Redacción Farmacosalud.com
El fármaco lorlatinib -un inhibidor de tercera generación- tiene la capacidad de controlar y vencer a mutaciones presentadas por el cáncer de pulmón no microcítico (CPNM), y también logra generar altas tasas de respuesta intracraneal cuando la enfermedad tiene repercusiones cerebrales. Así lo destacó el Dr. Javier de Castro, oncólogo del Hospital La Paz (Madrid), en la ponencia que impartió durante el webinar formativo ‘6 preguntas prácticas sobre cáncer de pulmón no microcítico’, sesión impulsada por la Fundación ECO (Fundación para la Excelencia y la Calidad de la Oncología) y patrocinada por Pfizer Oncología. En el webinar intervino otro ponente, el Dr. Sergio Vázquez, oncólogo del Hospital Lucus Augusti (Lugo), mientras que la Dra. Enriqueta Felip, oncóloga médica del Hospital Vall d'Hebron (Barcelona), ejerció las funciones de moderadora. Cada uno de los ponentes contestó a 3 del total de 6 preguntas planteadas.
Dr. Javier de Castro
1-¿Qué aportan a los pacientes las nuevas opciones terapéuticas más recientes para cáncer de pulmón ALK+?
Los fármacos inhibidores del CPNM ALK+ logran una “alta tasa de respuesta” y sobre todo un “control muy prolongado de la enfermedad”, afirmó el Dr. De Castro. Con el uso de esos medicamentos, la aplicación de quimioterapia, radioterapia o incluso la inmunoterapia, que son tratamientos habitualmente utilizados en el cáncer de pulmón convencional, se suelen dejar para etapas muy avanzadas del proceso.
Se ha observado, asimismo, que el uso sucesivo de inhibidores aporta beneficios en supervivencia libre de progresión y supervivencia global. Por ejemplo, inhibidores de segunda generación como alectinib -administrado ya en primera línea- logra que a 5 años haya más de un 60% de supervivientes en pacientes ALK. “Es muy importante considerar la secuenciación de inhibidores”, señaló De Castro, quien agregó que los resultados obtenidos demuestran que los de segunda generación “deben ser la primera opción a considerar”.
Tras los inhibidores de primera y segunda ‘fase’, posteriormente han aparecido los de tercera, como lorlatinib, cuya utilización en enfermos previamente tratados con inhibidores de primera o de segunda generación ha permitido en muchas ocasiones “rescatar pacientes incluso pre-tratados hasta con 2 o 3 líneas de inhibición”, hecho que “demuestra su eficacia”, indicó.
De acuerdo con el oncólogo del Hospital La Paz, estos tratamientos han ido aumentando su actividad antitumoral y, en paralelo, han logrado incidir en el sistema nervioso, que es “uno de los grandes santuarios de la enfermedad ALK y también uno de los grandes lugares de fracaso de los primeros inhibidores”. Así las cosas, los de tercera generación han conseguido “ir venciendo” aquellas mutaciones de resistencia que permiten a los tumores pulmonares ALK progresar como afección, aseguró el Dr. De Castro.
2-¿Cómo se plantea el abordaje de los pacientes con metástasis cerebrales al diagnóstico?
La enfermedad ALK es, posiblemente, uno de los tipos de cáncer de pulmón y también uno de los tumores en general en los que la progresión o existencia de afectación cerebral-Sistema Nervioso Central (SNC) al momento del diagnóstico es mayor, estimándose una incidencia de en torno al 30%.
Si bien la radiación constituía el tratamiento estándar para el cáncer pulmonar con afectación en el SNC, en la patología ALK su papel es “mucho más limitado precisamente por esa eficacia” que pueden tener los inhibidores de tirosina quinasa (TKI), subrayó el experto. Además, la radioterapia holocraneal puede provocar problemas neurológicos en el paciente, por lo que su aplicación debe reservarse para aquellas situaciones en las que no hay otra alternativa terapéutica, o también en cuadros oligometastásicos o “de enfermedad muy limitada”, precisó. Sea como fuere, los TKI han conseguido aumentar de forma significativa la supervivencia libre de progresión, haya o no haya repercusiones tumorales en el SNC. En ocasiones, los TKI incluso son más resolutivos si existe afectación en el SNC que si no la hay, argumentó De Castro.
A todo esto -prosiguió-, se ha visto que en pacientes previamente tratados con inhibidores TKI de segunda generación, lorlatinib muestra una “alta eficacia en el tratamiento de la enfermedad cerebral”, siendo además capaz -tanto en sujetos con afectaciones del SNC de base como en aquellos que no las presentan- de “reducir el desarrollo de afectación cerebral”. Esto permite no sólo tratar la enfermedad ya diseminada al cerebro, sino disminuir de una forma muy significativa la posibilidad de que se pueda producir progresión al SNC. El Dr. de Castro, asimismo, abogó por realizar un seguimiento estrecho de los pacientes ALK mediante la Resonancia Magnética Nuclear (RMN), prueba que se debería de repetir al menos 1 o 2 veces al año con el fin de identificar precozmente una posible reactivación tumoral.
3-¿Cuáles son los últimos datos de los nuevos inhibidores en el tratamiento de cáncer de pulmón no microcítico?
Según el Dr. De Castro, y de acuerdo con el ensayo CROWN, la progresión intracraneal prácticamente no existe gracias a la administración de lorlatinib. La alta tasa de respuesta intracraneal obtenida con lorlatinib (82%) en comparación con crizotinib (23%) es “un claro indicio de que” ese control de la patología en el sistema nervioso representa todo un avance en el ámbito del CPMN. El otro gran beneficio asociado al uso de lorlatinib procedería del control del desarrollo de mutaciones de resistencia, ya que, en la mayoría de los casos, “lorlatinib tiene la capacidad de poder controlarlas y de poder vencerlas”, aseveró el facultativo.
Si se quiere ampliar la información sobre la intervención del Dr. De Castro, clicar en el siguiente vídeo: