Redacción Farmacosalud.com
La leche no solo es el principal alimento de los bebés en sus primeros meses de vida, sino que además juega un papel fundamental en la salud de los más pequeños. Los prebióticos, presentes de forma natural en la leche materna, protegen a los bebés de las infecciones gastrointestinales, de las infecciones de las vías respiratorias altas, de los procesos alérgicos y del estreñimiento[1]. Sin embargo, según datos de la Asociación Española de Pediatría, la mitad de las mujeres abandona la lactancia a los tres meses[2]. Danone Nutricia Early Life Nutrition, compañía de alimentación infantil del Grupo Danone, defiende que la lactancia materna es el mejor programador nutricional para la salud futura[3,4]. La OMS recomienda la lactancia materna en exclusiva al menos durante los 6 primeros meses, y su combinación con la alimentación complementaria hasta al menos los 2 años. ¿Así, cómo es posible aportar los prebióticos necesarios para los bebés a partir de los 6 meses y durante los dos primeros años de vida? Las leches infantiles formuladas con prebióticos scGOS/lcFOS (9:1) constituyen una opción que brinda prebióticos necesarios para los más pequeños y cuya mezcla cuenta con el aval de más de 30 estudios, 55 publicaciones y ensayos clínicos y multitud de estudios[5].
“Desde hace unos años las fórmulas infantiles intentan emular lo máximo posible a la leche materna, por lo que muchos preparados añaden prebióticos”, señala el Dr. Guillermo Álvarez Calatayud, pediatra especialista de la sección de Gastroenterología y Nutrición Infantil del Hospital Materno Infantil del Gregorio Marañón de Madrid. “Existen diferencias entre unos preparados y otros a nivel de composición, cantidad y calidad. Trabajos recientes llevados a cabo con distintos prebióticos como la mezcla de prebióticos scGOS/IcFOS 9:1 vuelven a destacar un efecto bifidogénico en los lactantes que tomaron esta fórmula suplementada muy parecida a los alimentados con leche humana[6]”, añade el doctor.
En una revisión realizada por el Comité de Nutrición de la ESPGHAN[7] sobre la seguridad y los efectos de la ingesta de fórmulas infantiles suplementadas con prebióticos no se llegaron a obtener datos concluyentes. ¿El motivo? Existía una gran diversidad de fórmulas infantiles suplementadas con prebióticos según el tipo utilizado, las dosis y el período de intervención. Finalmente, el Comité Científico para Alimentación de la Unión Europea admitió la inclusión de prebióticos, como por ejemplo la relación scGOS/IcFOS 9:1 tanto en fórmulas de inicio como en las de continuación, con hasta un máximo de 0,8 g/100 ml, exclusiva de Almirón.
Estreñimiento: origen del 25% de los niños enviados a la consulta de gastroenterología
Las leches infantiles suplementadas con prebióticos scGOS/lcFOS (9:1) ayudan al establecimiento de una microbiota intestinal similar a la de la leche materna.[8] “La microbiota autóctona es el conjunto de los microorganismos que habitan sobre nuestra piel y en las cavidades abiertas al exterior. En ella existen especies estables y otras transeúntes. La microbiota es esencial para la vida de los organismos superiores, hasta el punto de que ésta no sería posible en su ausencia”, explica el Dr. Álvarez Calatayud.
Según datos de una reciente investigación publicada por la Asociación Española de Pediatría, el estreñimiento representa entre el 3% y el 5% de las visitas al pediatra y hasta el 25% de los niños enviados a la consulta de gastroenterología pediátrica[9]. Las leches infantiles suplementadas con scGOS/lcFOS (9:1), fórmula exclusiva de Almirón, están avaladas por 33 estudios científicos y han demostrado aumentar la frecuencia de deposiciones entre los más pequeños[10]. Esta fórmula favorece el crecimiento de bifidobacterias y lactobacilos en las heces de los lactantes. Dichos microorganismos son conocidos por asegurar una salud gastrointestinal adecuada y evitar el estreñimiento y no sólo son microorganismos necesarios para mantener una buena salud gastrointestinal en los adultos, sino que los más pequeños también se ven beneficiados.
Referencias
1. J. Barrio, J.J Díaz-Martín, I. Manrique, B.; Martín Martínez y E. Ortega, An Pediatr (Barcc), 2015:83(6):376-386
2. Moro, 2002. Knol et al. Journal of Pediatric Gastroenterology and Nutrition 40:36-42, Boehm G et 2002
3. AEPED, Comité de Lactancia Materna de la AEP, Lactancia materna en cifras: tasas de inicio y duración de la lactancia en España y en otros países, 2016
4. Plagemann A. Harder T. Breast feeding and the risk of obesity and related metabolic diseases in the child. Metab Syndr Relat Disord 2005;3:222-32
5. Harder T. Bermann R. Kallischnigg G. Plagermann A. Duration of breastfeeding and risk or overweight: a meta-analysis. Am J Epidemiol 2005;162:397-403
6. Moro GE, Boehm, G. Functional Food Reviews 2014;4;101-103
7. Moro et al 2012, Knol et al. Journal of Pediatric Gastroenterology and Nutrition 2005;40:36-42; Boehm G et 2002; Knol et al Acta Paediatr Suppl. 2055;94(449):31-3
8. Braegger C. et al., J Pediatr Gastroenterol Nutri. 2011 Feb;52(2):238-50
9. J. Barrio, J.J Díaz-Martín, I. Manrique, B.; Martín Martínez y E. Ortega, An Pediatr (Barc), 2015:83 (6):376-386; Knol J, et al. Journal of Pediatric Gastroenterology and Nutrition, 2005;40:36-42; G. Moro, et al. Journal of Pediatric Gastroenterology and Nutrition, 2002;34:291-295; Boehm G, et al. Arch Dis Child Fetal Neonatal Ed. 2002;86(3):F178-81
10. SEGHNP – AEP, Sánchez Ruiz F, Gilbert JJ, Bedate Calderón P, Espín Jaime B. Protocolos diagnóstico-terapéuticos de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica, Cap. 7 Estreñimiento y encopresis, 2010;53