Redacción Farmacosalud.com
No es habitual viajar con niños menores de un año de edad a destinos considerados ‘exóticos’, pero a veces hay que realizar este tipo de desplazamientos y, lógicamente, hay que analizar la transcendencia que puede tener el viaje para la salud de los más 'peques'. Así, la Asociación Española de Pediatría (AEP) advierte de los riesgos que puede comportar viajar a países tropicales con bebés, debido a la circunstancia de que existen vacunas que, si bien no pueden administrarse a niños de corta edad, son necesarias para viajar de manera segura a esos lugares. En este sentido, los pediatras apelan al sentido común de los padres a la hora de planificar y tomar medidas que eviten posibles accidentes y permitan sortear riesgos de contraer diversas enfermedades.
Por zona tropical se entiende la región del planeta situada entre el trópico de Cáncer y el de Capricornio. En esa zona se encuentran la mayoría de los países de África, sudeste de Asia, Centroamérica y Sudamérica. La AEP ofrece a los padres, a través de la web de divulgación EnFamilia, diversos consejos en torno a los aspectos que han de tenerse en cuenta cuando se planifican unas vacaciones en familia.
Estar al día con el calendario vacunal infantil
A la hora de preparar un viaje internacional, si el destino es una zona tropical hay que tomar en consideración una serie de recomendaciones para evitar que los niños enfermen. La primera de ellas hace referencia al calendario vacunal infantil y la necesidad de estar al día con el mismo, es decir, tener puestas todas las vacunas correspondientes a la edad del menor. Por otra parte, se deberán tener en cuenta las vacunas no sistemáticas, que van a depender del país a visitar, del tipo de viaje y, por supuesto, de la edad de los viajeros. Para asegurarse de que se han puesto todas las protecciones necesarias es conveniente acudir al pediatra, quien, en ocasiones, aconsejará pedir cita en cualquiera de los centros de vacunación internacional dependientes del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, y acudir con el libro de salud del niño o la cartilla donde consten las vacunas puestas.
¿Prohibir la entrada a un bebé si no lleva puestas las vacunas obligatorias?
De todos modos, hay una serie de preparados que, por edad, no pueden administrarse a los menores de un año pero que son necesarios para viajar de manera segura a destinos exóticos. De acuerdo con la Dra. Victoria de la Rúa, pediatra y editora de ‘EnFamilia’, esas vacunas son las siguientes:
• Hepatitis A. Se administra habitualmente a partir de los 12 meses de vida. Se podría administrar en caso de viajar a países de alto riesgo a partir de los 6 meses de vida, pero no se consideraría válida como dosis administrada (es decir, que si se quiere inmunizar al niño habría que reiniciar vacunación a partir de los 12 meses)
• Triple vírica. Igual actitud que con la vacuna frente a hepatitis A
• Fiebre amarilla. Se puede aplicar a partir de los 9 meses de edad. Se podría administrar a partir de los 6 meses de vida en situación de altísimo riesgo, pero valorando riesgos/beneficios por las posibles complicaciones graves que podría acarrear administrar la vacuna entre los 6 y 9 meses de vida
• Fiebre tifoidea. Se administra a partir de los 2 años de vida
• Cólera. A partir de los 2 años de vida
¿Así pues, un país puede prohibir la entrada de un niño menor de un año de edad si no lleva puestas esas vacunas obligatorias, aun sabiendo que una persona de esa edad no puede ser vacunada todavía con dichos preparados? “Respecto a las dos primeras vacunas, no (no pueden impedir el acceso). Con la fiebre amarilla desconozco la legislación de otros países, pero por lógica, si está contraindicada por edad, no tendría que haber problemas” de acceso, sostiene De la Rúa. En otras palabras, que en relación con esta última patología “el niño puede entrar en el país, no le pueden prohibir entrar. Además, en muchos países exigen esta vacuna sólo si vienes de un país que tenga fiebre amarilla en su territorio”, asevera. En lo concerniente a la fiebre tifoidea y el cólera, tampoco se puede impedir la entrada aunque los menores de un año de edad no estén vacunados, indica la experta, quien añade que “el problema no es que no dejen entrar… el problema es la seguridad del bebé”.
La prudencia dictamina que es desaconsejable viajar con niños menores de un año (u otras edades tempranas) a esas regiones del planeta. De todos modos, si es imprescindible viajar con ellos -por razones familiares, culturales, etc-, hay que tomar una serie de precauciones para evitar males mayores:
• Administrar todas las vacunas del calendario (medida ya comentada anteriormente)
• Tener cuidado con los alimentos y el agua
• Extremar el cuidado frente a posibles picaduras
Repelentes: no recomendables en menores de 2 meses
Los insectos son los responsables de transmitir algunas enfermedades infecciosas graves como por ejemplo la malaria (que es otra forma de llamar al paludismo), el dengue o la fiebre amarilla. Aparte del uso de repelentes, otra medida que puede ponerse en práctica para esquivar posibles picaduras es llevar ropa adecuada: aunque la temperatura sea elevada se deben usar camisetas de manga larga y pantalón largo, y mejor aún si las prendas son de algodón y de colores claros, mientras que los zapatos deben ser cerrados y con calcetín. Siempre que sea posible, se recomienda dormir bajo mosquitera. El paludismo es una enfermedad muy grave que se contagia por la picadura del mosquito Anopheles. La afección es endémica en algunos países, por lo que si se viaja a ellos es necesario tomar determinados medicamentos antes, durante y después del viaje a modo de prevención. El fármaco a utilizar dependerá de la zona visitada, de la época del viaje y, en el caso de los niños, de su peso y edad.
La Dra. De la Rúa advierte que “los repelentes de insectos no se recomiendan en menores de 2 meses de vida. Hasta ahora se indicaba citronella entre los 2 meses y los 2 años y DEET con 10% desde los 2 años hasta los 12 años, pero por los grandes problemas actuales con algunas enfermedades se han cambiado las recomendaciones, pudiéndose usar DEET a partir de los 2 meses. Además, los repelentes que se usan en niños no deben contener más de un 30% de DEET”. La experta, asimismo, lanza varios consejos para cuidar de los bebés:
• No aplicar repelente debajo de la ropa ni rociar con DEET directamente a la cara, evitando por tanto ojos y boca
• Aplicar por un adulto (primero en las manos del adulto y luego extender al niño)
• No aplicar en manos de los niños para que no lo ingieran
• Importante la adopción de medidas como vestir con ropa larga de color claro y el uso de barreras mecánicas como mosquiteras o tules en cunas y cochecitos
Precauciones en los procesos de amamantamiento
Cuando el bebé está siendo amamantado, ya sea mediante formula infantil o bien con leche materna, cuando se viaja a las zonas tropicales hay que extremar las precauciones en relación con el agua que se usa para hacer los ‘bibes’, así como con el lavado de los mismos.
Por otro lado, en caso de que la madre pueda dar el pecho y el niño tenga menos de 9 meses, y si en esa época ella se vacuna frente a la fiebre amarilla, entonces la madre “debe extraerse la leche materna y desecharla durante 15 días”, precisa la editora de ‘EnFamilia’. O sea, que la madre no debe dar leche materna durante 15 días al bebé (debe, por tanto, recurrir a fórmulas infantiles) y tiene que desechar la leche generada por su propio organismo, de manera que, una vez transcurridos esos 15 días, ya puede volver a dar el pecho (insiste la Dra., siempre y cuando el niño tenga menos de 9 meses de vida).
Es importante que el agua que se va a usar esté embotellada, incluso para lavarse los dientes -si se habla más allá de los menores de un año de edad-. Si no puede ser agua embotellada, deberá hervirse durante al menos tres minutos desde que se inicie la ebullición. El aparato digestivo está acostumbrado a un tipo de agua y no es raro cierto grado de inestabilidad gastrointestinal ante la ingesta de otras aguas potables. No es recomendable tampoco utilizar hielo en las bebidas. En lo que a la ingesta de comida se refiere, conviene recordar que es importante pelar uno mismo la fruta, o bien, lavarla con agua embotellada. Tampoco es recomendable consumir el pescado o la carne cruda ni los derivados lácteos no pasteurizados.
Si, a pesar de todo, durante el viaje se inicia un proceso diarreico, lo más importante es evitar la deshidratación ingiriendo líquidos como soluciones de rehidratación oral. Si la situación no mejora o se comenzase con vómitos o fiebre alta, se debe acudir a un médico.
Botiquín básico y necesario
Un botiquín es un conjunto de medicinas y otros utensilios que sirven para tratar dolencias comunes o para practicar los primeros auxilios en caso de lesiones. Un buen botiquín debe ser sencillo y contener sólo lo necesario. El contenido mínimo básico a la hora de viajar con niños incluye:
• Un termómetro
• Antiséptico para curar heridas: povidona yodada, agua oxigenada, clorhexidina, etc
• Apósitos adhesivos (tiritas) para tapar heridas pequeñas
• Gasas y esparadrapo para cubrir heridas más grandes
• Suero fisiológico (en bote o ampollas individuales) para la limpieza de la nariz o los ojos
• Un medicamento analgésico-antipirético, es decir, para tratar la fiebre y el dolor. Los más utilizados son el paracetamol y el ibuprofeno
• Protector solar
• Repelente de insectos y algún producto para aliviar sus picaduras
• Solución de rehidratación oral
Vigilar la salud de los niños en el retorno a casa
Otro aspecto a tener muy en cuenta es el protector solar. La exposición excesiva al sol es un peligro importante para la salud. Para prevenir sus efectos sobre la piel hay que evitar estar al sol cuando más calienta, utilizar protección física como ropa, sombrillas, gorros y gafas, y recurrir a los protectores solares. El sol emite diferentes tipos de radiaciones, entre las que hay que destacar los rayos ultravioleta A (UVA), los ultravioleta B (UVB), los rayos infrarrojos y la luz visible. Es recomendable utilizar un factor de protección como mínimo de 30, y en los bebés un protector de pantalla total, preferentemente con filtros físicos.
Todas estas medidas de prevención son necesarias para tener un viaje seguro y placentero; sin embargo, es fundamental que hayan sido tomadas bajo una planificación exhaustiva del viaje. Es necesario contar con tiempo suficiente para ponerse las vacunas necesarias y sus posibles recuerdos antes de viajar, conocer bien qué tipo de ‘riesgos’ epidémicos hay en la zona, cuáles son las condiciones de salubridad del país, etc. Acudir al pediatra y consultar todas las dudas que puedan surgir al respecto es una excelente manera de comenzar a planificar el desplazamiento.
También es importante seguir observando al niño a la vuelta. Si éste presenta fiebre o diarrea persistente o si en las semanas siguientes presenta cualquier problema de salud, debe acudirse al pediatra, al que hay que recordar que el niño ha vuelto de un viaje tropical. Por supuesto, también hay que indicar al facultativo la zona en la que se ha estado.