Redacción Farmacosalud.com
El Dr. Rafael Bañares Cañizares es el nuevo presidente de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH). Su nombramiento ha tenido lugar en el marco del 50º Congreso de esta sociedad científica, evento celebrado recientemente en Madrid. De entre todos los avances conocidos durante la reunión congresual, el Dr. Bañares hace especial hincapié en “la identificación en pacientes con tumores hepáticos malignos de un microbioma específico del hepatocarcinoma, es decir, la presencia dentro del tejido tumoral de microorganismos bacterianos, cuya existencia, además, modifica o condiciona el pronóstico y la respuesta al tratamiento”. El presidente de la AEEH cree que este hallazgo podría dar lugar a una “vía terapéutica adicional” frente al cáncer de hígado, si bien “todavía es muy pronto para pensar” en esa posibilidad.

Dr. Rafael Bañares Cañizares
Fuente: AEEH / Euromedia Grupo
En cuanto al elevado consumo de alcohol en menores de edad, comportamiento que preocupa en grado sumo a los hepatólogos, el Dr. Bañares admite que la erradicación o al menos minimización de este fenómeno es una tarea harto complicada, entre otras razones porque los patrones de consumo de alcohol “están muy aceptados socialmente (celebraciones, fiestas, etc.)”.
-La AEEH ha presentado a la Administración Sanitaria su ‘Plan Nacional de Salud Hepática: Reto 2032’, documento que pone el foco en la prevención y sensibilización social, así como en el diagnóstico temprano de las afecciones del hígado. ¿Qué medida incluida en este programa debería ponerse en marcha de manera más urgente?
No es fácil priorizar una medida de un plan que aborda tantos aspectos. El objetivo general de este programa es el de poner a las enfermedades hepáticas en el lugar que merecen, es decir, que tengan la consideración que deben tener en la sociedad en base a su alta prevalencia, la previsible proyección que tendrán de cara a los próximos años y la potencial gravedad de sus consecuencias. De ahí que la principal medida se centre en conseguir la visibilización de tales patologías.
-A los hepatólogos les preocupa el elevado consumo de alcohol en menores de edad. ¿La culpa es del botellón, o bien hay otros factores implicados?
Es una realidad generada por un conjunto de factores. La ingesta de bebidas alcohólicas es un problema en el mundo occidental, y España no es ajena a ello. Los patrones de consumo de alcohol son patrones que están muy aceptados socialmente (celebraciones, fiestas, etc.), de tal manera que abordar la problemática asociada a este tipo de ingestas es un tema tremendamente prioritario. Y, por otra parte, existen también intereses económicos que no son pequeños y que tienen que ver con el impacto monetario derivado de todo aquello -productos y servicios, actividades recreativas…- que rodea al consumo de alcohol. Conciliar la confluencia de todas esas circunstancias no es sencillo.

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-Por cierto, se habla mucho del consumo de alcohol en la población general, pero muy poco del posible consumo de alcohol entre el personal sanitario. ¿Algunos profesionales de la salud también ingieren ese tipo de bebidas, y además haciéndolo de tal manera que generen preocupación?
De entrada, hay que señalar dos cosas en relación al consumo de esta clase de bebidas: la primera es que no hay ningún consumo de alcohol beneficioso, por más que alguna vez se haya dicho que cierta ingesta de bebidas alcohólicas, tanto por la cantidad ingerida como por el tipo de bebida consumida, puede ser beneficiosa en algunos rangos o casos. Y la segunda, que los consumos relativamente leves en personas que no presentan factores de riesgo no tienen la importancia de los consumos excesivos. Como todo en la vida, es una cuestión de grado y de matiz: por ejemplo, en individuos que padecen una enfermedad hepática, la ingesta de bebidas alcohólicas es mucho más perjudicial que en un sujeto que no sufra ninguna patología del hígado. Esto se ve muy claramente en pacientes con hígado graso, en quienes el consumo de pequeñas cantidades de alcohol es capaz de generar progresión de su enfermedad.
En cuanto a la ingesta de bebidas alcohólicas entre los profesionales sanitarios, probablemente sea una ingesta similar a la registrada en el segmento de la población general en el que el profesional esté ubicado, siendo, en este sentido, un consumo marcado o influenciado por los usos sociales del país o zona de residencia. Dicho esto, debo aclarar que es absolutamente infrecuente encontrar ingestas de alcohol excesivas y perjudiciales realizadas por profesionales sanitarios.
Asimismo, hay que tener en cuenta que existen determinantes sociales en la adopción de ciertos hábitos, un aspecto importante que, por cierto, fue abordado en una sesión del último encuentro congresual de la AEEH. Se comentó que, en España, igual que ocurre en otros países, las clases sociales menos favorecidas tienen una mayor tendencia a la adquisición y consumo de bebidas alcohólicas, por ser un tipo de producto relativamente barato, al tiempo que las consecuencias para su salud son también mayores o más graves. Así que, más que la profesión en sí misma -en la nuestra, la sanitaria, la concienciación sobre los riesgos del alcohol es total-, parece que lo verdaderamente preponderante a la hora de tomar bebidas alcohólicas son los determinantes sociales inherentes a los diferentes estratos de la población.

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-Retomemos el tema del hígado graso, cuestión sobre la que usted acaba de realizar un apunte... a los expertos de la AEEH les alarma la elevada incidencia de esta alteración, cuyos principales factores de riesgo son la obesidad y sobrepeso, junto a la diabetes tipo 2, la hipercolesterolemia y la presión arterial alta. El hígado graso afecta ya a más de 10 millones de españoles, habiendo aquí también un crecimiento en adolescentes y jóvenes. ¿Qué soluciones propone para toda esta juventud?
El abordaje del hígado graso es complicado y debe tener un enfoque multifactorial. En niños y adolescentes en concreto, básicamente lo que hay que hacer es incidir en aquellos aspectos que están en la base y desarrollo de esta enfermedad: la alimentación defectuosa y la falta de ejercicio físico. Es ahí donde hay que impulsar programas específicos que fomenten la práctica de ejercicio físico y la adopción de una alimentación saludable, en ambos casos con la intención de que se conviertan en hábitos para toda la vida. Esta es una intervención fundamental que tiene que ver con políticas de salud general y no solamente con políticas relacionadas con las afecciones hepáticas.
Hay que decir también que el hígado graso es el correlato, la manifestación hepática, del síndrome metabólico, que es una patología que va asociada a muchísimos otros aspectos y perspectivas, como por ejemplo la enfermedad cardiovascular. Por tanto, es importante adoptar estrategias de prevención, y es importante adoptarlas a edades tempranas por cuanto que el factor relevante del hígado graso, la obesidad, es más complicado de abordar cuando ya han pasado muchos años. De hecho, en numerosas ocasiones, para tratar el exceso de peso ya no es suficiente con la puesta en marcha de programas de ejercicio físico y planes restrictivos de dieta alimenticia. Una intervención precoz multiplicaría los efectos beneficiosos del tratamiento.
-Se estima que, en España, la presencia de cáncer hepático en pacientes con hígado graso se ha triplicado en la última década. ¿Se deberían realizar cribados en población de riesgo de desarrollar este cáncer debido al hígado graso?
Esa cifra multiplicadora es un dato ‘razonablemente’ correcto… me explico: no podemos decir con una rotundidad absoluta que se hayan triplicado las tasas de ese tumor, pero sí que hay un crecimiento evidente -aunque no sé si del triple, del doble, etc.- de este cáncer. En mi opinión, es demasiado pronto para dar unas cifras tan precisas de la correlación existente entre ambas enfermedades.
En cualquier caso, nosotros sabemos ya desde hace mucho tiempo que cuando hay enfermedad hepática avanzada -que afortunadamente no se presenta en todas las personas que padecen hígado graso- hay estrategias de cribado muy claras, como es la realización de pruebas de imagen cada 6 meses. El problema del hígado graso es que muchas veces no se detecta precozmente la existencia de patología hepática avanzada, y, además, no conocemos con detalle cuál es el proceso de aparición de hepatocarcinoma en pacientes con hígado graso en fases no tan avanzadas de la afección grasa. Por tanto, por ahora no podemos llevar a cabo estrategias de cribado selectivo, ni tampoco de cribado universal, en ese último caso porque el segmento de población a analizar sería inabarcable desde todos los puntos de vista.

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Es verdad que en las unidades de hepatocarcinoma cada vez se detectan más tumores hepáticos malignos primarios en individuos con hígado graso, al tiempo que la proporción de estos tumores que se diagnostican en personas sin cirrosis es más alta que en otras formas de enfermedad hepática. Es un tema de gran relevancia para el que necesitamos tener más datos, sobre todo a la hora de pensar en establecer las estrategias de cribado más apropiadas.
No obstante, y en aras de no crear alarmas innecesarias, también quisiera puntualizar que, si bien hay una proporción muy relevante de población aquejada de hígado graso, la existencia de enfermedad hepática avanzada como consecuencia de hígado graso es, afortunadamente, mucho menos frecuente que esa cifra de 10 millones de españoles apuntada anteriormente. Es decir, que la afección hepática grasa avanzada, que es el estadío que va asociado al riesgo de sufrir problemas hepáticos graves o cáncer de hígado, no es ni muchísimo menos tan prevalente como los 10 millones de personas que presentan hígado graso en España.
De hecho, el enfoque terapéutico para los sujetos que tienen hígado graso se centra en separar aquellos pacientes que presentan enfermedad hepática grasa inocente, que es aquella en la que sólo existe grasa, de los que padecen enfermedad grasa con potencial de progresión, que es la que presenta más inflamación o fibrosis, entendiendo por fibrosis las cicatrices que se forman en el hígado como consecuencia de procesos inflamatorios. Esa precisión estratégica es clave, porque se trata de separar el grano de la paja, algo que en ocasiones no es tan sencillo de conseguir.

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-Su nombramiento como nuevo presidente de la AEEH ha tenido lugar en el 50º Congreso de esta sociedad científica, evento celebrado hace pocos días en Madrid. ¿Qué avance o novedad que se haya conocido en la reunión le gustaría destacar?
A mi entender, una de las mejores comunicaciones del congreso fue la que abordó la identificación en pacientes con tumores hepáticos malignos de un microbioma específico del hepatocarcinoma, es decir, la presencia dentro del tejido tumoral de microorganismos bacterianos, cuya existencia, además, modifica o condiciona el pronóstico y la respuesta al tratamiento. Esto abre un nuevo frente, pone las bases para una nueva evaluación de los tumores malignos del hígado, dado que no solamente se valorarán sus características histológicas o agresividad, sino que también se tendrá en cuenta su microbioma, ilustrando una vez más cuán importante es la coexistencia entre las bacterias que forman parte de nuestro organismo y la salud humana.
Es un hallazgo que se convierte en una nueva variable a considerar, porque, si en un futuro pudiera identificarse con precisión ese microbioma tumoral, quizás podrían establecerse diferentes grupos de riesgo y distintas posibilidades de respuesta al tratamiento, y quizás abrir una vía terapéutica adicional… pero todavía es muy pronto para pensar en todo ello. Por el momento, lo que sí puede afirmarse es que, desde un punto de vista biológico, el descubrimiento presentado en nuestro congreso es realmente impresionante.