Redacción Farmacosalud.com
La gota es una enfermedad que afecta a más del 2% de los españoles adultos en España. Hasta ahora se disponían de escasas opciones terapéuticas para el control de la hiperuricemia (elevación del nivel de ácido úrico en la sangre), que es la causa de formación de cristales de urato en los tejidos. Para hacer frente a la enfermedad, la compañía Grünenthal lanza Zurampic, un nuevo tratamiento que consigue que el doble de los pacientes alcance los objetivos de ácido úrico en suero (AUs) frente a la monoterapia**.
Los medicamentos que se emplean en el tratamiento de la gota pertenecen, mayoritariamente, al grupo de los inhibidores de la xantina oxidasa, que frenan la producción de ácido úrico (alopurinol y febuxostat). El más habitual es el alopurinol, aunque su eficacia es limitada, ya que solo actúa a nivel de la producción del ácido úrico[1], cuando en el 90% de los pacientes la hiperuricemia se debe a una excreción renal insuficiente[2]. Desde Grünenthal se sostiene que Zurampi® representa una innovación respecto a los tratamientos actuales, puesto que, combinado con alopurinol, aporta un mecanismo dual que potencia la reducción del AUs, lo que incrementa la excreción[3] y reduce la producción a la vez. El 55% de los pacientes que utilizaron Zurampic con alopurinol alcanzaron los niveles deseados (< 6 mg/dl), frente al 23% de los que recibieron dosis de alopurinol en monoterapia[4].
Una patología curable
La gota es una enfermedad curable; sin embargo, representa un desafío clínico y una carga sanitaria importante debido a que muchos de los pacientes no reciben tratamiento, o se les prescribe un tratamiento no curativo, aun sufriendo síntomas. Fernando Vega, vicepresidente de la Liga Reumatológica Española (LIRE), destaca la necesidad de potenciar la información y formación, tanto a médicos como a pacientes, así como dotar de medios a los profesionales para que puedan realizar un diagnóstico precoz con el objetivo de evitar que la afección se cronifique y se complique con más dolencias en el medio-largo plazo.
Tal y como afirma el vicepresidente de la LIRE, “un diagnóstico tardío de la enfermedad puede desencadenar secuelas muy difíciles de contrarrestar a nivel de movilidad afectando también a la salud cardiovascular”. Como los ataques de gota inicialmente son intermitentes, la patología también se percibe como tal. Fernando Perez-Ruíz, reumatólogo del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario Cruces de Vizcaya, subraya que “se trata de una enfermedad inflamatoria crónica incluso en ausencia de síntomas y eso se asocia a mayor riesgo de mortalidad prematura y a una pérdida de la calidad de vida percibida por el paciente”.
En el programa de desarrollo clínico se investigó la eficacia y seguridad de Zurampic en combinación con un inhibidor de la xantina oxidasa en pacientes que, aun estando tratados con un inhibidor de la xantina oxidasa en monoterapia, no lograban alcanzar los niveles objetivo de ácido úrico. El desarrollo clínico de Zurampic se ha desarrollado en combinación con alopurinol, en los estudios CLEAR 1 y CLEAR 2, y en combinación con febuxostat en el ensayo clínico CRYSTAL. Todos los estudios centrales tuvieron una duración de 12 meses y posteriormente un periodo de seguimiento adicional de otros 12 meses. En estas extensiones de los estudios se confirma la mejora en la consecución de objetivos y se percibe una tendencia en la mejora de la reducción del área tofácea y de los ataques.
A menudo, los pacientes reciben información insuficiente sobre esta dolencia
Lamentablemente, la información que reciben los pacientes es, a menudo, insuficiente, lo que dificulta la adherencia al tratamiento. “En muchos casos el paciente deja de tomar la medicación recomendada por el médico y decide automedicarse. Si el paciente conociese los efectos que tiene la enfermedad a largo plazo, actuaría de otra manera. Para mejorar el enfoque de esta patología, es necesario que las asociaciones de pacientes trabajen junto con los médicos de familia o reumatólogos en campañas de información y sensibilización”, asegura Vega.
Este desconocimiento es el causante de que existan falsas creencias en torno a la gota, que se ha asociado a malos hábitos alimentarios como llevar una dieta poco saludable y la toma de grandes cantidades de alcohol. Para el doctor Perez-Ruíz, se trata de un estigma social que hay que desterrar, ya que “en numerosas ocasiones esta patología está producida por predisposición genética, enfermedades asociadas o tratamientos de enfermedades renales o cardiacas”. Ciertas prácticas ayudan, pero no necesariamente determinan su aparición. El aumento de la prevalencia de la gota se puede explicar por varios motivos: la mayor longevidad de la población, que se asocia a mayor tasa de enfermedades, así como en el aumento de la tasa de obesidad, especialmente en países que no siguen una dieta mediterránea.
Hoy en día es posible curar la gota. Fernando Perez-Ruíz explica que “cuando se consigue reducir de manera significativa los niveles de úrico durante un tiempo adecuado, los pacientes se ven libres de cristales de urato en su organismo, sin síntomas y sin riesgo de lesiones en las articulaciones: eso es curación”. A partir de ahí, se intenta mantener el ácido úrico en niveles normales para que no reaparezca la patología. Aunque los síntomas suelen ser típicos en dos tercios de los casos, el reumatólogo advierte que puede confundirse con la artritis por cristales de pirofosfato, llamada antiguamente ‘pseudogota’ (falsa gota). En los pacientes de mayor edad, especialmente mujeres con artrosis o con enfermedades o tratamientos que favorezcan la aparición de gota, los síntomas pueden ser atípicos en cuanto a forma de presentación o evolución.
Asimismo, los profesionales han coincidido en la importancia de informar y educar sobre las diferentes manifestaciones de la enfermedad, así como de las opciones de medicación adecuadas para conseguir que los síntomas se controlen a partir del primer año de terapia. El mensaje ha sido claro: la gota es curable y cada vez disponen de más medios para conseguirlo. Para ello es necesario realizar un abordaje integral que incluya la atención primaria, la atención especializada y la participación de pacientes informados, educados y empoderados.
** Alopurinol a una dosis clínicamente adecuada a criterio del investigador (con un mínimo de 300 mg/día [200 mg/día en caso de insuficiencia renal moderada] hasta 800 o 900 mg/día).
Referencias
1. Ficha técnica alopurinol. Actavis.
2. Keenan RT. Limitations of the Current Standards of Care for Treating Gout and Crystal Deposition in the Primary Care Setting: A Review. Clin Ther. 2017; 39 (2): 430-441.
3. Ficha técnica Zurampic (lesinurad). Grünenthal GmbH.
4. Bardin T, Keenan RT, Khanna PP, Kopicko J, Fung M, Bhakta N, et al. Lesinurad in combination with allopurinol: a randomised, double-blind, placebo-controlled study in patients with gout with inadequate respond to standard of care (the multinational CLARE 2 study). Ann Rheum Dis. 2017; 76 (5): 811-820.