Redacción Farmacosalud.com
Una sencilla rutina de ejercicio practicada durante 20 minutos diarios permite disminuir en un 70% el riesgo de deterioro funcional en ancianos hospitalizados, según se ha demostrado en un estudio1. Uno de los ejercicios clave son las denominadas ‘sentadillas’, que consisten en levantarse y sentarse de una silla para fortalecer el cuádriceps. Otra de las actividades previstas en el nuevo programa de entrenamiento físico se centra en la práctica de caminar. “Los pacientes ingresados tienen que levantarse lo antes posible… los que puedan, que son la mayoría; los que están sentados en el sillón tienen que estar de pie o caminando… los que puedan, que son la mayoría… Se trata de evitar que un paciente, por el hecho de estar en el hospital, se pase 6 días encamado, que es algo malísimo para alguien que tiene 35 años, pero que puede ser casi letal para alguien que tiene 85”, asegura a www.farmacosalud.com el Dr. José Antonio Serra-Rexach, jefe de grupo del CIBER de Fragilidad y Envejecimiento Saludable (CIBERFES) en el Hospital General Universitario Gregorio Marañón (Madrid) y firmante de dicho estudio.
Y es que una de cada tres personas de edad avanzada que ingresan en un hospital pierde la capacidad de realizar independientemente alguna actividad de su vida diaria, como asearse, vestirse, levantarse de la cama, comer o caminar. De ellos, menos del 50% recuperan esa pérdida tras el alta hospitalaria. Este deterioro funcional asociado a la hospitalización tiene consecuencias graves para el sujeto que lo sufre porque, además de la discapacidad surgida, aumenta el riesgo de reingreso en el hospital, de complicaciones e incluso de mortalidad.
“Le curan la neumonía, pero a cambio ese paciente sale con más dependencia funcional”
“En general, las rutinas o el día a día de las unidades hospitalarias no están preparadas para un tipo de paciente que ahora es su principal usuario: las personas mayores. Seguimos pensando que los hospitales son sitios donde la gente entra, se opera y se va, y la población que más abunda en el proceso de hospitalización son las personas mayores, las muy mayores y muy frágiles. Por ejemplo, un anciano ingresa por una neumonía, que no tiene nada que ver con la capacidad física de caminar, asearse o vestirse, pero el tratamiento que le proporcionan hace que esté encamado, sentado o inactivo durante 6-8 o 10 días… le curan la neumonía, pero a cambio ese paciente sale con más dependencia funcional”, advierte Serra-Rexach. “Sorprendentemente, la mayoría de las veces el deterioro funcional que sufren los pacientes mayores hospitalizados no se debe a la patología que motivó el ingreso, sino a las rutinas hospitalarias que hacen que las personas permanezcan la mayoría del tiempo en la cama o sentadas”, explica el especialista mediante un comunicado de CIBERFES.
Es más, no existe una edad de corte que permita sospechar o vaticinar la posible aparición de una merma en las capacidades de autonomía personal. Entre otras razones, porque no hay dos personas mayores iguales. Por poner un ejemplo: un individuo de 85 años puede que esté, funcionalmente hablando, mucho mejor que uno de 75. Con todo, tampoco se puede olvidar que cuantos más años se tengan, más posibilidades hay de padecer enfermedades crónicas, problemas funcionales, problemas mentales y problemas de soporte sociofamiliar.
Teniendo en cuenta todo ello, el estudio se centró en evaluar los efectos de la estimulación de la movilidad en estos pacientes, diseñando una rutina de ejercicio adaptada y midiendo sus efectos en el riesgo de discapacidad asociada a la hospitalización. Así, se siguió la evolución de 268 individuos de entre 75 y 102 años, ingresados en la unidad de agudos del Servicio de Geriatría del Hospital Gregorio Marañón. El trabajo, que se desarrolló a lo largo de dos años y en el que han participado especialistas del Servicio de Geriatría, personal de Enfermería y personal experto en ciencias de la actividad física y del deporte de las Universidades Europea y Politécnica de Madrid, comparó la evolución durante la hospitalización, al alta y tres meses después del ingreso de estos pacientes, divididos en dos grupos: el que siguió la pauta de ejercicio y el grupo control.
Los pacientes se sometieron al hábito de caminar y levantarse de una silla durante al menos 20 minutos al día (de acuerdo a las características de cada persona) durante su estancia en el hospital. Las sesiones se realizaban bajo la supervisión individualizada de profesionales en el ámbito del ejercicio físico en personas mayores, con sesiones siempre adaptadas a las circunstancias clínicas de cada caso. El grupo de pacientes que realizó el programa de ejercicios logró disminuir el riesgo de pérdida de su independencia en un 70% en comparación con quienes no lo hicieron, destacan los investigadores. “Además de este resultado, una de las fortalezas de la investigación es que no se necesita ningún aparato, ni ninguna inversión adicional, ya que el programa se realiza en las propias instalaciones de la planta de hospitalización”, explica el Dr. Serra-Rexach.
“Este trabajo viene a demostrar de una manera sólida la importancia de estimular la movilidad en las personas mayores cuando ingresan en el hospital”, apunta Javier Ortiz, primer firmante del artículo.
Los ancianos con COVID-19, un caso aparte
Lógicamente, la novedosa pauta de ejercicios es difícil de aplicar en ancianos hospitalizados por COVID-19, dado que el aislamiento preventivo al que están sometidas las personas ingresadas por coronavirus comporta que esos pacientes no dispongan de apoyo de familiares o allegados en caso de necesitar ayuda para levantarse y sentarse, o para caminar.
Uno de los motivos de hospitalización más habituales en sujetos de edad avanzada es la típica fractura de cadera o, mejor dicho, del extremo superior del fémur. No obstante, la nueva investigación no ha girado en torno a los pacientes de traumatología, sino a los ingresados en la unidad de agudos. Más allá de la elaboración de este estudio, el equipo de Serra-Rexach también atiende a pacientes ingresados por fractura de cadera, en los que “la movilización es imperativa durante el ingreso hospitalario. Lo que intentamos nosotros, y así lo hacemos con los traumatólogos, es que el paciente se opere cuanto antes para que pueda sentarse cuanto antes y pueda ponerse a caminar cuanto antes. En ese sentido, cuanta menos demora haya para la cirugía, cuanta menos demora haya a la hora de ponerse de pie y cuanta menos demora haya en la recuperación funcional, mayores posibilidades habrá de recuperación durante el ingreso hospitalario”, remarca Serra-Rexach.
“En los pacientes con fractura de cadera -sostiene el miembro de CIBERFES-, estimulamos la capacidad de caminar. Por ello es bueno quitarles cuanto antes los sueros o las sondas que dificultan la realización de esa actividad. También intentamos tratarles adecuadamente el dolor para que, con analgesia, puedan caminar. En cuanto a la movilización, se trabaja conjuntamente con el servicio de rehabilitación y los fisioterapeutas, que son quienes prescriben los ejercicios específicos para recuperarse tras una fractura de cadera”.
Referencias
1. Ortiz-Alonso J, Bustamante-Ara N, Valenzuela PL, Vidan MT, Rodriguez-Romo G, Mayordomo-Cava J, et al. Effect of a simple exercise programme on hospitalisation-associated disability in older patients: a randomised controlled trial. JAMDA. 2019:19008151 https://doi.org/10.1016/j.jamda.2019.11.027