Redacción Farmacosalud.com
Las enfermedades alérgicas en España afectan a un 30% de la población, esto es, 16 millones de personas. Entre los alérgicos, aproximadamente la mitad lo son a pólenes de plantas, y de éstos, la mayoría a gramíneas. “Este año los seis millones de alérgicos al polen de gramíneas se enfrentarán a una primavera menos intensa que la de 2016, a excepción de Extremadura”, revela el doctor Ángel Moral, presidente del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). “Todas las plantas se reproducen por pólenes, pero por suerte no todos dan problemas alérgicos, comenta el especialista. En nuestro país las especies que más síntomas producen en orden decreciente son: gramíneas, olivo, ciprés, salsola, plátano de sombra y parietaria. En determinadas zonas geográficas pueden ser importantes otros pólenes, como la palmera en Elche o el abedul en Galicia”.
Existe una relación directa entre las precipitaciones del otoño e invierno y los recuentos de pólenes de gramíneas durante la primavera. Así, explica el doctor Moral, “esta primavera la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) indica que probablemente las temperaturas alcanzaran valores superiores a los normales y que las precipitaciones serán inferiores que otros años. Esto podría adelantar a mediados de abril el inicio de la polinización de las gramíneas”. La recopilación de estos datos, junto con otros factores climatológicos como la temperatura y la humedad, nos ha permitido establecer el nivel de intensidad de esta primavera, en diferentes zonas geográficas, en colaboración con el Grupo de Diseño Optimo de Experimentos de la Universidad de Castilla La Mancha. Atendiendo al número de gramíneas recogido, podemos clasificar una primavera como: muy leve (menos de 2.000 granos/m3), leve (entre 2.000 y 4000 granos/m3) moderada (4.000-6.000 granos/m3) o intensa (más de 6.000 granos/m3).
Cinco zonas diferenciadas
“En general, las previsiones apuntan a una primavera muy leve en Canarias, leve en el litoral mediterráneo y zona septentrional, moderada en la zona centro y Andalucía, e intensa en Extremadura”, detalla el doctor Moral. Las previsiones para las Islas Canarias son tan solo de 500 granos/m3 en Santa Cruz de Tenerife y de 650 granos/m3 en Las Palmas de Gran Canaria. En el litoral mediterráneo (Cataluña, Baleares, Comunidad Valenciana y Murcia) los valores se encuentran entre los 800 granos/ m3 de Barcelona y los 1.800 granos/ m3 de Alicante y 2.100 granos/ m3 de Castellón. En la zona septentrional (Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Navarra y la Rioja) las previsiones oscilan entre los 650 granos/m3 de Santander y los 2.600 granos/ m3 de San Sebastián. En la zona continental-central (Castilla-León, Castilla-La Mancha, Madrid y Aragón) se esperan 4.050 granos/m3 en Salamanca, frente a los 5.650 granos/m3 de Toledo. En Madrid los modelos de predicción se sitúan en 4.700 granos/m3.
Sin embargo las previsiones para la zona continental-suroeste (Extremadura y Andalucía varían de 3.600 granos/m3 en Sevilla a los 11.500 granos/m3 en Badajoz y 13.000 granos/m3 en Cáceres. “Las elevadas previsiones sobre pólenes de gramíneas del año pasado se cumplieron y en ciudades como Badajoz con 19.300 granos/m3 y Toledo con 9.700 granos/m3 tuvieron la primavera más intensa desde que se disponen datos en los últimos 20 años”, subraya el especialista.
Eficacia de la vacunación antialérgica
La patología alérgica dificulta en muchos aspectos la vida diaria de los pacientes, a la vez que lleva consigo un alto coste socioeconómico. Tal y como afirma el doctor Joaquín Sastre, presidente de la SEAIC, “las enfermedades alérgicas precisan de un manejo integral, no sólo desde el punto de vista terapéutico, sino también orientando al paciente, sobre cómo convivir mejor con su enfermedad”.
La inmunoterapia o vacunación antialérgica debe considerarse siempre como una herramienta terapéutica de primer orden en el manejo de los pacientes alérgicos. “La inmunoterapia proporciona una disminución significativa de los costes totales en salud inducidos por la enfermedad alérgica respiratoria, reduciendo tanto los gastos indirectos (pérdida de productividad laboral y calidad de vida del paciente) como los gastos directos (costes por actos médicos y gasto en fármacos para el control de síntomas)”, apunta el doctor Sastre. Los datos más relevantes son los referidos a estos costes directos: la inmunoterapia disminuye un 40% los gastos en servicios médicos y un 30% el referido a uso de fármacos de alivio sintomático. “Es el único tratamiento que puede modificar la evolución natural de la patología alérgica. Por lo tanto, a la hora de abordar el tratamiento integral del paciente alérgico hay que valorar todos los costes asociados”, insiste el presidente.
Caso Balear: ningún alergólogo en la sanidad pública
“Entre el 25% y el 30% de la población sufre algún tipo de enfermedad alérgica. Además, esta cifra aumenta aproximadamente un 2% cada año. Por lo tanto, parece obvia la necesidad de médicos especialistas en Alergología para poder atender a estos pacientes, ahora y más en un futuro”, recuerda el doctor Sastre. “El problema no es tanto que se agudice el déficit de alergólogos como que la distribución de estos varía mucho entre comunidades autónomas, lo que en algunos casos dificulta la atención al paciente”, añade. En Baleares no encontramos ningún alergólogo en la sanidad pública, un hecho muy relevante porque los afectados de las islas deben desplazarse a la península para ser atendidos, hecho que resta eficiencia al Sistema Sanitario Público. “La SEAIC lleva años reclamando al Servicio Balear de Salud (Ib-Salut) que dote a su sanidad pública de un servicio de Alergología, integrado por un número suficiente de alergólogos para dar asistencia de calidad a su población”, afirma el doctor Sastre. “Si tenemos en cuenta que aproximadamente el 25%-30% de la población es alérgica, Baleares, con más de un millón de habitantes, necesitaría seis especialistas para atender con garantías a sus cerca de 300.000 pacientes alérgicos”.
La SEAIC recuerda que el alergólogo es el único especialista reconocido por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad con formación total en el diagnóstico y tratamiento de la patología alérgica. La atención por parte de facultativos no especializados en Alergología como mínimo incrementa los costes de la consulta sanitaria y podría disminuir la calidad de la asistencia.