Redacción Farmacosalud.com
La obesidad es una enfermedad crónica de tendencia epidémica en el mundo occidental. En España, la prevalencia de obesidad es del 22,9%. A pesar de los considerables esfuerzos dirigidos a la prevención y el tratamiento de la obesidad y la diabetes tipo 2, su prevalencia ha aumentado a un ritmo alarmante en todo el mundo durante los últimos años. El alejamiento de los patrones tradicionales de alimentación saludable, el déficit de consumo de frutas y verduras etc., la disminución de la actividad física y el aumento del sedentarismo, son entre otras, algunas de las causas conocidas de este incremento, según se ha puesto de manifiesto en el marco del 58 Congreso anual de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), que se celebra del 19 al 21 de octubre en Málaga.
Pero además, existen evidencias que demuestran que el consumo de una dieta poco saludable tiene un impacto en los niveles de grasas y azúcares en la sangre que llegan al cerebro a través de los vasos sanguíneos. Los circuitos cerebrales controlan el peso corporal, la ingesta de alimentos y el balance de energía. Hasta ahora, su estudio se ha centrado en las neuronas haciendo caso omiso a la presencia y al papel de los astrocitos. Los astrocitos son células gliales históricamente conocidas por servir como soporte de unión de las neuronas (‘glue’), pero además su presencia es esencial para una correcta función neuronal, además de encontrarse localizadas en la primera línea de acceso a los nutrientes en el cerebro.
Los astrocitos, cooperando con las neuronas
A pesar de que su estudio ha sido ignorado durante años, estudios recientes han demostrado que los astrocitos, al igual que las neuronas, son capaces de responder a factores circulantes (lípidos, azúcar, hormonas), conocidos por regular el metabolismo energético, participando activamente en el transporte de los mismos en el cerebro y cooperando con las neuronas para regular, eficientemente, el peso y el consumo de alimentos. Según la Dra. Cristina García Cáceres, jefa de grupo en el Instituto de Diabetes y Obesidad en Helmholtz Zentrum München, Munich, Alemania), “los últimos hallazgos sugieren que los astrocitos están involucrados activamente en el control del metabolismo energético y se perfilan como posibles dianas para el abordaje en el tratamiento de la obesidad y la diabetes tipo 2”.
Los astrocitos se encuentran localizados en la primera línea de acceso a los nutrientes en el cerebro, ya que interaccionan con los micro-vasos-cerebrales formando la unidad neurovascular responsable de regular la permeabilidad de los vasos sanguíneos. Por tanto, la Dra. García Cáceres apunta que “no es de extrañar que estas células se vean directamente influenciadas por alteraciones nutricionales derivadas de una dieta poco saludable, como es un exceso de grasas y azúcares en la sangre, pudiendo afectar a su funcionalidad a la hora de informar a las neuronas responsables de mantener un correcto equilibrio entre la ingesta y gasto energético”. En este sentido, esta experta señala que el reto actual se encuentra en “investigar cómo los astrocitos se comunican con las neuronas regulando su actividad y funcionalidad en el control del metabolismo energético”.
Ejercicio físico en el tratamiento de la diabetes mellitus
Los beneficios del ejercicio físico regular son numerosos, desde la disminución de la mortalidad cardiovascular hasta la mejora de la calidad de vida de la población general y, en particular, la de los pacientes con diabetes. No obstante, la Dra. Ana Novials, directora del laboratorio de investigación de diabetes y obesidad del IDIBAPS-Hospital Clinic, explica que la relación de la actividad física con el control glucémico es algo controvertida: “Mientras que en los pacientes con diabetes tipo 2 una mayor carga de ejercicio físico se asocia a una mejoría notable de los niveles de glucosa en sangre, en la diabetes de tipo 1 los estudios muestran datos dispares, ya que este efecto beneficioso dependerá también de la correcta adaptación de las dosis de insulina o del consumo de hidratos de carbono que realicen los pacientes”.
En cualquier caso, el éxito de un programa de ejercicio determinado dependerá en gran medida de una correcta prescripción. Ante todo se tratará de adaptar el tipo de ejercicio a las características individuales de cada paciente. Se aconseja diseñar programas que incluyan tanto ejercicios aeróbicos como ejercicios para el trabajo de la fuerza muscular, controlando de forma acertada parámetros como la intensidad, la duración o la frecuencia semanal a la que conviene realizar la actividad. Además, la Dra. Novials señala que “en el momento de la prescripción se deben tener en cuenta la existencia de complicaciones propias de la diabetes, que pudieran limitar o cambiar el desempeño normal de una determinada actividad, modificando el consejo hasta adaptarlo a las posibilidades reales de cada paciente. Finalmente, la prescripción de ejercicio debe ir acompañada de recomendaciones para adaptar adecuadamente el tratamiento de la diabetes”.
Alternativas en el abordaje de la obesidad
El abordaje de la obesidad deber ser multidisciplinar, persiguiendo siempre objetivos a largo plazo, y centrándonos en un cambio de hábitos tanto alimentarios como de actividad física. Actualmente, hay muchos pacientes obesos que no responden a tratamientos convencionales mediante dieta y con indicación de cirugía bariátrica que no pueden o no quieren someterse a dicha cirugía y buscan otra alternativa como la endoscopia bariátrica.
Según la Dra. Inmaculada Bautista, médico responsable de la Unidad de Seguimiento y de la Unidad de Investigación del Departamento de Endoscopia Bariátrica del Hospital Universitario HM Sanchinarro (Madrid), el perfil de pacientes indicados para esta técnica “son personas con obesidad grados 1 o 2 (IMC 30-40 kg/m2), con una edad media de 35-40 años que ha intentado en numerosas ocasiones perder peso con los tratamientos convencionales sin conseguirlo, y que no se encuentran en disposición de perder peso por sus propios medios. Los pacientes describen estar en un punto ‘sin retorno’, donde tras un esfuerzo importante consiguen 5-10 kg, se cansan, dejan la dieta y vuelven a recuperar lo perdido y aún más peso”.
“También existen pacientes con obesidad de mayor grado (IMC>40 kg/m2) que no quiere someterse a intervenciones de cirugía bariátrica, por el riesgo que perciben de la misma, y quieren intentarlo con técnicas menos invasivas”, añade la Dra. Bautista. Estas técnicas deben ser realizadas por personal experto en su manejo y en un medio hospitalario donde se puedan resolver las eventuales complicaciones. Además, resulta fundamental que se realicen en el entorno de un equipo multidisciplinar, con médicos expertos en nutrición, psicólogos que ayuden en el cambio de hábitos y asesores de actividad física. “La pérdida de peso, una vez conseguida con la ayuda de la técnica endoscópica, se mantiene en la medida en que el equipo de seguimiento consiga cambiar los hábitos de alimentación y de actividad física, al igual que ocurre en las técnicas quirúrgicas restrictivas”, concluye la Dra. Bautista.