Redacción Farmacosalud.com
Los perfiles clínicos del síndrome post-COVID, es decir, de las secuelas que deja esta infección después de sufrirla, son diferentes en función de si los pacientes han pasado la enfermedad en casa, han necesitado ingreso hospitalario o bien si han estado en la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos). Así, y aunque parezca contradictorio, el impacto emocional causado por la patología asociada al coronavirus SARS-CoV-2 es más acusado en los enfermos que no ingresaron en la UCI que en los que fueron atendidos en estos servicios de atención especial. Esta es la principal conclusión de un estudio liderado por la Dra. Rosa Güell, profesional del Instituto de Investigación del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau–IIB Sant Pau (Barcelona) y experta en rehabilitación pulmonar, quien considera que los sujetos afectos de post-COVID deben esperar mucho tiempo antes de recibir asistencia médica, de ahí que no se sientan adecuadamente atendidos mientras esperan.
“Sorprendentemente, nos hemos encontrado con que los enfermos no ingresados, e incluso los ingresados en sala, están peor desde el punto de vista emocional. Es decir, tienen mucha más ansiedad y depresión respecto a los ingresados en la UCI. La explicación no la sabemos. Nuestra hipótesis es que los pacientes de UCI recibían mucho apoyo desde el principio: del fisioterapeuta, del equipo médico, del personal de Enfermería… todos estaban muy pendientes de ellos; entonces, es muy probable que hayan tenido la sensación de acompañamiento, además del efecto psicológico de haber superado algo muy grave. Puede que este hecho les haya ayudado a reducir la ansiedad, mientras que los que han estado en sala o en casa posiblemente se hayan sentido más solos”, sostiene Güell mediante un comunicado.
“No todos los que pasaron el COVID fuera de la UCI estaban emocionalmente afectados”
De todos modos, cabe decir que los sujetos con COVID-19 que no requirieron UCI y que han sobrevivido también -obviamente- han superado la enfermedad y, en muchos casos, puede que hayan tenido el apoyo de la familia… “En primer lugar -comenta la experta a este respecto-, quiero remarcar que los pacientes que ingresaron en UCI también padecían síndrome de ansiedad-depresión en un número valorable, pero inferior a los otros dos grupos. En concreto, se detectó ansiedad y depresión aproximadamente en un 18% de los individuos que habían ingresado en la UCI, mientras que en los otros dos grupos la ansiedad apareció en más del 40% de los pacientes, y la depresión en alrededor del 30%. Evidentemente, no todos los que pasaron el COVID fuera de la UCI estaban emocionalmente afectados… estamos hablando de una muestra concreta visitada en nuestra consulta y no de la globalidad de pacientes con síndrome post-COVID”.
“Lo que sí es evidente por las publicaciones que se han realizado a lo largo de todo este tiempo y en distintos países, es que hay un número elevado de personas con COVID Persistente que presentan una importante afectación emocional y que ello no parece guardar relación ni con la gravedad de la enfermedad ni con el tiempo de hospitalización. Existen muchos síntomas que pueden influir, tales como la fatiga, el dolor muscular, el cansancio, la intolerancia al esfuerzo, etc. Finalmente, el sistema sanitario no sabe cómo catalogar y manejar esta situación tan nueva y la lista de espera en unidades específicas post-COVID es muy larga, con lo que estos pacientes no se sienten atendidos durante mucho tiempo”, afirma desde www.farmacosalud.com la facultativa.
De acuerdo con los resultados del trabajo liderado por Güell, cuyo título es ‘Comparison of post-COVID symptoms in patients with different severity profiles of the acute disease visited at a rehabilitation unit’, los enfermos que presentaron una patología más grave, es decir, aquellos que necesitaron pasar por la Unidad de Cuidados Intensivos, tienen una mayor pérdida de fuerza muscular -especialmente de los pulmones- y su capacidad de esfuerzo es inferior respecto a los sujetos menos graves. Por el contrario, las personas que no ingresaron en la UCI presentan más secuelas emocionales y ansiedad.
Algunos pacientes con secuelas emocionales han precisado medicación
“En nuestra consulta de rehabilitación post-COVID detectábamos las alteraciones emocionales a través de un cuestionario de ansiedad-depresión, conocido como HADs scale. Todas las herramientas de este tipo tienen sus limitaciones, por lo que algunos pacientes, a pesar de presentar síntomas, tenían una puntuación baja. De hecho, en otros estudios se constata un mayor número de pacientes con alteración emocional que en el nuestro, aunque no especifican dónde pasaron la enfermedad. Si el test mostraba alteraciones o el enfermo refería síntomas, independientemente del resultado, lo remitíamos, si lo aceptaba, al departamento de Psiquiatría, en concreto a un equipo que ya conocía la problemática de estos pacientes”, señala. Muchos de ellos -algunos con medicación para la afectación psíquica- fueron seguidos por este equipo especializado, si bien no se dispone de la cifra exacta de personas sometidas a tal procedimiento terapéutico.
Algunas voces sostienen que como COVID Persistente se conoce al mantenimiento de síntomas de esta patología tras haberse superado la infección en su fase aguda, pero la Dra. Güell matiza que “no existe un consenso sobre la definición de COVID Persistente. Nosotros nos hemos basado en la definición del grupo multidisciplinar publicado en 2021 como: Post-Acute COVID Syndrome (PACS), (cita nº 1 en nuestro estudio), donde se diferencian dos grupos: pacientes con persistencia de síntomas durante 4 semanas o post-COVID agudo, y pacientes con persistencia de síntomas más allá de 12 semanas, con lo que hablaríamos de Secuelas. Todos nuestros pacientes tenían COVID Persistente o Secuelas, como se quiera llamar, y referían síntomas al menos a los 3-6 meses, algunos incluso al año de la enfermedad aguda. Por lo tanto, no se sentían curados, sino limitados, con molestias y restricciones importantes en su vida cotidiana… por supuesto, esto afecta emocionalmente”.
Otro aspecto a tener en cuenta pasa por determinar si los enfermos de COVID que no pasaron por UCI y que padecen esos problemas emocionales habían tenido alguna defunción por COVID en su entorno afectivo, lo que podría haber derivado en algún sentimiento de culpa por haber sobrevivido a la infección, a diferencia de otro -u otros- de sus seres queridos… “aunque algunos lo comentaron, no tenemos cuantificado este aspecto; con todo, el número era mínimo y el sentimiento de ansiedad o depresión iba claramente ligado a su propia situación clínica”, especifica la investigadora del IIB Sant Pau.
Examen de medidas respiratorias, musculares, cognitivas, emocionales…
El nuevo estudio, publicado en la prestigiosa revista ‘PLoS One’, compara retrospectivamente los diferentes patrones de síntomas en relación con la gravedad del COVID-19 aguda en pacientes visitados en la Unidad de Rehabilitación Post-COVID del Hospital de Sant Pau. Los científicos analizaron diferentes medidas respiratorias, musculares, cognitivas, emocionales y de calidad de vida relacionadas con la salud en tres grupos de enfermos post-COVID: los que no habían requerido hospitalización por la enfermedad aguda, los que habían sido ingresados en una sala de hospital general, y los que habían sido ingresados en la UCI.
En concreto, se analizaron los datos de 178 pacientes post-COVID (91 ingresados en la UCI, 60 en sala y 27 que no habían requerido ingreso) en la primera visita a la Unidad de Rehabilitación Post-COVID. Los síntomas más frecuentes en todos los grupos fueron la fatiga (78,2%) y la disnea o dificultad respiratoria (75,4%). La fuerza muscular y la capacidad de esfuerzo fueron inferiores en el grupo de la UCI. El componente mental y el nivel de ansiedad fueron peores en las personas no ingresadas en Cuidados Intensivos. No se encontraron diferencias entre los grupos en lo que se refiere a la presión respiratoria, si bien 30 de 57 individuos con una disminución de la presión inspiratoria máxima no habían requerido ventilación mecánica.
Según la Dra. Güell, es habitual que los pacientes pierdan fuerza muscular después de haber sido tratados con ventilación mecánica por cualquier causa. Sin embargo, en este caso, se ha podido comprobar que muchos enfermos con COVID-19 que no habían requerido ventilación mecánica presentaban debilidad muscular respiratoria. “Este hallazgo nos hace pensar que, posiblemente, este efecto no sea sólo por el reposo muscular que favorece la ventilación mecánica, y que seguramente exista un efecto directo del virus sobre la musculatura pulmonar”, apunta.
Artículo de referencia
Perrot JC, Segura M, Beranuy M, Gich I, Nadal MJ, Pintor A, et al. Comparison of post-COVID symptoms in patients with different severity profiles of the acute disease visited at a rehabilitation unit. PLoS One. 2022;17(9):e0274520.