Redacción Farmacosalud.com
Coincidiendo con la Semana Mundial de la Continencia (del 19 al 25 de junio), ya está en marcha la campaña ‘La Mochila Más Pesada’, cuyo objetivo es el de concienciar sobre el problema que supone la incontinencia en general: 'cuando vives con incontinencia, tienes que ir a todos lados cargando una mochila. Una muda de ropa extra, compresas, productos de higiene personal….', según se dice en la campaña. En el caso concreto de la incontinencia anal, es una disfunción frecuentemente asociada a las personas mayores, si bien puede sufrirla cualquier individuo, con independencia de su edad, de modo que los pacientes también pueden ser sujetos de mediana edad e incluso jóvenes, en este último supuesto mayoritariamente mujeres.
“Efectivamente, la prevalencia de la incontinencia anal aumenta con los años, pero sus causas y perfiles son distintos según las franjas etarias. En la edad joven la incontinencia es más frecuente en mujeres y el principal factor de riesgo para padecerla analmente es la maternidad, pero no sólo por el hecho del parto en sí mismo, sino que también pueden influir otros factores como un trabajo de parto prolongado que elongue y lesione los nervios y la musculatura del suelo pélvico, un peso fetal elevado, la necesidad de episiotomía o instrumentalización para finalizar el parto, o un suelo pélvico previamente debilitado”, establece a través de www.farmacosalud.com la Dra. Elena Bermejo, coloproctóloga del Hospital de La Princesa de Madrid.
En la aparición de esta disfunción también puede influir el propio proceso del embarazo, dado que a los 3-6 meses del parto, ya sea por vía vaginal o por cesárea, el 13-25% de las mujeres suelen presentar algún tipo de síntoma de incontinencia fecal, “normalmente asociada a cierta incontinencia urinaria que, afortunadamente, suelen ser transitorias salvo en los casos de lesión primaria del esfínter anal que necesite reparación quirúrgica”, detalla la especialista.
Estreñimiento crónico, diabetes, isquemia cardiaca o cerebral…
Sin embargo, en la mediana edad la presencia de una posible alteración anatómica no es en sí misma causa principal de incontinencia, sino que van sumándose factores de riesgo como pueden ser el debilitamiento global del suelo pélvico, el estreñimiento crónico, comorbilidades como la diabetes, isquemia cardiaca o cerebral, esclerosis múltiple, antecedentes de radioterapia pélvica, etc. “Todo ello, con la suma de uno o varios factores, puede hacer surgir una incontinencia que no existía previamente”, explica la Dra. Bermejo.
“Esta enfermedad puede sufrirla cualquier tipo de persona, indiferentemente de su sexo o edad, de modo que en cualquier momento cualquiera de nosotros puede convertirse en paciente. Por ello, no debemos estigmatizar a las personas que viven con este problema de salud”, subraya Àngels Roca, presidenta de la Asociación de Pacientes con Incontinencia, ASIA.
El impacto emocional secundario a la incontinencia anal es enorme en cualquier etapa de la vida, pero en sujetos jóvenes el trauma es muy alto debido a las implicaciones que tiene para la vida laboral, social, sexual y familiar en general. “La incontinencia marca en los pacientes un sentimiento de rechazo propio y ajeno que les hace convivir continuamente con la humillación y con una necesidad de ocultación que para ellos resulta algo agotador. Además, cuando la incontinencia aparece asociada al hecho del nacimiento de un hijo, impacta directamente sobre el correcto desarrollo del apego materno-infantil, ya que muchas madres sienten un conflicto intenso entre la situación de sufrimiento que les genera la incontinencia y la expectativa de felicidad que de alguna manera sobrevuela alrededor de todo lo que tiene que ver con la maternidad reciente y sus mitos”, asegura la coloproctóloga.
Alteración de las vías neuronales: puede comportar una pérdida del control del esfínter
Con respecto al origen de la incontinencia fecal -es decir, si es una afección en sí misma, o bien está vinculada a la presencia de otras enfermedades- cabe remarcar, en primer lugar, que existe lo que se conoce como incontinencia anal ‘idiopática’ (idiopático es el nombre que se le da en medicina a aquello para lo que se no ha encontrado una causa concreta).
No obstante, como ya se ha comentado anteriormente, hay factores que pueden desencadenar directamente esta disfunción, como puede ser una lesión obstétrica, y otros que pueden ayudar o más bien contribuir a que aparezca sin que sean una causa directa. Por ejemplo, en enfermedades como la esclerosis múltiple y otras dolencias neurológicas, “la alteración en el funcionamiento normal de las vías neuronales implicadas en el proceso de la defecación puede hacer que se pierda el control sobre el funcionamiento del esfínter anal y que, por tanto, se produzcan escapes”, señala la Dra. Bermejo.
Varios tratamientos disponibles
Terapéuticamente hablando, ante un cuadro de incontinencia anal lo primero que hay que hacer siempre es llevar a cabo un estudio inicial “que nos permita evaluar qué causas están relacionadas con los escapes, cuál es la gravedad de éstos y, sobre todo, cómo afecta todo ello a la calidad de vida del paciente. El tratamiento inicial siempre es conservador, y con esto nos referimos a ciertas modificaciones en la dieta y al uso de agentes que modifican la consistencia de las heces para que, de alguna forma, los esfínteres sean más competentes. Si esto no es suficiente, puede ser necesario realizar una rehabilitación del suelo pélvico, siempre prescrita y realizada por un profesional, puesto que no todos los ejercicios son útiles ni beneficiosos para todos los afectados”, precisa la facultativa.
Este escalón de tratamiento, siempre y cuando esté bien enfocado, puede ser suficiente hasta en el 50% de los casos. “Pero si no es suficiente, ya pasaríamos entonces al bloque de tratamientos ‘avanzados’, entre los que se encuentran la cirugía de reparación esfinteriana o esfinteroplastia, la implantación de agentes aumentadores del volumen del esfínter anal y la neuromodulación. Y, según el tipo de paciente, en ocasiones es necesario apoyarse en el uso de la irrigación transanal, o, en último término, en casos inmanejables de otro modo, puede ser necesario llevar a cabo una colostomía”*, expone la experta.
*colostomía: abertura en el vientre (pared abdominal)
Los resultados de las terapias descritas varían enormemente en función del tipo de enfermo. “No existe ni un tratamiento que sirva para todos ni una misma respuesta a la misma opción terapéutica -afirma Bermejo-. Yo diría que, en incontinencia, se busca más la mejora en la calidad de vida que la curación entendida como que nunca más se vuelva a tener ningún escape. En ocasiones, afortunadamente, esto -acabar con los escapes- se consigue y el paciente queda totalmente asintomático, pero en general el objetivo del tratamiento es disminuir la intensidad y la frecuencia de los episodios de incontinencia, dado que ello es lo que marca el cambio tanto en la calidad de vida del paciente como en el impacto social y emocional que acompaña a esta enfermedad”.
2 millones de españoles padecen incontinencia anal-fecal
Se calcula que alrededor de 2 millones de personas en España padecen incontinencia fecal1,2 y 6,5 millones urinaria3. Casi la mitad de los ‘incontinentes’ no consultan con su médico por miedo o por vergüenza4, lo que pone de relieve el infradiagnóstico de esta patología con la que conviven 420 millones de personas en el mundo5. Con el objetivo de desestigmatizar esta alteración y promover la visita al especialista, la firma Medtronic Ibérica ha puesto en marcha la campaña de concienciación ‘La Mochila Más Pesada’, con la que da su apoyo a la Asociación ASIA.
De hecho, la incontinencia “tiene una prevalencia alta en la sociedad pero es invisible porque supone un gran estigma social que provoca que muchos pacientes vivan en silencio esta enfermedad, lo que dificulta su diagnóstico y tratamiento”, advierte la Dra Bermejo. Miedo, depresión o ansiedad son sólo algunas de las consecuencias añadidas con las que muchos individuos con este problema de salud también conviven. Si bien son pocos los estudios que han evaluado el impacto emocional de esta patología en los afectados, se estima que alrededor del 40% de los aquejados de incontinencia anal sufren alteraciones psiquiátricas o problemas de salud mental6.
“Cuando una persona comienza a sufrir incontinencia, su vida da un giro de 360 grados. Muchas de las personas que convivimos con esta enfermedad cargamos con una mochila llena de miedos, vergüenza e inseguridades. Es importante que los pacientes alcen su voz y acudan al médico en busca de soluciones, pero también está en las manos de todos ayudarnos a aligerar la carga de esa mochila a través de su empatía y sensibilidad”, destaca Roca.
Bibliografía
1. Sharma A, Yuan L, Marshall RJ, Merrie AEH, Bissett IP. Systematic review of the prevalence of faecal incontinence. Br. J. Surg. 2016. 103:1589–1597.7. Parés D, Vial M, Bohle B, Maestre Y, Pera M, et al. Prevalence of faecal incontinence and analysis of its impact on quality of life and mental health. Colorectal Dis. 2011 Aug;13(8):899-905.8. Brown HW, Wexner SD, Segall MM, Brezoczky KL, Lukacz ES. Quality of life impact in women with accidental bowel leakage. Int J Clin Pract. 2012. 66(11):1109–1116.
2. Instituto Nacional de Estadística (INE). Disponible en: https://www.ine.es/ (última consulta en junio 2023)
3. Salinas Casado, J C, Díaz Rodríguez, A, Brenes Bermúdez, F, Cancelo Hidalgo, MJ, Cuenllas Díaz, A, Verdejo Bravo, C. Prevalencia de la incontinencia urinaria en España. UROD A. 2010;23(1):52-66.
4. Irwin DE, Milsom I, Kopp Z, Abrams P; EPIC Study Group. Symptom bother and health care-seeking behavior among individuals with overactive bladder. Eur Urol. 2008 May;53(5):1029-37
5. Irwin DE, Kopp ZS, Agatep B, Milsom I, Abrams P. Worldwide prevalence estimates of lower urinary tract symptoms, overactive bladder, urinary incontinence and bladder outlet obstruction. BJU Int. 2011 Oct;108(7):1132-8.
6. De Miguel M, Oteiza F, Armendáriz P, Ciga MA, Marzo J, Ortiz H, Peralta V. Incidencia de problemas psiquiátricos en pacientes con incontinencia fecal [Incidence of psychiatric disorders in patients with fecal incontinence]. Cir Esp. 2006 Apr;79(4):241-4.