Redacción Farmacosalud.com
Dormir es una actividad fundamental para nuestro organismo. El sueño tiene una función reparadora y renovadora imprescindible para la salud tanto física como mental. Cuando se producen trastornos en el sueño que le impiden ejercer su función reparadora, nuestra salud se resiente. Uno de los trastornos del sueño más frecuentes es la apnea del sueño. Las personas que lo padecen tienen síntomas como fatiga, pérdida de concentración, somnolencia diurna, irritabilidad, pero también síntomas físicos que pueden afectar a órganos vitales y derivar en hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares, principalmente. “En España existen entre 1.200.000 y 2.150.000 pacientes con apnea relevante y un elevado infradiagnóstico de casi el 80% que obliga a los expertos y a los médicos de atención primaria a estar atentos a la presencia de factores de riesgo”, explica el doctor Carlos Egea, coordinador del Área de Sueño de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
La apnea de Sueño, también conocida como SAHS, es un trastorno que se caracteriza por la obstrucción de las vías respiratorias repetidas veces mientras se duerme, lo que provoca paradas respiratorias que pueden durar entre unos pocos segundos y varios minutos. “La respiración recupera la normalidad con un ronquido fuerte o con un sonido gutural. De ahí que la persona más adecuada para detectar un Síndrome de Apnea del sueño sea a menudo nuestra pareja”, explica Egea.
La apnea también afecta a las mujeres, especialmente a partir de la menopausia
Se considera síndrome de apnea de sueño cuando las paradas respiratorias en un adulto se producen al menos 30 veces en una hora. Sin embargo, un estudio reciente publicado en la Revista ‘Lancet’ considera que ya es síndrome de apnea de sueño relevante una cadencia de 15 paradas a la hora. “Basándonos en esta consideración se doblaría el porcentaje de varones adultos afectados llegando al 40% y en torno al 20% de las mujeres, convirtiendo la apnea del sueño en un problema de salud grave”, expone el Dr. Carlos Egea.
El paciente tipo suele ser un varón con sobrepeso, roncador y mayor de 65 años. Sin embargo, el síndrome de apnea del sueño también afecta a las mujeres, especialmente a partir de la menopausia. Así, los factores de riesgo de dicho trastorno son el sobrepeso, la edad, el tabaco, el consumo de alcohol en las horas vespertinas, los sedantes y los tranquilizantes. La causa debe encontrarse en la alteración de la vía aérea, especialmente la faringe, que se estrecha e incluso se cierra no dejando pasar el aire. Este fenómeno se produce por la debilidad o excesiva relajación de la musculatura, alteraciones anatómicas, factores hereditarios u otras causas desconocidas.
La alteración de la estructura del sueño debido a la apnea de sueño provoca en los pacientes un descanso inefectivo que afecta su calidad de vida en aspectos muy diversos. Por un lado, la falta de descanso provoca somnolencia diurna, fatiga, irritabilidad en el paciente que trastorna su vida social y asimismo puede ser causa de accidentes laborales, domésticos o de tráfico. Por otro lado, las pausas respiratorias o apneas conllevan una bajada de los niveles de oxígeno en sangre y en otros órganos denominadas hipoxias. Estudios llevados a cabo por miembros de SEPAR relacionan las hipoxias con enfermedades cardiovasculares como la hipertensión arterial, la trombosis cerebral, la angina de pecho o el infarto de miocardio y más recientemente con una mayor incidencia de cáncer.
“La CPAP es altamente eficaz”
El síndrome de apnea del sueño tiene un tratamiento que si bien no es curativo si es muy efectivo para evitar todos los riesgos implícitos en esta patología: la CPAP. La CPAP es un aparato que se utiliza mientras se duerme y que mediante una mascarilla ‘sopla’ aire a presión positiva y continua, por lo que las vías respiratorias se mantienen abiertas y, en consecuencia, no se producen paradas respiratorias. “La CPAP es altamente eficaz pero tiene un inconveniente fácilmente superable si se piensa en todas los beneficios para la salud que se obtienen al recuperar un sueño reparador”, explica el Dr. Egea, “y es que es necesario un periodo de adaptación al aparato. Acostumbrarse a dormir con una mascarilla y un aparato que insufla aire no es fácil ni para el paciente ni para el familiar pero con un poco de tiempo y paciencia se consigue”.