Redacción Farmacosalud.com
Existe un variado arsenal terapéutico contra la dermatitis atópica, que es una enfermedad crónica que cursa con brotes de diferente intensidad. Los tratamientos pueden administrarse escalonadamente atendiendo precisamente a la variabilidad que presenta dicha dolencia. En casos leves, procede hidratar la piel y en brotes suaves se utilizan tratamientos tópicos, mientras que en brotes más severos hay que recurrir a otros tratamientos. Uno de ellos es la aplicación de compresas húmedas (se administra un corticoide y encima se le aplica una compresa húmeda para favorecer la efectividad del tratamiento). Si este procedimiento falla, se puede recurrir a la fototerapia (exponerse al sol artificial mediante rayos ultravioletas; los rayos B de Banda Estrecha son los menos dañinos para la piel). En este caso, la doctora Eulalia Baselga, dermatóloga pediátrica del Hospital de Sant Pau y de la Clínica Dermik de Barcelona, recuerda que en niños pequeños este método no es viable, ya que tienen que “meterse dentro de una cabina”.
Según Baselga, otro tratamiento indicado para la dermatitis atópica son los inmunosupresores, “que obvian los efectos nocivos del corticoide oral (el fármaco que más se utilizaba hasta hace pocos años cuando un brote era muy severo)”, con lo que “ahora tenemos alternativas más seguras y podemos escoger entre varios tratamientos y hacerlos rotacionales para no cargar siempre el mismo órgano”. Se puede utilizar ciclosporina (hay que vigilar el riñón) y metotrexate (hay que vigilar el hígado). Dado que cada uno de estos fármacos “tiene su toxicidad”, se pueden ir rotando en su administración, pero se trata de medicamentos “muy efectivos y muchas veces son la solución, porque si no el niño con piel atópica muchas veces entra en barrena”, argumenta la especialista. Es decir, para la doctora entrar en barrera significa que “la dermatitis cada vez está peor, cada vez se rasca más, se sobreinfecta más y vamos de mal en peor y por mucho que pongamos cremas hay que sacarlo a flote (al paciente)”. Una vez conseguido ese objetivo terapéutico, ya se puede “continuar con el tratamiento habitual”, concluye.