El profesor Eduardo Díaz-Rubio, coordinador científico del XVIII Simposio de Revisiones en Cáncer, ha calificado de “revolución” la creciente presencia de la inmunoterapia como tratamiento para el cáncer, en tanto que se están incorporando “nuevos agentes inmunoterápicos, generalmente los inhibidores de checkpoints, que están cambiando la historia natural de distintos tumores, como por ejemplo el melanoma, el cáncer de pulmón y ahora están llegando ya estudios en cáncer de vejiga, riñón y colorrectal”. Para el profesor, “son tratamientos que en general presentan una buena tolerancia y que indudablemente va a hacer que en el futuro tengamos que utilizarlos en muchas patologías, no ya solos, sino incluso también combinados con armas clásicas como la quimioterapia o las nuevas dianas moleculares”.
“Una verdadera revolución… aunque lo cierto es que todavía tenemos que aprender a utilizarlos mejor” con el fin de disponer de aquellos “marcadores que nos permitan seleccionar cuáles son los pacientes que se van a beneficiar más” de la inmunoterapia, comenta Díaz-Rubio en declaraciones a www.farmacosalud.com.
La inmunoterapia, cajón de sastre de varias estrategias terapéuticas
“La inmuno-oncología es actualmente, y aún más en un futuro próximo, un pilar fundamental del tratamiento de la mayoría de los tumores”, afirma el Dr. Luis de la Cruz Merino, del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Virgen Macarena (Sevilla). En este sentido, De la Cruz asegura que “va a suponer uno de los pilares del tratamiento sistémico del cáncer en el futuro” y, sin duda, “muchas de las neoplasias malignas son y serán sensibles a la inmunoterapia y deberán ser tratadas con esta modalidad terapéutica”.
De hecho, el mejor conocimiento a nivel molecular de la enfermedad oncológica ha permitido el diseño de terapias dirigidas que permiten un tratamiento individualizado, con una aproximación caso a caso. Sin embargo, entre estos progresos, resalta especialmente el redescubrimiento de la inmunoterapia del cáncer como una estrategia muy eficaz para combatir la enfermedad tumoral. La inmunoterapia es un cajón de sastre donde se incluyen un gran número de estrategias terapéuticas. Generalmente, para simplificar, se distingue entre inmunoterapia pasiva (inmunoterapia adoptiva y anticuerpos monoclonales citotóxicos como trastuzumab o rituximab) o activa (todas las demás).
“La ventaja que aporta la inmunoterapia respecto a otras alternativas es su capacidad de lograr largos respondedores o supervivientes a largo plazo”, reconoce el Dr. Luis de la Cruz, quien recuerda que “esto se conoce de antiguo, y era lo que justificaba el uso de terapias tan agresivas como la interleuquina a altas dosis”. Sin embargo, ahora están emergiendo estrategias terapéuticas menos agresivas y más eficaces, cuyo paradigma viene representado por los anticuerpos monocolonales inmunomoduladores frente a immune checkpoints, han indicado fuentes del Simposio de Revisiones en Cáncer.
Y es que, según detalla el oncólogo del del Hospital Universitario Virgen Macarena, “los resultados que se están comunicando con anticuerpos dirigidos frente a moléculas moduladoras de respuesta inmune o immune checkpoints en tumores tan aparentemente diferentes como melanoma, cáncer de pulmón, cáncer de vejiga o linfoma de Hodgkin, inducen a pensar que esta estrategia será incorporada en alguna línea del algoritmo terapéutico de una gran parte de los tumores”. En estos casos, el protagonista es el estroma, es decir, el microambiente tumoral, y no la célula cancerígena específica. Por lo tanto, se trata de una diana más ubicua y universal.
La inmunoterapia activa estimula la respuesta inmunitaria del propio paciente
Hay un gran número de tipos tumorales que están mostrándose sensibles a estos tratamientos. El primero de ellos fue el melanoma pero le han seguido el cáncer de pulmón, el cáncer renal, el de vejiga,… Las tasas de eficacia varían según el tipo de tumoral y la estrategia empleada (en monoterapia o en combinación); en melanoma, que es donde primero han demostrado eficacia, el beneficio a largo plazo se consigue en un elevado número de pacientes, que permanecen vivos y sin enfermedad activa después de 5 años y más.
La inmunoterapia activa habitualmente trata de estimular la respuesta inmunitaria del propio paciente para que sea capaz de reconocer a las células cancerígenas como extrañas, de tal modo que se active la "señal de peligro" necesaria para una respuesta inmunitaria antitumoral eficaz. Esto no suele ocurrir en condiciones normales. Por tanto, como apunta De la Cruz, “de alguna manera puede considerarse que estos tratamientos lo que finalmente pretenden es revertir la situación de tolerancia que los tumores generan, despertando a nuestro propio sistema inmunitario”. El desarrollo clínico de estas terapias está siendo muy acelerado, con comunicación de datos favorables de ensayos aleatorizados en diferentes tipos tumorales. Esto hace prever, a juicio del doctor, que “gran parte de los estándares de tratamiento en Oncología van a tener que cambiar en corto espacio de tiempo para ajustarse a esta nueva realidad”.