Redacción Farmacosalud.com
Las enfermedades alérgicas más comunes de la piel son la dermatitis atópica, la dermatitis de contacto, la urticaria y el angioedema. “La visión de algunas enfermedades cutáneas como la dermatitis atópica y la urticaria crónica ha experimentado un avance espectacular en los últimos años por los nuevos hallazgos en sus mecanismos, lo que ha abierto diferentes vías en el tratamiento de estas enfermedades”, explica la Dra. Milagros Lázaro, presidenta del Comité de Alergia Cutánea de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) y coordinadora del comité científico del Simposio Internacional Avances y Perspectivas en Alergia Cutánea e Inmunología que hasta el sábado 26 de octubre se celebra en Maspalomas (Gran Canaria). Un equipo de www.farmacosalud.com realiza una cobertura de este evento científico.
La enfermedad cutánea inflamatoria crónica más frecuente en la infancia, con evidencias crecientes de su extensión más allá de la adolescencia, es la dermatitis atópica. En sus formas más graves sigue siendo un reto diagnóstico y terapéutico para los especialistas. “En los últimos diez años el interés por esta patología desde cualquier perspectiva, clínica, fisiopatológica, terapéutica y de afectación de la calidad de vida de los pacientes ha crecido de forma exponencial paralelamente con los resultados de las investigaciones más recientes en este campo”, comenta Lázaro.
“La dermatitis atópica se considera una ventana para otras enfermedades alérgicas, lo que dirige parte del esfuerzo que se realiza en esta enfermedad a varios puntos: a la prevención, a través de medidas dirigidas a la barrera cutánea; al mayor conocimiento fisiopatológico de esta afectación; y a la participación del sistema inmunitario en el proceso. Por otro lado, se está trabajando la revisión de los factores genéticos, en biomarcadores que ayuden a diagnosticar a estos pacientes y a realizar un mejor seguimiento terapéutico y en compartir una visión actualizada del tratamiento”, añade la alergóloga.
La compleja fisiopatología de la dermatitis atópica
Tal y como detalla el Dr. Ignacio Jáuregui, del Servicio de Alergia de H.U. de Cruces en Vizcaya y secretario del Comité de Alergia Cutánea, “el mejor conocimiento de la compleja fisiopatología de la dermatitis atópica ha propiciado una avalancha de investigación en nuevos agentes tópicos y sistémicos de dos tipos: por un lado, las terapias dirigidas a una diana molecular concreta, caso de varios agentes biológicos parenterales que esperan incorporarse pronto a nuestro arsenal terapéutico; por otro lado, se han desarrollado una serie creciente de pequeñas moléculas de efecto antiinflamatorio más general y menos específico, como los inhibidores de la fosfodiesterasa 4 (PDE-4) o los inhibidores del sistema de transcripción JAK-STAT, que en los ensayos clínicos han demostrado eficacia en las dermatitis graves del adulto, bien en cremas o ungüentos, o bien en comprimidos, y con perfiles de seguridad muy aceptables”.
La dermatitis atópica tiene un repertorio muy diverso de subgrupos de pacientes (lo que llamamos endofenotipos), y no puede tratarse por tanto con un menú común para todos los enfermos. “Hasta ahora hemos empleado estrategias y agentes tópicos y sistémicos que en muchos casos no afectaban a la vía patogénica precisa, y que en otros casos se asociaban con toxicidad importante sobre otros órganos. Las nuevas terapias dirigidas a moléculas clave de las distintas vías inflamatorias permitirán un tratamiento más a medida de cada tipo de enfermo, y por lo que sabemos hasta ahora, con perfiles de seguridad mucho mejores que los inmunosupresores al uso”, revela el alergólogo.
Intervenciones sobre la barrera cutánea
En los pacientes con dermatitis atópica la barrera cutánea es deficiente en distintos tipos de proteínas y en su proporción de grasas y ceras, que en conjunto propician una alta pérdida transepidérmica de agua, es decir, una deshidratación continua de la epidermis. Esta barrera defectuosa se vuelve permeable a antígenos, irritantes y bacterias, lo que determina la inflamación crónica de la piel.
Las intervenciones tradicionales de prevención y cuidado de la piel atópica incluyen:
• Higiene cutánea con baños de avena coloidal con agua templada.
• Baños con lejía para disminuir la sobreinfección bacteriana.
• Baños o fomentos para lesiones exudativas.
• Envoltorios con vendajes húmedos con suero fisiológico.
• Cremas o pomadas con coaltar (alquitrán de hulla).
• Tratamientos tópicos que eviten la pérdida transepidérmica de agua: emolientes/hidratantes, agentes oclusivos como la vaselina o humectantes como la urea, el ácido láctico, o el ácido urocánico; hidrolípidos, ceramidas, etc.
• Tratamientos que mejoren el microbioma y la función antimicrobiana de la piel: desde el uso de los llamados probióticos (suplementos alimenticios con bacterias beneficiosas), de eficacia discutida, a los tratamientos antisépticos inespecíficos (baños de lejía, ácido hipocloroso, etc.).
• Sol (fototerapia natural): no deja de ser un inmunosupresor sistémico natural. Disminuye la colonización por estafilococos, aumenta el espesor del estrato córneo, y disminuye el infiltrado celular de la epidermis.
Avances en urticaria
La urticaria crónica (UC) es una enfermedad caracterizada por el desarrollo de ronchas, angioedema o ambos durante más de 6 semanas. Esta patología puede ser espontánea (no desencadenada por ningún factor externo conocido), o inducible (desencadenada por factores físicos como el frío, el sol o el ejercicio, o por el contacto con determinados agentes urticantes para el paciente). Está dirigida por unas células denominadas mastocitos, pero las causas subyacentes de su activación son en gran parte desconocidas. En palabras de Jáuregui, “en la mitad de las urticarias crónicas espontáneas puede demostrarse un mecanismo autoinmunitario, esto es, que son distintas moléculas del propio organismo (autoantígenos) las que activan las células de la piel y las hacen liberar histamina y otras sustancias clave en la producción de urticaria”.
“En este congreso se debate sobre los últimos avances en estos mecanismos, como la implicación de la vía extrínseca de la coagulación en la urticaria; también se va a tratar sobre el mayor conocimiento de biomarcadores potenciales para el diagnóstico, actividad y respuesta al tratamiento de esta enfermedad, y sobre las nuevas posibilidades de tratamiento, donde la introducción reciente de terapias biológicas ha supuesto una revolución considerable”, comentan los Drs. Jáuregui y Lázaro.
El microbioma y las enfermedades alérgicas
En los últimos 50 años la incidencia de las enfermedades alérgicas ha aumentado en los países desarrollados, aunque también está llegando a países en vías de desarrollo. “Parece necesario centrar parte de los esfuerzos en la prevención, -comenta el Dr. Moisés Labrador, presidente del Comité de Inmunología de SEAIC y coordinador científico del Simposio Internacional. Hay estudios que indican que en pacientes con una determinada predisposición genética el desarrollo de alergia y asma está influenciado en parte por el medioambiente y, especialmente, por la exposición microbiana durante la infancia, por lo que podría trabajarse en la modulación del microbioma para la prevención de estas enfermedades en sujetos de riesgo”.
La “hipótesis de la higiene” propone que el aumento de las enfermedades alérgicas se relaciona causalmente con una menor exposición a determinados microbios ambientales e infecciones inofensivas, con un aumento paralelo del desarrollo económico y abandono de la vida rural. “Sabemos desde hace años que estamos colonizados por millones de bacterias y, cada vez más, nuestro microbioma personal va ganando importancia en el desarrollo de las patologías que afectan al ser humano, como la alergia”, insiste el experto.
Además, el momento de las exposiciones microbianas parece ser particularmente relevante. Se ha descrito una relación inversa para el riesgo de enfermedades alérgicas y el contacto temprano con un mayor número de personas, como ocurre con los que crecen en familias numerosas o asisten de manera continua a escuelas infantiles en los primeros dos años de vida.
Otra de las observaciones más importantes que respalda la “hipótesis de la higiene” son los llamados “estudios rurales”, que demuestran que los niños que crecen en granjas presentan menos incidencias de alergias y asma[1]. En esta misma línea, en febrero de 2011 en la revista ‘The New England Journal of Medicine’[2] se publicaba un estudio entre 16.000 escolares de Alemania, Austria y Suiza que indicaba que los niños que viven en granjas tienen un riesgo de sufrir asma entre un 30% y un 50% más bajo que el de los niños que viven en entornos urbanos. La diferencia se debe en gran parte a que los microbios que hay en las granjas tendrían un efecto protector sobre los pulmones de esos niños.
La exposición a determinados ambientes durante la infancia claramente tiene influencias beneficiosas, pero aún no se sabe cómo afecta esto a nuestro microbioma en detalle. “Es tentador especular que cuanto mayor es la diversidad microbiana a la que están expuestos los niños durante la vida temprana, menor es el riesgo de enfermedades alérgicas en la edad adulta y que esto se relaciona causalmente con la diversidad de la colonización temprana del microbioma. El contacto temprano con comunidades microbianas complejas es un factor principal para el desarrollo de un sistema inmunitario equilibrado -apunta Labrador-. Por lo tanto, una comprensión detallada de los mecanismos de cómo las comunidades microbianas influyen en las respuestas inmunes es clave para el desarrollo de nuevas estrategias preventivas o terapéuticas”.
Nuevas investigaciones con probióticos y prebióticos
Los probióticos (o sus precursores los prebióticos) se han utilizado para el tratamiento de un gran número de patologías pediátricas y del adulto, principalmente para el tratamiento de problemas gastrointestinales que cursan con la alteración en la microbiota intestinal incluyendo la diarrea infecciosa, la enterocolitis necrotizante y, más recientemente, en procesos inflamatorios crónicos como la enfermedad inflamatoria intestinal o en trastornos funcionales como el cólico del lactante o el estreñimiento. También se ha valorado su efecto beneficioso en alteraciones inmunológicas como la dermatitis atópica y en la prevención y tratamiento de la alergia alimentaria.
“La aplicación general de probiótico (por ejemplo, lactobacillus) para influir positivamente en el desarrollo del microbioma temprano y, por lo tanto, para prevenir la aparición de enfermedades alérgicas, ya se ha investigado en una serie de estudios de intervención en humanos”, revela el alergólogo. “Sin embargo, la evidencia de compuestos bacterianos específicos que presentan características inmunomoduladoras es todavía limitada. Algunos prebióticos y probióticos pueden jugar un papel importante en las enfermedades en las que se altere el equilibrio de la microbiota intestinal, como los trastornos del sistema inmunitario”.
El sistema inmunitario se compone de una gran cantidad de elementos y es una de las áreas más extensas del organismo; “por desgracia, el enfoque inicial de estudio del sistema inmunitario se centró demasiado en el estudio de la inmunidad adaptativa y sólo en los últimos años se ha investigado también la inmunidad innata. En los últimos diez años se está observando que tanto la inmunidad adaptativa como la inmunidad innata juegan un papel decisivo en el desarrollo de enfermedades alérgicas”, concluye el Dr. Labrador.
Referencias
1. M.J. Schuijs; M.A. Willart; K. Vergote; K. Deswarte; F.B. Madeira; R. Beyaert; G. van Loo; B.N. Lambrecht; H. Hammad; D. Gras; P. Chanez; M.J. Ege; E. von Mutius; F. Bracher “Farm dust and endotoxin protect against allergy through A20 induction in lung epithelial cells". Science 4 September 2015: Vol. 349 no. 6252 pp. 1106-1110
2. Ege, Markus J., et al. "Exposure to environmental microorganisms and childhood asthma." New England Journal of Medicine 364.8 (2011): 701-709.