Redacción Farmacosalud.com
La mayoría de los enfermos terminales prefieren ser cuidados y fallecer en domicilio. Sin embargo, el lugar más frecuente de fallecimiento es el hospital, lo que repercute en la calidad de atención al final de la vida del paciente porque el afectado no se encuentra en el entorno físico que desea. Por ello, los profesionales médicos abogan por una adecuada planificación que permita la implementación de mayores recursos de apoyo en domicilio con el objetivo de facilitar mejores cuidados a los pacientes en estos momentos, según se desprende de un comunicado difundido por la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI).
Este es uno de los temas abordados en la Jornada de Grupos de Trabajo que la SEMI ha llevado a cabo con la participación de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Cuidados Críticos y Unidades Coronarias (SEMICYUC), la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL), la Sociedad Madrileña de Ética Enfermera (SMETICAE) y el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC).
Hay pacientes que no quieren conocer datos sobre su dolencia
Otra de las conclusiones de dicha Jornada sostiene que la información es un instrumento fundamental en la relación clínica y debe seguir un patrón secuencial dependiendo de cada paciente. Según explica el Dr. Eloy Pacho, coordinador del Grupo de Bioética de la SEMI, “los profesionales debemos asegurarnos de que el paciente asimile la información necesaria para afrontar cada una de las fases de la enfermedad. En este sentido, mayor información no supone mejor conocimiento y más responsabilidad sobre la salud”. Asimismo, añade, “hay pacientes que no quieren conocer y este derecho debe ser respetado”.
En cuanto a la comunicación de malas noticias, “es importante asumir el compromiso de formación y entrenamiento continuados en habilidades relacionales, que incluye la gestión y el auto-cuidado emocional del profesional, y el entrenamiento en actitudes éticas básicas: respeto, presencia y confianza”, apunta el Dr. Benjamín Herreros, miembro de la SEMI y del comité científico de la Jornada.
Analizar la decisión del enfermo de no someterse a intervención
La autonomía del paciente ha centrado parte del encuentro. Así, respetar el rechazo por parte del paciente a someterse a intervenciones es un deber moral del médico, incluso en los casos de riesgo vital, siempre que la decisión de este sea libre y voluntaria. Pero es preciso asegurar que es una verdadera libertad de elección y para ello los profesionales proponen una valoración sistemática de las circunstancias del rechazo de las intervenciones, que incluya una información completa y accesible, una valoración exhaustiva de la capacidad para tomar decisiones y la detección de posibles coacciones externas. Además, apuntan a la necesidad de persuadir al paciente para que modifique su criterio, siempre ofreciendo opciones alternativas a la intervención rechazada.
En cuanto a la limitación de los esfuerzos terapéuticos, es importante conocer de forma adecuada el pronóstico antes de decidir. Para ello, se propone utilizar la clasificación SOFA (sistema de medición diaria de fallo orgánico múltiple de seis disfunciones orgánicas) seriada para predecir la mortalidad de pacientes con ingreso prolongado en la UCI que sufren una complicación grave.