Redacción Farmacosalud.com
Cualquier intervención quirúrgica, por mínima que sea, supone siempre un riesgo. Por eso, los equipos de cirujanos se esfuerzan en reducir las complicaciones al mínimo, preocupados por la seguridad de los pacientes. Es por ese motivo que recientemente los cirujanos de Quirúrgica Cirujanos Asociados, del Centro Médico Teknon (Barcelona), han empezado a utilizar la neuromonitorización del nervio vago durante las cirugías mínimamente invasivas antirreflujo y de la hernia de hiato.
Gracias a la estimulación del nervio vago a nivel del esófago inferior, es posible, mediante la colocación de unos electrodos posicionados a nivel de la parte inferior gástrica o dentro de una sonda localizada en el esófago y estómago, recibir la señal que éste produce. De esta forma, se ayuda a su localización e identificación, asegurando su integridad y evitando su lesión. “Eso no reemplaza la visualización del nervio por parte del cirujano, pero lo complementa y hace que la cirugía tenga menos riesgos de complicaciones”, explica el Dr. Alberto Díez-Caballero, especialista en cirugía laparoscópica de alta complejidad y miembro de Quirúrgica Cirujanos Asociados, quien añade que el beneficio más evidente de esta neurestimulación es en cirugías de mayor riesgo, como grandes hernias de hiato o reintervenciones en pacientes previamente operados por reflujo o hernia de hiato.
ERGE: genera pirosis
El reflujo gastroesofágico (ERGE) se produce cuando el esfínter que se encuentra en la parte inferior del esófago se relaja en un momento inadecuado y permite el ascenso del ácido gástrico al esófago. Eso se traduce en un síntoma típico conocido médicamente como pirosis (ardor o quemazón). Muchas veces, asociado al reflujo, el paciente también presenta una hernia de hiato o ascenso del estómago hacia el tórax, a través del orificio natural de paso del esófago del tórax al abdomen. La presencia de una hernia de hiato altera los mecanismos antirreflujo naturales de la unión del esófago con el estómago y puede ser la causante de un empeoramiento del ERGE, además de producir otros síntomas derivados de la distensión gástrica dentro del tórax o la presencia de úlceras gástricas.
El tratamiento médico en algunos casos mejora los síntomas, pero en otros estas molestias recurren al suspender la terapia. “El tratamiento quirúrgico del reflujo surge como una alternativa eficaz, que no debe ser de última elección, estando indicada en aquellos pacientes que requieren dosis progresivas de medicamentos, que son jóvenes, que no se pueden adherir a terapias largas, que presentan esofagitis complicadas, esófago de Barrett, o tienen síntomas atípicos que no responden al manejo médico”, explica el Dr. José Sáez Hernández, especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo, miembro de Quirúrgica Cirujanos Asociados. La cirugía también puede estar indicada en pacientes con hernia de hiato sintomática, independientemente de su asociación con el reflujo gastroesofágico.
Riesgo de distensión abdominal, digestiones pesadas y mal estado general
La lesión del nervio vago –anterior y posterior– es uno de los riesgos que se corren en el procedimiento de disección del hiato esofágico, para conseguir una completa reducción del estómago herniado, si es que lo estuviese, y en la disección de la parte superior del estómago para la realización de una nueva válvula que compense el defecto en el esfínter esofágico inferior.
“Su lesión inadvertida puede condicionar un posterior retraso en el vaciamiento gástrico, ocasionando distensión abdominal, digestiones pesadas y mal estado general en el paciente”, añade el Dr. Luis Aguilar Blasco, especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo, también de Quirúrgica Cirujanos Asociados, para quien el éxito de estas cirugías depende en gran medida de una adecuada evaluación preoperatoria del paciente, y ahora, gracias a la neuromonitorización, también es posible reducir los riesgos durante las intervenciones quirúrgicas mínimamente invasivas que se realizan en el centro.