Redacción Farmacosalud.com
Para el doctor Javier Salvador, director del Departamento de Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra (Pamplona), una de las grandes virtudes del fármaco liraglutida (Saxenda) es su eficacia a la hora de evitar “la recuperación ponderal* que se produce tras una pérdida de peso”. Con la administración de Saxenda -medicamento indicado para el tratamiento de la obesidad- se logra incluso “una pérdida de peso adicional” después de que el paciente haya adelgazado, subraya Salvador, que ha atendido a www.farmacosalud.com con motivo del 58 Congreso de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), celebrado en octubre en Málaga.
En el siguiente vídeo, el doctor Salvador explica por qué es importante considerar a la obesidad como una enfermedad crónica.
“Con el tiempo, el obeso metabólicamente sano se transforma en enfermo”
En cuanto a la conocida como obesidad metabólicamente sana, concepto que aglutina a aquellas personas que presentan exceso de peso pero que no padecen alteraciones relativas a la glucosa, colesterol, presión arterial, etc, Salvador dice lo siguiente: “En este Congreso (SEEN) hemos demostrado que los pacientes calificables como obesos metabólicamente sanos tienen hasta un 30-31% de prevalencia de síndrome de apnea obstructiva del sueño, que no es en sí una complicación metabólica pero sí una complicación devastadora, es decir, puede amenazar de una forma clara el sueño y el descanso de las personas e incluso su estado cognitivo”. En este sentido, el experto advierte que “con el paso del tiempo este obeso metabólicamente sano se transforma en un obeso metabólicamente enfermo, y por lo tanto esto quiere decir que todas las personas con obesidad requieren atención de una forma clara”.
Para el endocrinólogo, la obesidad es hoy en día “una pandemia”, tal y como se refleja en los registros. Según datos del año 2011, la prevalencia de esta enfermedad en España casi alcanza un 23% en adultos… “Estamos en 2016 y no tengo yo muy claro que esto haya disminuido”, comenta. La prevalencia de sobrepeso -gente con exceso de peso pero que no llega a la calificación de obesidad- en España es superior a un 60% en adultos. Todo ello constituye “un problema sanitario de primera magnitud, un problema de salud pública gigantesco que da lugar a muchas ramificaciones y desarrollo de problemas como la insuficiencia cardiaca, cardiopatía isquémica… cuando una persona tiene un infarto de miocardio nunca piensa que la obesidad ha podido tener un papel importante… yo le aseguro que sí”, afirma el doctor.
Con Saxenda, menos apetito y aumento de la saciedad
En la historia más reciente de la medicina hubo dos medicamentos para tratar la obesidad que tuvieron que ser retirados del mercado por sus efectos secundarios (uno por asociación con riesgos cardiovasculares y otro por riesgo de depresión y tendencias suicidas). Al margen de estos dos fármacos, hasta ahora se ha venido disponiendo únicamente de la molécula Orlistat, que bloquea la absorción del 30% de la grasa que se ingiere, pero sin afectar al apetito. No obstante, ahora se ha tenido la oportunidad de crear un fármaco que frena el apetito a partir de GLP-1, una hormona intestinal que todos los humanos producen, especialmente tras una ingesta de alimentos. “Liraglutida, que es lo que contiene Saxenda, es un agonista de receptor de GLP-1 de larga duración” que, administrado por vía subcutánea de forma diaria, “conlleva una reducción del apetito, un aumento de la saciedad y una reducción de la ingesta”, además de lograr una “pérdida de peso”, enumera Salvador. “Con esto quiero decir que si consideramos que el apetito es un objetivo prioritario en el tratamiento de la obesidad, Saxenda es un fármaco fantástico”, asegura el experto.
Saxenda utiliza un mecanismo fisiológico para potenciar el efecto saciante que se tiene después de cada comida. “Esto quiere decir -prosigue el especialista- que el mecanismo no tiene un efecto directo sobre la neurotransmisión a nivel del sistema nervioso central; por tanto, la probabilidad de que Saxenda pueda tener un perfil inadecuado de seguridad relacionado con los efectos secundarios de fármacos anteriores es extraordinariamente baja”. El nuevo fármaco, “eficaz a la dosis de 3 miligramos”, genera además una serie de efectos añadidos sobre el metabolismo, sobre la presión arterial y sobre el perfil lipídico “que son favorables para la persona con obesidad”, enfatiza. Según Salvador, la suma de estas dos ventajas y el hecho de que liraglutida (Saxenda) ya sea conocida por haber sido aprobada para el tratamiento de la diabetes tipo 2 a dosis más bajas (1’2-1’8 miligramos), induce a “pensar que Saxenda va a tener un buen recorrido de eficacia y de seguridad” en el ámbito del tratamiento de la obesidad.
El perfil de seguridad de Saxenda “es francamente favorable”
El director del Departamento de Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra sostiene que las propiedades de Saxenda colocan a este medicamento “en una posición absolutamente preferente en este momento en el tratamiento farmacológico de la obesidad”, en especial después de que recientes estudios hayan demostrado que el fármaco “tiene, claramente, mayor eficacia que Orlistat”. En opinión de Salvador, el perfil de seguridad de Saxenda “es francamente favorable” y, si bien su administración “puede producir sintomatología nauseosa en las primeras semanas”, posteriormente dicha sintomatología “se va atenuando y llega a desaparecer en la gran mayoría de pacientes tratados”.
A juicio del galeno, los pacientes que más se van a beneficiar de Saxenda son aquellos con un índice de masa corporal más elevado y con más comorbilidades asociadas. En un plano más concreto, se verán claramente beneficiados aquellos individuos son un índice de masa corporal superior a 27 y comorbilidad asociada, como por ejemplo diabetes, hipertensión, apnea del sueño o dislipemia, o sujetos con un índice de masa corporal superior a 30 kg/m2. “Por lo tanto, el espectro de indicación es extraordinariamente amplio, la tolerancia es francamente interesante y la compatibilidad con otros fármacos es francamente buena. Es evidente que no se puede administrar combinado con otro tipo de agonistas de GLP-1 porque entraría dentro de la misma familia, o incluso con un inhibidor de la enzima DPP4, que se utiliza para el tratamiento de la diabetes y no de la obesidad”, afirma.
La cirugía bariátrica es otra de las opciones para tratar los casos más complicados de obesidad. No obstante, “muchos” de esos pacientes “no llegan a intervenirse” porque “las listas de espera son largas, porque tienen temor a la intervención quirúrgica”, etc, puntualiza. Saxenda, por otro lado, es “extraordinariamente eficaz” a la hora de evitar “la recuperación ponderal que se produce tras una pérdida de peso. Hay un estudio muy claro que demuestra que cuando se administra Saxenda después de haber perdido peso, los pacientes tienen incluso una pérdida de peso adicional y, sobre todo, lo que no hacen es recuperar peso, que es lo que sucede cuando reciben placebo”, refiere el facultativo.
“La obesidad es una enfermedad crónica que requiere tratamiento crónico, con Saxenda o con lo que sea: dieta, ejercicio… a lo mejor en cada momento hay que individualizar la situación de cada paciente y decidir cuál es el abordaje terapéutico más adecuado en esa situación. Pero lo que no se puede hacer es decir ‘bueno, ya hemos conseguido un objetivo terapéutico razonable y ahora quitamos el tratamiento’, porque entonces la recuperación ponderal es prácticamente matemática”, concluye.
* Ponderal: perteneciente o relativo al peso (Diccionario RAE)