Redacción Farmacosalud.com
Uno de los objetivos del Prof. Fernando Bandrés como nuevo presidente de la Fundación Tecnología y Salud pasa por ahondar en “las nuevas estrategias que vinculan la tecnología con la humanización de la asistencia sanitaria”. Para este docente, investigador y divulgador científico, la nanotecnología se convertirá, desde un punto de vista tecnocientífico, en “uno de los avances más prometedores, incluso para dar nombre al ejercicio de una nueva realidad, la nanomedicina aplicada al diagnóstico y tratamiento integral del paciente”. Bandrés considera que, si bien las ciencias de la salud están viendo y experimentando un desarrollo tecnológico extraordinario, ese desarrollo no está teniendo lugar en España con la equidad que sería deseable: “Si entendemos la equidad en el sentido que aporta nuestra vigente ley de Cohesión y Calidad de 2015, que entiende el término como de igualdad efectiva y acceso en todo el territorio nacional a la prestación sanitaria y protección de la salud, y al hecho de posibilitar la libre circulación de todos los ciudadanos, debo decir que, a pesar de los grandes avances que hemos experimentado, todavía queda mucho por hacer para cumplir estos objetivos”.
-¿Qué objetivos estratégicos se ha marcado como nuevo presidente de la Fundación Tecnología y Salud (FTYS)?
Hemos acordado elaborar en unos días el programa de actividades que recogerá sin duda los objetivos estratégicos. De cualquier forma, creo que el trabajo realizado es de gran calidad y visión institucional. Por ello, es mi interés mantener las líneas de actuación, profundizarlas y ampliarlas más aún si cabe, especialmente en lo que se refiere a la relación fundamental entre la tecnología sanitaria asociada a la calidad y seguridad del paciente, así como a las nuevas estrategias que vinculan la tecnología con la humanización de la asistencia sanitaria. Otro aspecto relevante es, a mi juicio, intentar incorporar la enseñanza de las nuevas tecnologías en los programas docentes universitarios de grado y posgrado y en los que la FTYS podría tener una voz muy autorizada.
-Durante el mandato de casi 6 años de José Luis Gómez al frente de la institución, se han llevado a cabo proyectos encaminados a mejorar la seguridad de los pacientes y los profesionales sanitarios. ¿Qué queda pendiente por hacer en el ámbito de la seguridad?
Entiendo que incorporar criterios de seguridad en la asistencia sanitaria afecta no solo al paciente -objetivo fundamental-, sino también a los profesionales y al conjunto de la compleja actividad sanitaria, que no es solo asistencial sino también investigadora, docente y gerencial. Por ello es un privilegio poder contar en el equipo actual con José Luis Gómez y demás miembros del Patronato. El aval, capacidad y compromiso de los miembros del Patronato harán posible que seamos capaces de profundizar y avanzar en el desarrollo, emergente, de lo que hoy denominamos ‘cultura de seguridad y calidad’ percibida en la compleja actividad sanitaria de nuestro siglo.
-Usted considera que ‘concebir la tecnología como una mera cuestión de dependencia entre ciencia y técnica, o acaso equiparar técnica a tecnología, son en ambos casos reduccionismos’.
Así es. El progreso científico, tan relevante en los últimos 50 años, se debe fundamentalmente -y entre otras muchas variables- a que hemos superado el concepto de ‘observación natural’, pues hoy obtenemos la mayoría de los conocimientos científicos en virtud de la estrecha dependencia entre ciencia y técnica. Para conocer y descubrir nuevos saberes han de inventarse nuevos procedimientos técnicos que, a su vez, nos aportan nuevos conocimientos científicos, imposibles de alcanzar sin la incorporación de técnicas al método científico. Estamos ante una nueva forma de conocer, una nueva relación científico-técnica o técnico-científica que hemos denominado tecnociencia.
Pues bien, la tecnología, a mi juicio, no es solo la mera relación entre ciencia y técnica, sino que debajo de ella hay todo un entramado de conocimiento relacionado con el capital humano que la ejecuta, así como el marco económico, social y cultural que la sustenta. Todo ello, ordenado y coordinado para cumplir con la finalidad de curar, cuidar y mejorar la calidad de vida y la salud. Este concepto de tecnología, que es especialmente avanzado por los objetivos y fines de la medicina y las ciencias de la salud, nos coloca, como dijera Johan Galtung, ante una nueva estructura cognitiva y cosmología social.
-En otras declaraciones, usted sostiene que ‘en esta nueva sociedad del conocimiento es muy difícil conocer sin el desarrollo de la técnica, especialmente en el ámbito de las Ciencias de la Salud’. ¿Tecnología y humanización son cada vez más compatibles?
Abundando en lo que dije anteriormente, lo distintivo de la tecnociencia es permitir que emerjan nuevas realidades. Una de ellas es percibir que la tecnología supera el concepto que se refiere al manejo exclusivo de herramientas técnicas complejas, ya que tiene que ver con una nueva dimensión de carácter sociosanitario.
Mejorar la salud y la calidad de vida de la población se hace entonces en términos de calidad, seguridad y excelencia, en el marco de nuevos modelos de gestión y de políticas de salud. Todo ello determina una actualización de los valores y virtudes que sustentan la atención sanitaria, determinantes de lo que me permito llamar una ‘neo-humanizacion’ de la asistencia sanitaria, pues se recogen y actualizan no solo valores tradicionales y propios de la atención sanitaria, sino que a la vez emergen otros como la prudencia y precaución, e incluso nuevas formas de responsabilidad. Humanizar hoy la asistencia sanitaria tiene que ver, entre otras muchas cosas, con singularizar los cuidados y su gestión, y atender y acompañar; en definitiva, es conjugar el verbo humanizar en un marco asistencial biológico, psíquico y social. Para lograr estos fines, la tecnología es y será un elemento fundamental
-A su juicio, las ciencias de la salud están viendo y experimentando un desarrollo tecnológico extraordinario. ¿Ese desarrollo está teniendo lugar con equidad en todo el territorio español?
Si entendemos la equidad en el sentido que aporta nuestra vigente ley de Cohesión y Calidad de 2015, que entiende el término como de igualdad efectiva y acceso en todo el territorio nacional a la prestación sanitaria y protección de la salud, y al hecho de posibilitar la libre circulación de todos los ciudadanos, debo decir que, a pesar de los grandes avances que hemos experimentado, todavía queda mucho por hacer para cumplir estos objetivos. Es aquí donde la tecnología sanitaria se convierte en parte de la solución. Estoy pensando en las aportaciones de las tecnologías de la información y entre ellas la bioinformática, la telemedicina, los nuevos avances de la biotecnología diagnóstica y terapéutica, prótesis, implantes y un largo etc., enmarcado todo ello en los nuevos modelos de gestión por procesos y de creación de valor en salud. Indudablemente, las tecnologías sanitarias son parte de la solución.
Si entendemos la equidad por sus antónimos (parcialidad, desequilibrio, injusticia, incluso blandura…) debo reiterar que queda mucho camino por recorrer. De nuevo, las tecnologías de la salud y su gran capacidad innovadora forman parte de la solución para transformar estos antónimos en sinónimos. Estoy pensando en la estrecha relación de las tecnologías sanitarias con la gestión clínica del paciente crónico, la atención domiciliaria, la disminución del ‘hospitalocentrismo’ o el desarrollo de las nuevas medicinas, ya sean centradas en el paciente, personalizadas o de precisión.
Es entonces cuando justifico que las nuevas tecnologías deben penetrar en los programas formativos de grado y posgrado universitario de los profesionales de la salud, así como en las nuevas profesiones sanitarias. Serán determinantes para afrontar el cambio cultural en el que estamos inmersos y responder en términos de responsabilidad, eficacia, eficiencia, efectividad, sostenibilidad, pertinencia y humanización desde los valores, derechos y deberes. Aplicar las tecnologías de la salud y su capacidad innovadora es la brújula para una sociedad más culta y más justa en el siglo XXI. Incluso recuperaremos para el término ‘equidad’ nuevas y viejas acepciones como ecuanimidad, objetividad, moderación y equilibrio.
-¿En su opinión, cuál es el nivel de la tecnología sanitaria que actualmente hay disponible en España?
En mi opinión, el parque tecnológico sanitario español es muy relevante. Ha evolucionado de manera satisfactoria, incluso atravesando crisis económicas y sociosanitarias importantes en los últimos 20 años. Se ha desarrollado de manera relevante la innovación disruptiva y la competitividad en el sector de la salud. Me atrevo a citar, en este sentido, como ejemplos significativos: el esfuerzo del sector público en la incorporación de nuevas tecnologías en su cartera de prestaciones, la evolución de los nuevos modelos de gestión sanitaria público-privada, e incluso la significativa renovación del parque tecnológico del sector sanitario privado.
-¿Qué avances tecnológicos recientes vinculados con el mundo de la salud quisiera destacar?
Citaré, en primer lugar, el diagnóstico in vitro por ser al que más cercano estoy profesionalmente. No solo por el gran avance de las tecnologías ‘ómicas’, sino también por el desarrollo de tecnologías que permiten estudiar nuevos biomarcadores de la enfermedad, capaces de cambiar el concepto de la patogenia de un proceso, su pronóstico, e incluso la predicción de acontecimientos. En esa misma línea se encuentran, a mi juicio, la tecnología de la imagen y las tecnologías de la información.
Si miro hacia el sector hospitalario, mencionaría la tecnología relacionada con los denominados servicios troncales o transversales de los hospitales, entre los que destacaría los servicios de imagen, medicina de laboratorio, anatomía patológica y farmacia hospitalaria. Incluyo también en esta troncalidad el nuevo concepto y gran desarrollo e importancia que está teniendo la ingeniería hospitalaria. Tampoco debemos olvidar que son avances tecnológicos, en presente -y con grandes expectativas de futuro-, la robótica, la inteligencia artificial, el aprendizaje automático o el internet de las cosas. La medicina del siglo XXI, como dijera Leroy Hood, será preventiva, predictiva, participativa y personalizada, añadiéndose hoy la quinta ‘P’ de precisión. Retos que justifican que los grandes avances tecnológicos necesiten del desarrollo de la innovación y el emprendimiento.
-¿Y cuál es el avance más prometedor que está cerca de llegar, tecnológica y sanitariamente hablando?
Es muy difícil seleccionar o elegir porque el avance tecnológico y la capacidad de innovación en el ámbito de la medicina y las ciencias de la salud es imparable. De ello son buen ejemplo los avances tecnológicos experimentados en las diferentes especialidades médicas y quirúrgicas, que permiten diagnósticos y tratamientos impensables hace 15 años.
Entiendo que la pregunta requiere ser más concreto y, por ello, me permito opinar, con el sesgo y limitaciones propias de mi actividad profesional, que están por llegar las tecnologías vinculadas a la atención sanitaria del paciente crónico, y la atención domiciliaria en todas sus dimensiones (médico-biológicas y psicosociales). En ello incluyo las tecnologías de la información para la mejor gestión del paciente, así como las técnicas e instrumentos que permitan mejores controles biológicos de los procesos, relacionados a su vez con algoritmos para la toma de decisiones. Una gestión clínica y holística del paciente es la gran promesa.
De forma más conceptual y desde el criterio de la tecnociencia, creo que será la nanotecnología uno de los avances más prometedores, incluso para dar nombre al ejercicio de una nueva realidad, la nanomedicina aplicada al diagnóstico y tratamiento integral del paciente. A mi juicio es uno de los ejemplos más interesantes que relacionan la transferencia de conocimiento y la atención sanitaria.
Sanitariamente hablando, creo que la clave y el avance más prometedor está y estará en el potencial humano. Los médicos y profesionales sanitarios del futuro serán cada vez más multidisciplinares, siendo una de sus características fundamentales la de ser innovadores. Entiendo la innovación como una aplicación práctica de la creatividad. Es responsabilidad, pues, de las empresas, universidades e instituciones identificar el talento, que se sustenta en dos capacidades o competencias: la de entender y la de saber desempeñar una actividad.