Redacción Farmacosalud.com
Un estudio determina que las huellas vasculares retinianas pueden predecir el riesgo de padecer un ictus, según publica la revista ‘Heart’ de la BMJ (British Cardiovascular Society). El objetivo de los científicos era investigar la relación entre un conjunto integral de parámetros vasculares de la retina y la incidencia de accidente cerebrovascular (ACV) para descubrir nuevas asociaciones y explorar su poder predictivo acerca de la posibilidad de sufrir un ACV.
Durante un seguimiento medio de 12,5 años a un total de 45.161 participantes en el estudio, se produjeron 749 ictus. El análisis identificó 29 parámetros significativos asociados con el peligro de padecer uno de estos episodios, con un predominio notable de los indicadores de densidad (más de la mitad). Cada cambio de densidad se vinculó con un aumento del riesgo de ACV de entre un 9,8% y un 19,0%. En el caso de los parámetros de calibre identificados, cada cambio de desviación estándar se asoció con un incremento del riesgo que oscilaba entre el 10,1% y el 14,1%.
Los autores del nuevo trabajo concluyen que el análisis vascular retiniano es un enfoque no invasivo para la detección y evaluación de la posibilidad de padecer un accidente cerebrovascular que puede ser incluso más eficiente que los modelos de estratificación de riesgo tradicionales.
Abierta la puerta a mejorar el pronóstico en personas que han sufrido un ictus
Por otro lado, un estudio liderado por un equipo del Hospital del Mar (Barcelona) que se ha centrado en más de 400 pacientes que habían sufrido un ictus isquémico ha detectado la relación entre un peor pronóstico de los pacientes y tener niveles altos en sangre de cinco microARNs, partículas de ARN que modulan la activación y desactivación de determinados genes. El trabajo, en el cual han participado el Hospital del Mar, el Complejo Hospitalario Universitario de Albacete, el Hospital Arnau de Vilanova de Lleida y el Hospital Son Espases de Mallorca, lo publica la revista ‘Neurology’. Se trata del primer gran estudio multicéntrico que ha analizado esta relación en Europa.
Los investigadores han analizado más de 2.000 microARN circulantes en sangre. En un primer paso se analizaron en muestras de 215 personas que habían sufrido un ictus isquémico y que fueron atendidos en el Hospital del Mar entre los años 2009 y 2018. Se identificaron una serie de microARN que parecía que podían estar elevados en los enfermos con peor pronóstico al cabo de tres meses de tener un ictus, una vez se habían ajustado otras variables, como la edad, el sexo o la gravedad inicial del accidente cerebrovascular.
Posteriormente, los resultados se validaron una segunda cohorte, de 191 personas de diversos centros, en los cuales se analizaron los 26 microARN más significativos. Los resultados reprodujeron de forma clara la asociación de cinco de estas moléculas con el pronóstico de los pacientes.
“La principal implicación de nuestro estudio es que estos microARN pueden representar potenciales objetivos terapéuticos, al regular genes que están implicados en procesos como la neurogénesis y la angiogénesis”, explica el Dr. Jordi Jiménez Conde, coordinador del Grupo de investigación Neurovascular del Instituto de Investigación del Hospital del Mar y médico adjunto del Servicio de Neurología de este centro hospitalario.
Ciertos microARN identificados ya tienen inhibidores
“Hay mecanismos descritos relacionados con estas partículas que son especialmente interesantes por su relación con procesos que pueden ayudar a la recuperación de los pacientes que han sufrido un ictus isquémico, como son la regeneración de las neuronas y de estructuras que se vinculan a ellas, así como otros relacionados con la regeneración de vasos sanguíneos”, indica el Dr. Jiménez Conde. Hay que tener en cuenta que la importancia de estas moléculas es que regulan, aproximadamente, el 60% de los genes humanos que producen proteínas.
Algunos de los microARN identificados ya tienen inhibidores que pueden servir para modular su actividad sobre los genes que regulan. Esto abre el camino para estudiar vías que convierten su función en un potencial tratamiento que mejore el pronóstico de las personas que han sufrido un ictus isquémico. “Ahora toca estudiar sus funciones, analizar cómo se pueden modular, en experimentos con neuronas in vitro y con ratones in vivo. Si esto funciona, podríamos disponer de potenciales herramientas para modificar el pronóstico de los pacientes interaccionando con las vías por las cuales actúan”, apunta Isabel Fernández Pérez, investigadora predoctoral del Instituto de Investigación del Hospital del Mar y médica adjunta de su Servicio de Neurología.