
Santiago Ogando Pérez
Fuente: HarperCollins / Ingenio de Comunicación
Santiago Ogando Pérez, autor del libro ‘Romances y cuernos reales’ (HarperCollins): Santiago Ogando se dedica a la medicina, que es su carrera y profesión, y a la historia, su gran afición. Fruto de todo ello, ha consagrado parte de su vida a la divulgación, a través de su cuenta de Instagram, de las vivencias y los momentos más interesantes del devenir de España, así como del pasado de la medicina y de la neurología, su especialidad médica. [ Instagram: @historiasporlahistoria ].
Redacción Farmacosalud.com
Gala Placidia, Leovigildo, los Reyes Católicos, Carlos I, Fernando VII y Alfonso XIII: son personajes regios que gobernaron lo que en la actualidad es España… otra cosa es cómo llevaron sus amores formales, sus devaneos entre sábanas tan oficiales como oficiosos y sus interioridades políticas, y cómo todo ello influyó no solamente en sus propias vidas, sino en la de todos sus súbditos y en el relato que nos han legado juglares abnegados, confidentes interesados e historiadores rigurosos. El divulgador Santiago Ogando Pérez echa un vistazo a los secretos de alcoba, confesiones íntimas y verdades documentadas de todos esos reinados a través del libro ‘Romances y cuernos reales’.
Asuntos de cama, intrigas de palacio y traiciones varias
La obra de Ogando transita entre los siglos V y XX. Con la expresión ‘cuernos’, se entiende que hay unas infidelidades matrimoniales que marcaron de algún modo los pasajes históricos descritos, pero tampoco hay que darlo todo por sentado porque, traicionar o ser traicionado, y más aún en ambientes palaciegos, no remite únicamente al mundo de las astas figuradas, sino también a un amplio repertorio de deslealtades… y a veces ni eso.
Por ejemplo, si bien es cierto que en varios de esos mandatos hubo infidelidades conyugales más o menos conocidas, en ciertos casos, como en el de la pareja formada por Carlos I e Isabel de Portugal, “descubriremos cómo una boda de conveniencia se convirtió en un amor fiel. De todos modos, lo cierto es que, en el libro, además de historias de amor más dulces, trato también acerca de traiciones en otros ámbitos, desde el propio matrimonio hasta otros grados familiares como los que incluyen a padres o hermanos, y también, claro, de traiciones políticas”, comenta el autor del manual.
Por aquellos tiempos, los asuntos de cama de la realeza influyeron de algún u otro modo en la toma de decisiones para todo el pueblo. Así, en numerosas ocasiones -detalla el divulgador-, “el devenir político de la historia de España estuvo marcado por cuestiones amorosas: desde disputas entre esposos y parientes que podían terminar desembocando en una guerra encarnizada entre familiares y súbditos, hasta monarcas que dejaban de lado sus funciones (o se implicaban más) por causa de sus variaciones sentimentales, pasando por, sin ir más lejos, los matrimonios pactados, que, durante siglos, han tratado de unir, además de a dos cónyuges, a sus respectivas dinastías en alianza y, a veces, sus reinos, como veremos en varios de los capítulos, como en el de los Reyes Católicos”.
Algunos/as de los amantes de los monarcas que aparecen en el libro -aunque dichos amantes no fueran monarcas- pasaron más bien desapercibidos/as o sin poder alguno, mientras que otros tuvieron poder e, incluso, los hubo que ostentaron mucho poder. Dependía de cada caso, es decir, dependió de cada época en la que se produjeron los hechos y del papel desempeñado por los implicados en tales episodios. “Tenemos a lo largo de la historia amantes reales de quienes apenas sabemos más que su nombre por ser madre de algún hijo legitimado, especialmente en los tiempos más antiguos, y que solían pasar desapercibidas tanto en la historia como, a veces, incluso en los palacios, y tenemos también algunos favoritos reales que, de alguna manera o de otra, terminaron colándose en los entresijos de la corte para erigirse en verdaderos dueños del país”, asegura Ogando.

Fuente: HarperCollins / Ingenio de Comunicación
Los 6 reinados de ‘Romances y cuernos reales’
• Ataúlfo fue rey de los visigodos entre los años 410-415 (siglo V) y se casó con Gala Placidia, hija del emperador romano Teodosio I. Esta es una de las parejas más curiosas de ‘Romances y cuernos reales’, tanto por su origen tan distinto como por lo tempestuoso de su matrimonio. Además, hay que tener en cuenta que el origen de Teodosio y de su familia era hispánico.
El caso es que Ataúlfo, en compañía de su romana esposa, fue el primero de todos los reyes godos en llegar a Hispania (y también el primero en morir en ella), iniciando una etapa para su pueblo y, primigeniamente, para la península, que habría de durar todavía tres siglos. “Su presencia aquí fue breve y su territorio de dominación escaso, pero, debido a las consecuencias de su matrimonio y de los hechos posteriores a la muerte de Ataúlfo -oficializando tiempo después a Hispania como territorio visigodo-, estos dos esposos tuvieron un impacto fundamental en nuestra historia”, sostiene el autor del libro.
• Leovigildo, rey godo, gobernó entre los años 568 y 586 (siglo VI). “Probablemente, de los tres siglos que mencionaba antes de presencia visigoda, Leovigildo sea el principal de dichos monarcas. Fue el primero en vestir de púrpura y ceñir su cabeza con corona, estuvo a punto de unificar por primera vez Hispania bajo el mando visigodo y fue el último de los mismos que no profesó la religión católica, sino la arriana. “Precisamente, esta cuestión de fe será uno de los problemas que dieron pie a la guerra familiar surgida entre él y su hijo, el futuro San Hermenegildo, con especial protagonismo para sus respectivas esposas, Gosvinta e Ingunda (que además de suegra y nuera, eran abuela y nieta), terminando todo ello de mala manera...”, comenta.
• En 1475 (siglo XV) se firmaron las bases de la unión de las coronas de Castilla y Aragón, cuyos monarcas eran Isabel I de Castilla (1451-1504)* y Fernando II de Aragón (1452-1516)* [siglo XV-XVI]. Este matrimonio, conocido como los Reyes Católicos, fue el germen del nacimiento de un país, el que más adelante recibiría la denominación de España como tal. En el nuevo manual, por cierto, se habla de que este fue un ‘matrimonio prohibido’.
*fechas de nacimiento y defunción
A este respecto, Ogando apunta que “la unión dinástica que implicó el matrimonio entre estos dos príncipes, si bien no llegó a homogeneizar como tal sus respectivos reinos, fue crucial para España tal y como la conocemos hoy en día. Sin embargo, no todos estaban a favor de este enlace, empezando por el medio hermano mayor de Isabel, Enrique IV de Castilla, que le tenía previsto otros candidatos. Por tanto, Fernando tuvo que salir de Aragón disfrazado de mulero, vagando velozmente de incógnito por las frías noches de un octubre castellano, para conseguir casarse. Boda que, por cierto, no era todavía legítima, pero eso tendremos que descubrirlo ya en el libro”.
Y la pregunta del millón… ¿allí quién mandaba más, Isabel o Fernando? “Buena pregunta. Es muy célebre el lema de Fernando, ‘Tanto monta’, tantas veces redondeado a modo de coplilla con el ‘monta tanto, Isabel como Fernando’. Lo cierto es que, más que una referencia a la corregencia con su esposa, esta frase aludía a un antiguo mito clásico vinculado a Alejandro Magno**. Realmente, sus ámbitos de poder en Castilla estaban teóricamente establecidos desde apenas un mes después de su ascenso al trono, en la Concordia de Segovia. En ella, se le daban a Fernando amplios poderes raramente otorgados a un consorte real en ejercicio, algo similar, aunque con matices, a lo que ocurriría con Isabel en Aragón algo más de un lustro después”, remarca el autor.
**Cuando Alejandro Magno estaba cruzando Frigia para conquistar el Imperio Persa, encontró en un templo un nudo antiquísimo, que nunca había sido desatado, envolviendo una lanza y un yugo. Este nudo estaba ofrecido a Zeus, naciendo una leyenda por la que, si alguien algún día era capaz de desatarlo, lograría convertirse en dueño de Oriente. Al encontrárselo Alejandro, tomó su espada y lo cortó. La crónica cuenta que dijo: ‘tanto monta cortar como desatar’. Y, en efecto, logró conquistar el Imperio Persa.
Fernando tomó como su emblema personal el yugo, con Y de Isabel, y con este, tomó como lema Tanto Monta, al ser soberano de una Corona que, siguiendo como camino el Mediterráneo, ponía también sus ojos en oriente.
“Con frecuencia- agrega-, Fernando tendía a destacar en los frentes de guerra, mientras que Isabel acostumbraba a ser la encargada -ambos muy buenos en sus respectivas tareas, por cierto- de resolver los asuntos ocurridos en la retaguardia, constituyendo un tándem tan bien complementado como eficiente”.

Carlos I de España retratado por Tiziano, 1532-1533
Fuente: Tiziano / Según Jacob Seisenegger - Official Prado link
Difusión: Wikipedia
• A partir de Carlos I (1500-1558*, siglo XVI), todos los reyes son llamados ya rey de España (o de las Españas). “Hay que decir que el reinado de Carlos I no está exento de controversias. Pasó gran parte de su vida en constante lid con los enemigos de la fe católica, aunque tuvo también en las Españas diversos conflictos por otorgar cargos tradicionales a extranjeros y utilizar los impuestos para sus empresas europeas mientras su madre, Juana, permanecía en Tordesillas reinando sin poder”, explica Ogando. Sin embargo, al haber incorporado bajo un mismo cetro la herencia de su abuela Isabel (incluyendo la recién descubierta América y territorios del Pacífico), y la de su abuelo Fernando (sumando las posesiones mediterráneas, destacando gran parte de Italia) junto con las posesiones centroeuropeas (Austria, los derechos imperiales y Borgoña con Flandes) de sus abuelos paternos, Carlos I logró alcanzar para la Católica Monarquía la verdadera hegemonía de la época.
Y también consiguió, especialmente al incorporar su hijo Felipe II la corona portuguesa por los derechos de su madre, la emperatriz Isabel, aunar gran parte del mundo conocido -como un día había hecho Roma-. En el caso de Carlos I, aunó el mundo conocido bajo la autoridad de la que después sería conocida como la Hispanidad.
• Fernando VII (1784-1833*, siglos XVIII y XIX) contrajo matrimonio en 4 ocasiones. Su vida ejemplifica como ninguna la sospecha de que, cuántas más uniones de este tipo, más terreno abonado para las intrigas de palacio. De hecho, sus cuatro matrimonios comportaron la sucesiva aparición en la corte de misterios, tragedias y embrollos de diversa índole: “el primer matrimonio, con María Antonia de Nápoles, fue el inicio de las intrigas cortesanas del futuro rey (cuando todavía era el Príncipe de Asturias), hasta el extremo de que la Princesa falleció entre rumores de envenenamiento; su segundo matrimonio, con Mª Isabel de Portugal, coincidió con el periodo de mayores infidelidades por parte del rey, terminando con un tristísimo final para esta benefactora reina (tanto el suyo como el de su descendencia); su tercero, con Mª Josefa Amalia de Sajonia, quien al principio recelaba de la intimidad con su esposo, estuvo marcado por los pronunciamientos liberales y por la preocupación por la ausencia de herederos, con un Fernando VII cada vez más enfermo y precozmente decrépito”.
Y así se llega al cuarto matrimonio, en el que Mª Cristina de las Dos Sicilias, concibió, al fin, dos herederas para la corona. “Sin embargo, ni este hecho fue garantía de estabilidad dinástica ni esa unión estuvo exenta de intrigas, desembocando todo ello en una guerra sucesoria a la muerte del rey entre su hermano D. Carlos y su hija Dª Isabel (con su madre como regente), conocida como la Primera Guerra Carlista”, destaca el divulgador.
• Alfonso XIII fue rey de España entre 1886 y 1931, habiendo inicialmente unos años de regencia por ser el soberano menor de edad. En ‘Romances y cuernos reales’ se explica que su matrimonio con Victoria Eugenia estuvo marcado por el desamor y la sangre, en este último caso por el atentado con bomba cometido por un anarquista tras el enlace real. El ataque pretendía acabar con la vida de los Reyes durante el desfile nupcial que debía de discurrir entre la Iglesia de San Jerónimo y Palacio (Madrid), pero al final lo que ocurrió es que la bomba causó el fallecimiento de más de 20 espectadores y asistentes al cortejo, mientras que la regia pareja resultó ilesa. Pese a que el objetivo del autor del atentado era causar el máximo daño posible a los monarcas, su acción sólo logró teñir de sangre el vestido de la reina.
“Aquí, el amor de Alfonso y Victoria Eugenia estaba más vivo que nunca. No obstante, la sangre tuvo también un gran papel en su posterior desamor. El hecho de que su hijo primogénito, el príncipe Alfonso, y su hijo pequeño, el infante Gonzalo, hubieran heredado de la reina la temida hemofilia (el infante Don Juan, conde de Barcelona, abuelo de Felipe VI y patriarca de la actual línea en el trono, no la heredó), amenazando la estabilidad dinástica, levantó entre la real pareja una inmensa distancia, que se iría ampliando durante su permanencia en el trono hasta su separación en el exilio”, aduce Ogando.
Pistas sobre uno de los secretos mejor guardados
El autor de ‘Romances y cuernos reales’ ha tenido, asimismo, el detalle con www.farmacosalud.com de dar unas pistas sobre uno de los secretos mejor guardados que aparecen en su libro: “si tuviera que elegir solo uno, por lo desconocido que es y por la importancia que tuvo para nuestro devenir histórico, probablemente sería el que aparece en el primer capítulo y que gira en torno a la desafiante carta que envió Honoria, la hija de nuestra primera protagonista, Gala Placidia. Honoria, destinada a permanecer soltera, según crónicas como la de Juan de Antioquía, fue descubierta en amores con su secretario, por lo que, para evitar el escándalo, fue propuesta para un matrimonio con un noble poco ambicioso al que no le importaban las habladurías. Ante esto, y tratando de buscar una salida más provechosa para ella, la hija de Gala Placidia decidió, osadamente, enviar una carta con su anillo al mismísimo Atila, rey de los hunos”.
“Podremos descubrir el desenlace de esta breve historia -que nos podría recordar a la de la juventud de su madre con el godo Ataúlfo- junto a muchas otras historias interesantes, mediante la lectura del libro”, manifiesta Ogando.