Ester Navarro-Correal [enavarro@vhebron.net]
El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) escala a pandemia la enfermedad por coronavirus (COVID-19)1. En enero de 2020 se había identificado un nuevo virus, el SARS-CoV-2, y el cuadro clínico asociado a este virus se englobó bajo el término COVID-192.
Fue el inicio de un reto sin precedentes a nivel mundial, tanto a nivel económico como en la capacidad de mostrar resiliencia por parte de los organismos que gestionan el cuidado de la salud. En un primer momento se crearon planes estratégicos (localmente, los hospitales y centros de atención primaria) centrados en la atención emergente de la COVID-19. También se puso el foco en hacer llegar la información a la ciudadanía de un modo adecuado3.
Sin embargo, el abordaje de los pacientes crónicos quedó en manos de los expertos de cada especialidad, que afortunadamente lideraron diversas iniciativas para, a través del trabajo colaborativo, generar la mejor evidencia para el cuidado específico de los pacientes con enfermedades crónicas4.
Centrándonos en el abordaje de los pacientes con Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII), se publicaron diversas guías en el contexto de esta pandemia5–8. Concretamente, en el ámbito del estado español destacamos un primer documento de recomendaciones publicado por GETECCU el 15 de abril de 2020 y la posterior publicación de un artículo de consenso donde se describían las estrategias para el cuidado de los pacientes con EII en la situación de pandemia9,10.
Del mismo modo que en otros hospitales, la pandemia impactó en los recursos humanos y materiales de la Unidad de Atención Crohn-Colitis (UACC) del Hospital Universitari de la Vall d’Hebron de Barcelona. La UACC trabaja dentro del paradigma de un modelo de atención integral centrada en el paciente a través de atención presencial y a distancia, mediante un equipo multidisciplinar11, que realizó un esfuerzo para adaptarse y mantener el cuidado de los pacientes. La reducción a mínimos de los recursos humanos en la primera ola de la pandemia en las Unidades de atención a pacientes con EII enfrentó un aumento de la atención a distancia (AD) a los pacientes con EII12–17.
Las principales medidas adoptadas en la primera ola de la pandemia en nuestra unidad, tal y como recomendaban los consensos, fueron el cambio rápido a la asistencia telemática, la cancelación de procedimientos quirúrgicos y endoscópicos electivos ambulatorios, y la realización de cambios estructurales en las instalaciones de consulta externa y farmacias hospitalarias en materia de administración y entrega de biológicos10,18.
En estas circunstancias, el papel de la enfermera de práctica avanzada (EPA) asume un papel destacable en la gestión de la actividad a distancia (AD), debido a su perfil clínico y a sus competencias profesionales19,20. Y es en este contexto que nos planteamos realizar un estudio con el objetivo de describir el impacto de la pandemia por COVID-19 en la actividad de la enfermera de la UACC e identificar los motivos de la atención a distancia.
La experiencia vivida en nuestra unidad demostró un aumento de la actividad gestionada por la EPA con 1.095 actividades registradas en el intervalo de estudio, que destacan claramente tanto en cantidad y uso de la AD -y que representan casi un 50% más de actividad en referencia al año 2019 (Fig.1)-, como por el motivo que han sido realizadas, ya que en un 53,7% están relacionadas con todos aquellos aspectos surgidos a causa de la pandemia (Fig.2). Este aumento de la AD probablemente pudo estar relacionado con la incertidumbre de los pacientes, el miedo a los tratamientos, el colapso sanitario o la anulación de pruebas como por ejemplo endoscopias de control, entre otras razones17. También destacó el elevado número de consultas relacionadas con brotes, que se triplicó en referencia al año anterior, donde el 64% eran pacientes con Colitis Ulcerosa. Podríamos pensar, como se ha visto en otras investigaciones, que las emociones y / o factores psicológicos como la ansiedad o el estrés pueden estar relacionados con este aumento de la actividad de la enfermedad que percibimos9.
Los resultados del estudio realizado durante la primera ola de la pandemia ponen en valor los tres ejes que han caracterizado el inicio de lo que parece que va a ser un cambio en la gestión de las enfermedades crónicas: la atención a distancia, la EPA y la importancia de la comunicación en el ámbito de la salud.
En estudios posteriores a la pandemia, la AD ya se había erigido como una de las mejores herramientas para mantener la calidad de los cuidados a los pacientes con EII debido a que favorece la autonomía del paciente, y proporciona flexibilidad e inmediatez11,21. En este nuevo escenario, en las guías de abordaje para el cuidado de los pacientes con EII la AD se ha definido como servicio mínimo y prioritario6,10. Los pacientes con EII requieren de una continuidad asistencial por el carácter crónico de la enfermedad y necesitan estar bien informados14,22. Desde el punto de vista del paciente, es vital tener un acceso flexible y rápido a los profesionales de la salud y este recurso ha resultado esencial durante la pandemia23. Estudios como el del grupo de C. Taxonera han demostrado que los pacientes reportaron un grado muy alto de satisfacción, y con aceptación de consultas telefónicas16.
Históricamente, las enfermeras hemos liderado el campo de la gestión de la AD19,21. Y lo hemos seguido haciendo en este nuevo contexto: hemos actuado como el punto de contacto inicial para los pacientes, lo que ha permitido un fácil acceso a los consejos y la atención; hemos proporcionado servicios clave como ayudar a resolver consultas generales sobre el cuidado de la EII y dar tranquilidad para continuar su tratamiento, hemos dado educación sobre la enfermedad COVID-19, hemos enfatizado la importancia de las prácticas preventivas frecuentes, como lavarse las manos, usar máscaras faciales y mantener el distanciamiento social, hemos realizado anamnesis para la detección del COVID-19 y detección de brotes, y hemos gestionado los numerosos cambios en las infusiones y controles de biológicos, entre otras funciones24.
El segundo consenso de la Nurses European Crohn’s and Colitis Organisation [N-ECCO] Consensus define las competencias necesarias para una comunicación exitosa a través de este canal: conocimiento sobre las técnicas de comunicación (escucha activa, lenguaje sencillo), habilidades (estar presente, empatía) y actitudes (abierta, tranquila, confiable)19. En el ámbito de la salud, la comunicación y saber transmitir correctamente la información nos permite influenciar en las creencias de las personas y, por tanto, generar cambios. Nuestra meta como enfermeras es acompañar a las personas, sea cual sea el entorno o la situación vivida, para escuchar, enseñar y ayudar a manejar su salud.
La crisis global generada por la COVID-19 está cambiando rápidamente nuestro sistema de atención sanitaria; ahora tenemos la oportunidad de apostar por la innovación25. La telemedicina ya no debe considerarse una opción o un complemento para reaccionar ante una emergencia26. Sin embargo, la distribución dispersa y heterogeneidad de las herramientas disponibles, la falta de integración con la historia clínica electrónica del sistema nacional de salud, la falta de un abordaje multidisciplinario real para el manejo del paciente, las estrictas regulaciones de privacidad, y la falta de pautas claras obstaculizan la implementación de soluciones efectivas de telemedicina para el manejo de enfermos a largo plazo. Todo ello comporta un reto importante que va a tener que afrontar el sistema sanitario.
Como enfermeras la experiencia vivida nos ha proporcionado información útil para planificar y gestionar eficientemente y con calidad el cuidado de los pacientes con enfermedades crónicas. Debemos trabajar para afianzar nuestro papel en la gestión de la salud de las personas como pieza clave en cualquier equipo de salud que pretenda cuidar a las personas holísticamente, tal y como se recoge en el consenso de los indicadores de calidad de las unidades de atención a pacientes con EII27.
Retos como la transmisión de la información eficaz y veraz sobre la vacunación, aprender a comunicar a través de las nuevas tecnologías, mejorar la adherencia a los tratamientos o el cuidado a la salud mental en los pacientes con EII, entre otros, deben formar parte de la agenda a corto plazo de los equipos de salud.
Debemos liderar el cambio que parece imparable hacia una atención a la salud más universal y equitativa.
Agradecimientos:
A todos los compañeros de la UACC, a los pacientes y aquellos que hicieron posible el estudio: Dra. Natalia Borruel, Dra. Virginia Robles, Dr. Claudia Herrera, Dr. Luis Fernando Mayorga, Zahira Pérez, Arantxa Ibarz, Sandra Agustino, Irene Joana Batuecas, Jorge García, Sara López, Esperanza Zuriguel, Laia Selva, Dr. Francesc Casellas.
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