Redacción Farmacosalud.com
Se les asocia con la muerte y, en cambio, y contrariamente a lo que pudiera parecer, estudiar los cadáveres no es su actividad principal. Ni tampoco resulta su labor más dificultosa: por más que alguien piense que hay que hacer de tripas corazón cuando se abre en canal un cuerpo sin vida para inspeccionarlo, resulta que lo que más quebraderos de cabeza da a los médicos forenses es tener que declarar como peritos en los juicios. En cierto modo, pues, explicarse ante los vivos -y ante una audiencia exigente, como es un tribunal- puede resultarles mucho más complicado que reunir pruebas con las que preguntar a una persona fallecida la causa de su muerte. Los cadáveres hablan mediante las pistas que dejan en el cuerpo inerte, mientras que los jueces escuchan. Los demás, miramos series como CSI y pensamos que el espectro encapuchado que maneja la guadaña tiene ínfulas artísticas… La medicina forense es mucho más que un entretenimiento televisivo… es la historia material de la vida y de la muerte… la verdad a cuerpo descubierto... ciencia en estado puro.
Según la Dra. Aina Estarellas Roca, directora del Institut de Medicina Legal i Ciències Forenses de Catalunya (Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Catalunya)[IMLCFC], si bien se tiende a identificar al médico forense con la muerte, examinar los cadáveres no es, en términos de frecuencia, la actividad principal de su catálogo de tareas profesionales. Otra de las creencias equivocadas es tender a pensar que puede resultar mucho más fácil llegar a determinar la causa de una defunción si ésta se ha producido de manera natural. “Pueden resultar complicados muchos tipos de muerte, tanto de origen natural como de origen violento (suicidios, homicidios o accidentes)”, aclara Estarellas.
“La muerte se tiene muy presente y eso ayuda a intentar disfrutar al máximo la vida”
La directora del IMLCFC no cree que un forense llegue a insensibilizarse con respecto a la muerte como método de autoprotección emocional. Más bien, es todo lo contrario, dado que “la muerte se tiene muy presente y eso ayuda a intentar disfrutar al máximo la vida y a valorar lo importante”.
La ‘rutina’ que se adquiere con la veteranía y el paso del tiempo a la hora de practicar autopsias tampoco implica que esos profesionales de la medicina se permitan el lujo, por decirlo de alguna forma, de simultanear mentalmente trabajo y vida personal, por ejemplo inspeccionando un cadáver mientras se piensa en pequeñas formalidades de la vida cotidiana, como podría ser la compra que hay que hacer en el súper (sin que ese pensamiento doméstico, claro está, merme la eficacia del forense mientras está trabajando). “Yo llevo 32 años de profesión y eso que se plantea no me ha pasado nunca. En el momento de realizar cualquier actividad pericial, y también las autopsias, la concentración y atención son siempre máximas”, asegura la Dra. Estarellas.
¿Fenómenos paranormales o ‘singulares’ en las salas de autopsia?
Para la Dra., la experiencia vital y profesional de cada uno es la que decide qué clase de autopsia se convierte, desde un punto de vista emocional, en la más dura de llevar a cabo: “Eso depende de cada uno y de sus vivencias personales y del momento vital. A mí, particularmente, siempre me ha resultado impactante tener que hacer autopsias de niños”.
Cualquier ejercicio profesional tiene sus propias anécdotas y tesituras singulares, por lo que, sin ánimo de banalizar la muerte, alguien se estará preguntando si el oficio de médico forense puede dar lugar a situaciones o hechos insólitos, dignos de ser comentados posteriormente en un ambiente menos rígido. En esta categoría de episodios podrían figurar, por ejemplo, fenómenos considerados paranormales. Pero, de acuerdo con la experta, quien esté pensando en elucubraciones o sucedáneos heredados de películas de misterio, terror o humor negro, está muy equivocado, por cuanto que “en las salas de autopsia se producen pocas anécdotas. El ambiente que se genera es de mucha concentración y respeto hacia el cadáver y hay poco lugar para las situaciones ‘simpáticas’”.
Consejo: no dejarse impresionar por la TV y meditar con calma si se quiere ser forense
Tal y como se ha remarcado al principio, los médicos forenses no solamente examinan cadáveres, sino que también se dedican a otras tareas no menos importantes. Así, auxilian a los tribunales determinando, por ejemplo, el origen de lesiones en personas vivas, lo que implica tener ante sí seres que, por tanto, reaccionan, opinan, lloran, etc. A juicio de la Dra. Estarellas, esta labor “es igual de difícil” que trabajar con difuntos. En el caso del estudio de lesiones en personas vivas, se tienen que practicar “periciales y hay que estudiar cada caso, realizar la exploración y después elaborar el preceptivo informe para la autoridad judicial que nos lo ha solicitado”, especifica.
Los médicos forenses, asimismo, actúan como peritos en juicios, por lo que tienen que desenvolverse ante un tribunal aportando datos y exponiendo razonamientos. “Yo diría que esa es la parte más difícil (de su profesión) -sostiene la especialista-. Es una sensación de examen oral y sin temario previo. Siempre nos preparamos a conciencia y estudiamos el caso y las posibles preguntas. Debemos intentar que el tribunal entienda nuestra pericial y nuestras conclusiones y a veces esto es complicado”.
Dentro de esos escenarios, un perito forense puede estar llamado a declarar cuando se juzga a un médico. “Puede pasar en los casos de denuncias por mala práctica médica. No es agradable y no nos gusta encontrarnos en esta circunstancia, pero es nuestro trabajo como peritos y lo hacemos con la máxima profesionalidad y respeto a nuestros compañeros de profesión”, señala Estarellas.
Por último, la Dra. lanza un buen consejo para toda aquella persona muy impresionable que, en plena adolescencia, esté meditando seriamente dedicarse en un futuro a la medicina forense: “Le recomendaría que se esperara a ser más mayor y que se informara bien para huir de la imagen y mensajes que se dan en las películas y series”… ¿CSI…?