Redacción Farmacosalud.com
El Comité Científico de COVID-19 del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid (ICOMEM) ha elaborado el documento de posicionamiento ‘Monográfico nuevas variantes de SARS-COV-2S’, donde se apunta que las variantes que actualmente suscitan mayor preocupación son la B.1.1.7 (británica), P.1 (brasileña) y B.1.351 (sudafricana). “Nos preocupan por el hecho de que un virus cambiante pueda ser menos susceptible a ser prevenido con una vacuna o con un tratamiento. En este sentido, todas las variantes responden bien a los mecanismos de prevención vacunal, quizás con algún pequeño matiz con respecto a la cepa sudafricana, ya que se ha visto que el número de episodios de infección en vacunados en el sur de África, donde predomina dicha cepa, ha sido algo mayor en comparación con el resto. Es decir, parece que esta cepa tendría una capacidad aumentada de escabullirse del efecto protector de la vacuna”, explica el Dr. Emilio Bouza, catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense de Madrid y Emérito Asistencial del Hospital General Universitario Gregorio Marañón (Madrid) y uno de los autores del posicionamiento del ICOMEM.
Cabe decir que en España ya se han registrado desde hace algún tiempo casos de la variante sudafricana.
“No tenemos claro que vaya a ser necesaria una revacunación”
Según el nuevo documento, es probable que, como ocurre con el virus de la gripe, la población tenga que revacunarse periódicamente frente al SARS-CoV-2, el coronavirus causante del COVID-19, sobre todo ante variantes con menor sensibilidad a las vacunas disponibles. No obstante, por ahora la posibilidad de tener que revacunarse es eso, una posibilidad, y nada más. “No tenemos claro que vaya a ser necesaria una revacunación. Aquí nos movemos en el terreno de la especulación”, recuerda el Dr. Bouza. En caso de que fuera necesario volver a inmunizar a la población dentro de un tiempo, parece claro que figurarían como pacientes prioritarios aquellos individuos más susceptibles de padecer los efectos más graves del COVID-19 (ancianos, personas con afecciones previas, etc.)
Sea como fuere, todo parece indicar que cuando se alcance lo que se conoce como ‘inmunidad de rebaño’ (la mayoría de la gente vacunada), el SARS-CoV-2 quedará en una posición mucho más débil, dado que deberá enfrentarse a una defensa colectiva, y ya no individual. Ahora bien, en consonancia con lo apuntado anteriormente (se desconoce si será necesaria una revacunación periódica al estilo antigripal), Bouza señala que, por el momento, “no hay una evidencia contundente de que el COVID-19 vaya a aparecer cíclicamente como la gripe”. Además, “otras enfermedades graves por otros coronavirus que han existido en el pasado han quedado reducidas, tras los períodos iniciales de su manifestación, a casos anecdóticos en algún punto del mundo, por lo que no han acabado constituyendo un problema crónico de salud pública global y universal… ¡De manera que, hombre, no seamos tan pesimistas con el nuevo coronavirus!”, exclama.
Crítica a quienes se benefician del denominado ‘efecto gorrón’
El posicionamiento del ICOMEM apuesta por aumentar la cifra de ‘población vacunada en todos los países y la no relajación de las medidas epidemiológicas de contención’. En relación a las personas que deciden no inmunizarse o dudan mucho sobre si hacerlo porque ven que algunos ciudadanos presentan efectos secundarios cuando reciben la vacuna antiCOVID (febrícula, malestar, etc), el Prof. Bouza les recuerda que “las vacunas son eficaces… la vacunación es, probablemente, la medida que más ha contribuido al bienestar de la humanidad”.
Si bien se han producido eventos adversos graves -de naturaleza trombótica- en personas que han recibido preparados vacunales frente al COVID-19, el experto destaca que son casos estadísticamente anecdóticos (4 casos por millón del síndrome VITT*), de ahí que la mayoría de efectos indeseables detectados sean “leves, como puede ser sufrir un cierto malestar durante 12-24 horas”.
“El que no se vacuna no solamente se hace un daño a sí mismo, sino que también está haciendo un daño a los demás. En lenguaje vacunal, el término ‘efecto gorrón’ refleja a aquel sujeto que se niega a vacunarse y que se aprovecha de la inmunidad de rebaño: ‘como se vacunan todos los demás y los demás me protegen de la enfermedad, yo me puedo permitir el lujo de no vacunarme y ni siquiera corro los riesgos que ellos corren’. A eso se le llama ‘efecto gorrón’”, asevera sin tapujos el Dr. Bouza.
Por otro lado, el Prof. defiende tanto la estrategia de inmunización antiCOVID de dos dosis del mismo laboratorio, como la estrategia que recurre a una dosis de cada compañía (por ejemplo, una segunda dosis de Pfizer a quienes ya han recibido una primera dosis de AstraZeneca). Ahora bien, dado que los escasísimos cuadros de síndrome VITT que se han producido han llegado tras la primera dosis (por ejemplo de AstraZeneca), quedaría avalado que esos sujetos que no han sufrido dicho síndrome puedan recibir sin temores “la segunda dosis del mismo laboratorio”, remarca Bouza. De hecho -prosigue Bouza-, ese tipo de procedimiento está avalado por millones de inmunizaciones realizadas en la práctica clínica habitual, más allá de los ensayos clínicos, mientras que la combinación de dosis de diferentes compañías también ha obtenido resultados “positivos”, si bien en estudios en los que han participado muchos menos individuos, y de los que se carece de una perspectiva en el tiempo, con lo cual esos datos no estarían tan reforzados desde un punto de vista meramente científico.
*Síndrome VITT (por sus siglas en inglés): trombosis trombocitopénica inducida por la vacuna