Redacción Farmacosalud.com
La Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH) recalca la importancia de detectar el cáncer hepático en los estadios más iniciales de la enfermedad, para poder realizar así un abordaje terapéutico precoz con intención curativa. Y es que sólo un 50% de españoles afectos de este tumor maligno son diagnosticados en estadios iniciales mediante los programas de cribado, que consisten en la realización de una ecografía semestral a pacientes en situación de riesgo, como son aquellos que presentan cirrosis o fibrosis avanzada. “La ecografía de cribado, a veces, es considerada una prueba muy sencilla y muy rutinaria, pero hay que darle importancia, es decir, resulta clave que sea realizada por personal experto, ya que en este caso no se trata solamente de ver morfología del hígado, sino de identificar una lesión potencialmente sospechosa”, comenta la Dra. Beatriz Mínguez, médica adjunta del Servicio de Hepatología del Hospital Universitario Vall d’Hebron (Barcelona).
Las ecografías no constituyen una prueba complicada ni cara, ni tampoco hay en España inequidad territorial en el acceso a los planes de screening hepáticos. El problema radica en el hecho de que “hay una gran cantidad de población que no sabe que padece esa enfermedad hepática crónica y que, por lo tanto, no está dentro (del programa), no saben que tienen una enfermedad de base”, argumenta a través de www.farmacosalud.com Mínguez, a su vez Profª asociada de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) e investigadora del CIBERehd (Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Hepáticas y Digestivas).
El perfil más habitual de paciente con cáncer de hígado es el de una persona con cirrosis diagnosticada o sin diagnosticar, que puede estar causada por hepatitis virales (virus de la hepatitis C o B), o bien por el abuso crónico de alcohol, o hígado graso asociado a síndrome metabólico.
Una vez más, la AP como ‘trampolín’ para la detección inicial de casos
A juicio de la Dra. Mínguez, Atención Primaria (AP) se configura como un escalón asistencial del que podrían partir “muchos programas para detectar patología hepática que aún está oculta. Por ejemplo, ahí está el consumo de alcohol de riesgo, que está tan normalizado en nuestro entorno… desde AP (médicos de cabecera y enfermeras) puede detectarse cuándo el consumo de alguien es lo suficientemente importante como para empezar a hacer alguna prueba y comprobar si esa persona presenta alguna alteración analítica que dé lugar a la necesidad de seguir tirando del hilo diagnóstico, con el fin último de ver si ese paciente realmente debería estar en manos de un hepatólogo”.
Pero ese proceso asistencial no debe ponerse en marcha únicamente ante ingestas abusivas de alcohol, “que evidentemente es lo que todo el mundo asocia con la cirrosis”, ya que también hay otras afecciones, como la enfermedad por depósito de grasa o hígado graso, que está relacionada con patologías cada vez más prevalentes (obesidad, diabetes, dislipemia, etc.) “a las que no hemos prestado demasiada atención y que también tienen una relevancia” en la génesis del cáncer de hígado, apunta Mínguez. En patologías como el hígado graso, “seguramente el foco diagnóstico está más en AP que no en las consultas de Hepatología, que están ubicadas en los hospitales o en los centros especializados”, indica.
“Hay esfuerzos en marcha en este sentido (diagnosticar enfermedad hepática oculta) por parte de Atención Primaria, así como colaboraciones entre Primaria / Atención Hospitalaria, pero aún queda mucho por hacer y eso supone, lógicamente, dotación de recursos”, agrega la facultativa.
El hepatocarcinoma, el cáncer de hígado más frecuente
Cada año se diagnostican en España cerca de 6.600 casos de cáncer de hígado. Ello supone el 2,3% de todos los tumores y el sexto en orden de frecuencia. Dentro de los tumores primarios del hígado, el hepatocarcinoma es el más frecuente (80-90% de los casos), seguido del colangiocarcinoma. Más allá de la relevancia que ya tienen por sí mismas estas cifras, la alerta viene determinada por su incremento. Además, se estima que entre el 60 y el 90% de los hepatocarcinomas están asociados a cirrosis, cuya causa de origen no vírico principal es el abuso en el consumo de bebidas alcohólicas.
“El hepatocarcinoma presenta un pronóstico muy diferente según el estadio en el que se diagnostica. Los estadios iniciales tienen una supervivencia esperada superior a los cinco años, dado que los tratamientos que se pueden administrar en esta etapa tienen intención curativa”, explica a través de un comunicado la Dra. Mínguez. La mayoría de los casos se detectan en pacientes “con una enfermedad hepática de base como cirrosis o fibrosis. Por ello, es fundamental identificar estas enfermedades silentes en poblaciones de riesgo, como aquellos que tienen un consumo crónico de alcohol”, insiste la médica adjunta del Hospital Vall d’Hebron.
El colangiocarcinoma presenta causas más inespecíficas y multifactoriales. “En la mayoría de los pacientes el tumor no surge sobre una enfermedad de base como la cirrosis, aunque sí es frecuente el síndrome metabólico”, especifica el Dr. Bruno Sangro, director de la Unidad de Hepatología de la Clínica Universidad de Navarra, catedrático de Medicina e investigador del CIBERehd. Otras causas son la inflamación crónica de la vía biliar por algunos parásitos, malformaciones congénitas de la vía biliar o afecciones autoinmunes como la colangitis esclerosante primaria. “Este tumor se suele diagnosticar en pacientes ya sintomáticos o a través de ecografías realizadas por otros motivos, con lo cual se detecta en estadios más tardíos, lo que contribuye a su peor pronóstico”, advierte el hepatólogo de la AEEH.
Actualmente, en ambos tumores se constata un incremento de casos debido a otros factores. Por ejemplo, el incremento de la prevalencia de la obesidad y la diabetes en la población. Ambas patologías han dado pie al aumento en la incidencia de enfermedad por hígado graso, que puede conducir a cirrosis y, eventualmente, al desarrollo de cáncer de hígado. “Cada vez hay más pacientes asociados al contexto del síndrome metabólico. Se trata de una epidemia que lleva años en crecimiento, sobre todo en países como Estados Unidos, pero también en España”, destaca Sangro.
Barreras en tratamientos y liderazgo en investigación
En cuanto a los tratamientos sistémicos, se han producido importantes avances terapéuticos en la última década. No obstante, los especialistas denuncian que los enfermos españoles no acceden a ellos en igualdad de condiciones con respecto al resto de ciudadanos europeos. “En los últimos 14 años hemos pasado de tener un solo fármaco eficaz a disponer de 7 distintos, lo que ha cambiado totalmente las expectativas de vida de los pacientes con estadios avanzados. Pero, por desgracia, en España sólo hay dos medicamentos disponibles en el Sistema Nacional de Salud (SNS), que además son equivalentes. Acumulamos un retraso importante respecto a otros países”, remarca el Dr. Sangro.
“La evidencia plasmada en todas las guías de práctica clínica no se traduce en una financiación de estos fármacos, lo que hace que su aplicabilidad en vida real sea diferente a otros países de nuestro entorno. Incluso, evidencia diferencias interterritoriales”, coincide Mínguez.
Por el contrario, España es líder en investigación. “El papel de los investigadores españoles en cáncer hígado es indiscutible. Tanto a nivel de investigación clínica como básica y traslacional”, enfatiza la Profª asociada de la UAB. “Los hepatólogos españoles han liderado la mayor parte de los ensayos clínicos que han permitido introducir nuevos fármacos para tratar el hepatocarcinoma”, agrega en esta línea Sangro.