Redacción Farmacosalud.com
Un equipo coordinado por el catedrático de Farmacología de la Universidad de Barcelona (UB), Juan Carlos Laguna, ha estudiado en ratones el efecto en el metabolismo de un consumo excesivo de bebidas edulcoradas con fructosa, uno de los azúcares empleados en refrescos y zumos. Laguna ha realizado una posible extrapolación a humanos de las conclusiones de esta investigación: “El modelo murino (ratón de laboratorio) lo que nos está diciendo es que cuando una persona que está ingiriendo cantidades elevadas de bebidas azucaradas ya tiene una predisposición, ya sea genética o por un hábito dietético no saludable, a tener disfunciones metabólicas, esa persona es mucho más propensa a desarrollar problemas cardiovasculares”.
En el estudio se determina que las bebidas edulcoradas con fructosa en dietas poco saludables hace aumentar el peso corporal, la acumulación de grasa visceral, la hiperlipemia y la aterosclerosis. “En el modelo utilizado, el modelo murino, la suplementación de bebidas edulcoradas con fructosa incrementa la hipertrigliceridemia, tanto la post-pandrial (después de comer) como en ayunas. En estos modelos murinos el colesterol plasmático está vehiculizado en las HDL, es muy diferente a la vehiculización respecto al humano, con lo que en esos ratones el colesterol no se modifica, no se produce la hipercolesterolemia. Hay estudios de intervención con bebidas edulcoradas en humanos en los que, aparte de la hipertrigliceridemia, también se ha visto un incremento del colesterol LDL”(colesterol malo), explica a www.farmacosalud.com el profesor Laguna.
La energía obtenida de la fructosa, equiparable a los registros en humanos
En el estudio de la UB se aplicaron dos tipos de dietas sólidas: una dieta saludable y una dieta tipo ‘cafetería’ o ‘western’. Los animales se dividieron entonces en 4 grupos: dos bajo la pauta de dieta saludable y dos bajo la pauta de la dieta ‘western’ o ‘cafetería’. En cada uno de estos dos regímenes alimenticios había animales sin o con suplementación con fructosa. “En los animales que siguieron una dieta saludable la suplementación con fructosa prácticamente no produjo alteraciones significativas desde el punto de vista estadístico en el metabolismo lipídico y en la arterioesclerosis. En cambio, en los animales que consumían una dieta no saludable, la de ‘cafetería’ o ‘western’, la suplementación con una dieta líquida con fructosa sí que produjo un incremento de la arterioesclerosis, hiperlipemia, etc”, señala Laguna.
“En los animales -prosigue el catedrático- que tenían acceso ad libitum, es decir, sin ninguna restricción al consumo del líquido suplementado con fructosa, el consumo final de fructosa representó un 17% de la energía diaria que consumían estos animales. Este es un dato importante porque en el patrón de consumo humano los máximos llegan al 20-25% del consumo diario de energía en sujetos que son consumidores habituales y en exceso de bebidas azucaradas. Es decir, el ratón está obteniendo un porcentaje de energía de la fructosa que es perfectamente equiparable al que puede registrarse en el segmento de la población humana que presenta un consumo más elevado de esta sustancia. Los animales con un sustrato de dieta sólida no saludable tipo ‘cafetería’ o ‘western’ fueron los que manifestaron los efectos nocivos de la fructosa”. En cierto modo, los ratones “‘abusaron’ de los líquidos azucarados, pero ese modelo reflejaba, por decirlo así, el tipo de ‘abuso’ que se produce en la población humana con respecto a esa clase de bebidas”, agrega.
Los investigadores de la UB analizaron los efectos en el metabolismo del consumo de bebidas con fructosa comparando cuatro grupos de ratones con déficit genético para el receptor del colesterol LDL, una modificación genética que permite desarrollar aterosclerosis. Laguna aclara por qué se procedió así: “En otros modelos murinos, como la rata o el hámster, se observa que el consumo de las bebidas edulcoradas con fructosa produce una serie de patrones metabólicos como obesidad, resistencia a la insulina o dislipemia, que son factores de riesgo cardiovascular. El problema es que esos modelos no desarrollan arterioesclerosis, sea cual sea el tipo de dieta que se le dé”.
Según el experto, “la única forma de poder tener una lesión arterioesclerótica no idéntica pero similar a la que se produce en humanos era utilizar este modelo murino, este tipo de ratones. Por tanto, sólo podíamos realizar el estudio con este modelo, porque los otros animales no modificados genéticamente no desarrollan arterioesclerosis… desarrollan los factores de riesgo cardiovascular, pero nosotros lo que queríamos saber es si el incremento del riesgo cardiovascular por acción de la fructosa se traducía en un mayor crecimiento de la placa de ateroma”.
Dieta estándar saludable: menos saludable si se abusa de la bebida azucarada
Como se ha apuntado anteriormente, cada grupo de ratones se alimentó con un patrón alimentario diferente: una dieta estándar saludable, una dieta con pienso rico en grasas saturadas, carbohidratos refinados y colesterol -equiparable a la dieta occidental poco saludable y rica en grasas, la llamada dieta ‘western’ o de ‘cafetería’- y, por último, estas dos dietas añadiendo fructosa en el agua de bebida. ¿Así pues, la dieta estándar saludable hubiera sido menos saludable si se hubiera añadido excesiva fructosa en la bebida?
Laguna lo tiene claro: “Siempre es menos saludable por el hecho de que las calorías proporcionadas por la fructosa sustituyen a las calorías de la dieta saludable. La dieta saludable no sólo implica calorías, sino que implica micronutrientes, minerales y vitaminas que la solución de fructosa no proporciona. Por tanto, una parte del posible efecto no saludable de este tipo de bebidas es que, si se abusa de ellas, se está favoreciendo lo que se conoce como ‘calorías vacías’, que son calorías que vienen del azúcar pero que no vienen complementadas con ningún tipo de vitamina, micronutriente o minerales, que es todo aquello que se obtiene de una dieta equilibrada-saludable”.
“En obesos, si se elimina el consumo de bebidas edulcoradas se reduce la obesidad”
Aunque la investigación se ha centrado en modelos murinos, hay base suficiente como para aventurarse a extrapolar lo que podría ocurrir en humanos si se estudiara el efecto de un exceso de bebidas con fructosa en personas que llevan una dieta poco saludable. “No soy consciente de que haya estudios similares en humanos, estudios en los que se vea qué sucede cuando se elimina el consumo de bebidas azucaradas en personas que ya tienen factores de riesgo cardiovascular o arterioesclerosis diagnosticada. Pero sí que hay estudios muy claros, por ejemplo, centrados en personas obesas… hay que tener en cuenta que la obesidad visceral es un factor de riesgo cardiovascular. En esos estudios, cuando se elimina el consumo de bebidas edulcoradas se reduce la obesidad y se reducen muchos parámetros cardiometabólicos que son pronóstico de enfermedad cardiovascular”, apunta el profesor.
En definitiva, “el modelo murino (ratón de laboratorio)” empleado en el estudio de la UB “lo que nos está diciendo es que cuando una persona que está ingiriendo cantidades elevadas de bebidas azucaradas ya tiene una predisposición, ya sea genética o por un hábito dietético no saludable, a tener disfunciones metabólicas, esa persona es mucho más propensa a desarrollar problemas cardiovasculares”.
Los resultados del estudio de la UB han sido publicados en la revista científica ‘International Journal of Cardiology (IJC): Metabolic & Endocrine’.