Redacción Farmacosalud.com
“Como concepto, la comunicación con el paciente oncohematológico nunca se ha de concebir como parcelada, siempre tiene que ser consensuada con el resto del equipo clínico”, afirma la Dra. Ana Rosa Rubio, farmacéutica especialista en farmacia oncohematológica del Complejo Hospitalario de Toledo. A su juicio, tiene que ser una comunicación dirigida y rápida, y apoyada por las “técnicas de comunicación e información que tenemos actualmente disponibles” y que los pacientes demandan y sugieren, añade Rubio con motivo del Congreso ‘Tendiendo puentes’, encuentro sobre Oncología médica, hematología y farmacia oncohematológica que ha tenido lugar en Toledo este pasado mes de noviembre.
Para la experta, esa información debe dirigirse hacia lo que realmente interesa a los pacientes, es decir, “aspectos relativos a la toxicidad que pueden experimentar” o también todo aquello que pueda generar cambios en su vida cotidiana cuando inician ciertos tipos de tratamientos.
Evaluación de la asignación de terapias, seguimiento de los tratamientos…
La especialista en farmacia oncohematológica del Complejo Hospitalario de Toledo considera que el papel del farmacéutico hospitalario en relación a las nuevas terapias oncohematológicas (terapia celular, CAR-T, etc) está “bastante bien descrito en el plan de terapias avanzadas del Ministerio de Sanidad” diseñado dentro del ámbito de las CAR-T. Esas funciones, concebidas dentro del equipo clínico, giran en torno a la asignación de tratamientos, evaluación de beneficio clínico, adecuación de la dosificación específica para cada uno de los pacientes y seguimiento de los tratamientos.
Para afrontar los nuevos retos centrados en las nuevas toxicidades y la aparición de posibles resistencias, la Dra. Rubio apuesta por dos estrategias: la primera, recibir formación respecto a unas terapias innovadoras que tienen “en cierto modo unos aspectos de seguridad diferentes”, y la segunda es buscar el apoyo de la tecnología. Por ejemplo, los bioinformáticos “nos pueden ayudar muy bien a predecir ciertas respuestas, no sólo respuestas de eficacia o efectividad clínica, sino también respuestas en términos de qué pacientes pueden experimentar menos efectos secundarios, o menos efectos tóxicos, en función de su perfil”, establece Rubio.
“Desde este punto de vista -apunta-, nos viene muy bien pensar con el resto del equipo clínico cómo abordar este tipo de toxicidades relativamente diferentes a lo que estábamos acostumbrados a vivir hasta hace poco”.