de Atención a la Mujer de SEMERGEN, presentaron numerosos estudios y ensayos clínicos que permiten afirmar que los probióticos son fundamentales frente a las infecciones vaginales crónicas, y que su uso debe ser considerado dentro del arsenal terapéutico del profesional de Atención Primaria.
Alimentos y medicamentos probióticos
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los probióticos son microorganismos vivos que, cuando son suministrados en cantidades adecuadas, promueven beneficios en la salud del organismo hospedador. En este sentido, la doctora Torralba afirmó que los alimentos probióticos son aquellos con microorganismos vivos adicionados, que permanecen activos en el intestino, y que ejercen importantes efectos fisiológicos, como es el caso de los yogures frescos, el kéfir, chucrut (o col fermentada) y otros productos lácteos fermentados. “Estos alimentos ingeridos en cantidades suficientes” –afirmó- “pueden tener efectos beneficiosos que contribuyen al equilibrio de la microbiota intestinal del huésped y, así, a potenciar el sistema inmunitario”.
Asimismo, explicó que los probióticos de venta en farmacias, son “aquellos preparados farmacéuticos con microorganismos vivos adicionados que se formulan, preparan, empaquetan y ponen a prueba tal como se hace con cualquier medicamento”. En este sentido, la experta quiso remarcar que el antiguo concepto de “flora” ha sido desechado para referirse a los habitantes microscópicos en el humano, ya que se refiere a bacterias, hongos y virus que no son plantas. Actualmente se utiliza el término microbiota para referirse a la comunidad de microorganismos vivos residentes en el organismo humano sano. La experta hizo referencia a varios estudios que describieron a los microorganismos que se encuentran en la vagina de la mujer y que concluyeron que la microbiota predominante en mujeres sanas son los lactobacilos (1 y 2).
Desequilibrios de la microbiota vaginal
La doctora destacó que si existe una microbiota vaginal estable y bien equilibrada es una garantía de buena salud, ya que evita la colonización y crecimiento de microorganismos patógenos mediante varios mecanismos. Según describió, “el mecanismo de acción de la microbiota vaginal es inhibir la adherencia de los microorganismos patógenos a la mucosa vaginal, la competición por los nutrientes, y la producción de sustancias antimicrobianas, como el ácido láctico, que mantiene el pH vaginal ácido, y el peróxido de hidrógeno, que actúa de bacteriostático y bactericida”.
En este sentido, la doctora Torralba afirmó que pueden aparecer variaciones o desequilibrios de la microbiota vaginal habitual según la edad, el momento del ciclo, la gestación y la menopausia. “A estos factores”, -prosiguió-, “se pueden añadir otros como el uso de ropa interior ajustada o de materiales sintéticos, los hábitos de higiene, los comportamientos sexuales o algunos métodos anticonceptivos”. Otros aspectos que pueden influir son la toma de antibióticos, la diabetes y la atrofia vulvo-vaginal que se produce en la menopausia o las lesiones que pueden existir en la vagina.
La eficacia de los probióticos
Los probióticos utilizados en afecciones vaginales contienen lactobacilos que han sido aislados de la microbiota vaginal, “que actúan incrementando la población y los mecanismos de defensa”. “De este modo” –explicó- “contribuyen a disminuir las recidivas de las infecciones y a re-establecer el correcto funcionamiento de la microbiota vaginal”. Los probióticos se pueden administrar por vía oral o vaginal y, además, está demostrado que ayudan en la prevención de las recurrencias (recidivas y reinfecciones) de las infecciones vaginales y del tracto urinario; y mejoran la sequedad vaginal en la postmenopausia.
Existen diferentes tipos de probióticos en el mercado según empleen: lactobacilos vivos que se conservan refrigerados entre 2 y 8 grados, y los lactobacilos liofilizados: más estables; que se conservan a temperatura ambiente. En cuanto a su administración, la doctora Torralba comentó que existen probióticos de administración oral o vaginal, mediante comprimidos y cápsulas orales, cápsulas vaginales, óvulos o tampones vaginales para la época de la menstruación.
La importancia de los lactobacilos
Por su parte, la coordinadora del Grupo de Trabajo de Atención a la Mujer de SEMERGEN, Ana Rosa Jurado, reincidió en que los lactobacilos son fundamentales para mantener la salud vaginal ya que producen una serie de sustancias que aumentan los mecanismos de defensa para que no se produzcan nuevas infecciones. “Cuando aparecen circunstancias que provocan la destrucción de los lactobacilos, se propicia la aparición de infecciones, por lo que con la administración de los probióticos logramos suplementar estos lactobacilos” -aseveró.
Según la doctora Jurado, los mecanismos de defensa de la vagina se basan en gran medida en la existencia de microorganismos productores de ácido láctico (3). “El número y el tipo de lactobacilos” -explicó- “puede variar por variaciones en los niveles hormonales, duchas vaginales, relaciones sexuales, dieta, uso de antibióticos… y al disminuir los lactobacilos, se favorece la colonización de otros microorganismos, lo cual incrementa la posibilidad de sufrir infecciones urinarias y vaginales (4).
“Con la suplementación con lactobacilos” -remarcó- “se pretende restaurar y mantener la microbiota normal para reducir las tasas de infección, prevenir las recurrencias de la infección del tracto urinario, vulvovaginitis candidiásica y vaginosis bacterianas tras el tratamiento específico; y mejorar las tasas de curación de los tratamientos específicos”.
Evidencias científicas
La doctora Jurado expuso diferentes estudios in vitro en los que se demostraron unos buenos resultados de eficacia en cultivos celulares, y en los que se observó que los lactobacilos inhiben el crecimiento de la Gardnerella Vaginalis, de la Prevotella Bivia (uno de los gérmenes más frecuentemente implicados en la vaginosis bacteriana), así como el crecimiento de la candida albicans, del streptococo, el staphilococo aureus, Escherichia coli o el gonococo. Además, estos estudios detectaron qué lactobacilos son los verdaderamente eficaces y citó algunas de las cepas de lactobacilos evaluadas: L. gasseri, L. acidophilus, L. reuteri, L. rhamnosus, L. paracasei, L. plantarum, entre otras (5).
Los ensayos in vitro mostraron cómo funcionan los lactobacilos y dilucidaron sus mecanismos de acción. En este sentido, la doctora Jurado destacó su adherencia a las células epiteliales (cervicales/vaginales), su capacidad para producir ácido láctico, así como peróxido de hidrógeno y bacteriocinas, y que compiten contra los nutrientes, “lo cual es fundamental en la lucha contra las cándidas”.
De entre todos los estudios, recalcó el de Sophie Coudeyras, que mostró cómo se adhieren los Lactobacillus rhamnosus Lcr35 administrados por vía vaginal a las células epiteliales y cómo, cuando se cultivan los patógenos junto con estos lactobacilos, disminuyen el crecimiento de los primeros tan solo a las cuatro horas de su administración (6). En el gráfico (figura 1) se puede constatar la rapidez con la que disminuye el crecimiento de la candida albicans, de la prevotella bivia o de la gardnerella vaginalis.
Research Article
Adhesion of Human Probiotic Lactobacillus rhamnosus to Cervical and Vaginal Cells and Interaction with Vaginosis-Associated Pathogens
En otro estudio in vivo, en el que se administró el Lactobacillus casei subsp. rhamnosus Lcr35 por vía oral, se demostró que éste es capaz de sobrevivir en el tracto gastrointestinal, tanto en ratones como en humanos voluntarios sanos. “A las tres semanas del consumo oral” -destacó- “fue cuando había un mayor número de lactobacilos, y, curiosamente, justo las personas que tenían una menor población previa presentaron una presencia aún mayor de lactobacilos” (7).
En cuanto a ensayos clínicos comparados con placebo, la doctora Jurado destacó el realizado por el equipo del doctor Martínez, en el que se demostraba que la eficacia de los tratamientos específicos, tanto para vulvovaginitis por cándida como para vaginosis bacteriana, aumentaba considerablemente al añadir Lactobacillus rhamnosus Lcr35 y Lactobacillus reuteri (8).
Asimismo, hizo referencia, entre otros, al estudio de Larsson, que demostró cómo se reducían las recidivas para vaginosis bacterianana cuando se utilizaban los Lactobacillus rhamnosus Lcr35 y Lactobacillus gasseri (9), y el de Stapleton, que constató que también se prevenían las recurrencias de las infecciones del tracto urinario con Lactobacillus crispatus (10).
Conclusiones de consenso
Ana Rosa Jurado comentó que, ante todas estas evidencias, la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, junto a otras Sociedades, elaboraron un documento de consenso (11) que concluyó que los lactobacilos mejoran la tasa de curación de vaginosis bacteriana, con un nivel de evidencia 1 A –que es el mayor grado que existe– (12), y que disminuyen las recurrencias en la vaginitis bacteriana (9). “Lo mismo ocurre” -continuó- “con la disminución de las recurrencias en las infecciones del tracto urinario (10) y en la mejora de las tasas de curación en la vulvovaginitis por cándida (13). Donde existe un menor nivel de evidencia es en la disminución de las recurrencias en la vulvo vaginitivis candidiásica” (14).
Recomendaciones de uso
Según explicó, después de analizar la evidencia científica, se establecieron unas recomendaciones de uso que indicaban “que los lactobacilos se pueden utilizar como efecto adyuvante al tratamiento de elección de la vaginosis/vulvovaginitis bacteriana, vulvovaginitis candidiásica y la vaginitis por tricomonas; y además, en la prevención de las recurrencias de las infecciones vaginales, y en la disminución de las recidivas de las infecciones del tracto urinario. En el caso de la postmenopausia, aunque la evidencia científica limitada, pueden ser recomendables como adyuvantes en las pacientes con clínica vaginal.
En cuanto a la posología, remarcó la importancia de individualizar el tratamiento. “La tendencia” -asesoró- “es usar los lactobacilos después de utilizar los tratamientos específicos durante 5 o 10 días, en caso de administración por vía vaginal, y durante 15 a 30 días si es por vía oral. Además, se recomienda hacer un nuevo curso mensual con probióticos, del mismo modo, durante 2, 3 o 4 meses después de finalizado el tratamiento específico, aunque la paciente esté asintomática (11)”.
Un caso clínico de referencia
La doctora Jurado concluyó la sesión con un caso clínico de una paciente que presentaba un escozor vulvar intenso y disuria recurrente, con la mucosa vulvar eritematosa, lesiones lineales en introito que provocaban dehiscencia del tejido, dolorosas al tacto y un flujo denso, blanquecino, sin olor y adherido a las paredes vaginales. Tras realizarle un cultivo del exudado vaginal, se reveló que había cultivos de cándidas. Una vez se le diagnosticó una vulvovaginitis por cándida, recurrente, al no haber sido bien tratada con anterioridad, se le administró un tratamiento de Fluconazol junto a dos cápsulas diarias vía oral de Lactoflora® protector íntimo (Lactobacillus rhamnosus Lcr35 (1000 mill UFC) y vitamina A (540 µg)) durante veinte días. Tras este plazo, se le realizó un mantenimiento durante tres meses, pero esta vez con tan sólo una cápsula diaria de L Rhamnosus Lcr35 y Vit A. “La paciente,” -concluyó- “con este adecuado tratamiento, a los tres meses ya no presentaba ninguna recurrencia, y se pudo constatar que tanto a los seis como a los nueve meses se había consolidado la desaparición de toda recurrencia”.
Referencias:
1 Rebeca Martín, Nora Soberón, Fernando Vázquez y Juan Evaristo Suárez. La microbiota vaginal: composición, papel protector, patología asociada y perspectivas terapéuticas. Enferm Infecc Microbiol Clin 2008;26(3):160-7
2 Willey JM, Sherwood L, Woolverton CJ, Prescott LM. Prescott's Principles of Microbiology. McGraw-Hill Higher Education; 2010
3 Linhares IM, Giraldo PC, Baracat EC. New findings about vaginal bacterial flora. Rev Assoc Med Bras. 2010 May-Jun; 56(3): 370-4
4 Reid G. Probiotic Lactobacilli for urogenital health in women. J Clin Gastroenterol. 2008 Sep; 42 Suppl 3 Pt2: S234-6
5 Ruiz FO, Gerbaldo G, Asurmendi P, Pascual LM, Giordano W, Barberis IL. Antimicrobial activity, inhibition of urogenital pathogens, and synergistic interactions between lactobacillus strains. Curr Microbiol. 2009 Nov; 59 (5): 497-501
6 Coudeyras S, Jugie G, Vermerie M, Forestier C. Adhesion of human probiotic Lactobacillus rhamnosus to cervical and vaginal cells and interaction with vaginosis-associated pathogens. Infect Dis Obstet Gynecol. 2008; 2008: 549640 Epub 2009 Jan 27
7 De Champs C, Maroncle N, Balestrino D, Rich C, Forestier C. Persistence of colonization of intestinal mucoa by a probiotic strain, Lactobacillus casei subsp. Rhamnosus Lcr35, after oral consumption. J Clin Microbiol. 2003 Mar;41(3):1270-3
8 Martinez RC, Franceschini SA, Patta MC, Quintana SM, Gomes BC, De Martinis EC, Reid G. Improved cure of bacterial vaginosis with single dose of tinidazole (2g), Lactobacillus rhamnosus GR-1, and Lactobacillus reuteri RC-14: a ramdomized, double-blind, placebo-controlled trial. Can J Microbiol. 2009 Feb;55(2):133-8
9 Larsson PG, Stray-Pedersen B, Ryttig KR, Larsen S. Human lactobacilli as supplementation of clindamycin to patienes with bacterial vaginosis reduce the recurrence rate: a 6-month, double-blind, randomized, placebo-controlled study. BMC Womens Health. 2008 Jan 15:8:3
10 Stapleton, AE, au-Yeung M, Hooton TM, Fredricks DN, Roberts PL, Czaja CA, Yarova-Yarovaya Y, Fiedler T, Cox m, Stamm WE. Randomized, placebo-controlled phase 2 trial of Lactobacillus crispatus probiotic given intravaginally for prevention of recurent urinary tract infection. Clin Infect Dis. 2011 May;52(10):1212-7. Epub 2011 Apr 14
11 Beltrán Vaquero, DA. Guerra Guirao, JA. Consenso en probióticos vaginales. Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), 2012
12 Oduyebo OO, Anorlu RI, Ogunsola FT. The effects of antimicrobial therapy on bacterial vaginosis in non-pregnant women. Cochrane Database of Systematic Reviews. 2009, Issue 3. Art. No.: CD006055
13 Martinez, Lett Appl Microbiol 2009. / Ehrström S, Daroczy K, Rylander E, Samuelsson C, Johannesson U, Anzén B, Pählson C. Lactic acid bacteria colonization and clinical aoutcome after probiotic supplementation in conventionally treated bacterial vaginosis and vulvovaginal candidiasis. Microbes Infect. 2010 Sep; 12(10):691-9. Epub 2010 May 28
14 Carriero C, Lezzi V, Mancini T, Selvaggi L and the Italian multicentre study group. Vaginal capsules of Lactobacillus plantarum P17630 fo prevention of relapse of candida vulvovaginitis: an italian multicentre observational study. Int J Probiotics & Prebiotics vol2 Nº 2/3: 155-162, 2007