Redacción Farmacosalud.com
Desde luego, convencer a un paciente de EPOC de que para combatir la sensación que tiene de ‘falta de aire’ no hay nada mejor que hacer ejercicio físico es todo un reto. Frente a lo que parece una contradicción, la doctora Patricia García Sidro, neumóloga del Hospital de La Plana (Villareal, en Castellón), se encarga de contraponer argumentos científicos con los que demostrar los beneficios del deporte o de la actividad física a la hora de luchar contra la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC): “El ejercicio regular contribuye a aumentar la fuerza y el funcionamiento de los músculos haciéndolos más eficientes, lo que conllevará que necesiten menos oxígeno para moverse […] Es decir, un músculo entrenado necesita menos oxígeno para funcionar de modo que, cuanto más ejercicio se hace, más capacidad hay de hacerlo. En los pacientes con EPOC, una enfermedad que afecta al intercambio de oxígeno, esta circunstancia es todavía más importante y hay que hacer entender a estos enfermos que a pesar de la sensación de falta de aire o de quedarse sin respiración, hacer ejercicio, con el tiempo, les va a ayudar a respirar mejor”. El reto que se apuntaba al principio se torna en toda una odisea si se tiene que cuenta que los pacientes de EPOC muestran una clara tendencia al sedentarismo -un tercio de ellos son inactivos-, lo que les predispone a una mayor obstrucción bronquial y dificultad para respirar(1). De todos modos, la doctora no ceja en su empeño y anima a “este tipo de enfermos a hacer algo de actividad física de manera sostenida, sea lo grave que sea su enfermedad”. En cuanto a los deportistas fumadores que creen que el deporte les salvará de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, García Sidro destaca que “mantener una actividad física moderada o alta puede frenar el desarrollo de la EPOC en personas fumadoras hasta en un 21% con respecto a fumadores que no realizan actividad física, no en un 100%; es decir, no protege totalmente del riesgo de padecer EPOC, sólo lo disminuye”. Todo un aviso para navegantes: no se pueden hacer trampas al solitario.
-Un estudio sostiene que la actividad física habitual en pacientes con EPOC reduciría hasta un 40% el riesgo de hospitalización y mortalidad(2). ¿En este caso, de qué perfil estamos hablando de paciente de EPOC?¿De fases iniciales de la enfermedad, o también pueden beneficiarse los enfermos que presentan un cuadro grave de la enfermedad?
El estudio en concreto incluyó a pacientes con EPOC de todos los niveles de gravedad, de leves a muy graves y curiosamente, al analizar los datos obtenidos, el mayor porcentaje de reducción del riesgo de mortalidad se objetivó precisamente en los pacientes que pasaban de ser sedentarios a ser mínimamente activos. Es decir, cualquier nivel de actividad física es beneficioso y, aunque lo ideal sería adecuarla a las capacidades de cada paciente, lo importante es animar a este tipo de enfermos a hacer algo de actividad física de manera sostenida, sea lo grave que sea su enfermedad, y que el ejercicio, al nivel que sea, pase a formar parte de su vida cotidiana. Además, hoy en día contamos con fármacos que mejoran parámetros de esta enfermedad y que ayudan a que estos pacientes tengan mayor resistencia al ejercicio, lo que facilita la actividad física.
-Choca que se recomiende ejercicio físico a personas que padecen una enfermedad caracterizada por, entre otros síntomas, dificultades respiratorias, dificultades que en principio limitan a la hora de realizar esfuerzos motores…
La verdad es que el ejercicio regular contribuye a aumentar la fuerza y el funcionamiento de los músculos haciéndolos más eficientes, lo que conllevará que necesiten menos oxígeno para moverse y produzcan menos dióxido de carbono, producto de deshecho que se libera por las células musculares al producir energía. Es decir, un músculo entrenado necesita menos oxígeno para funcionar de modo que, cuanto más ejercicio se hace, más capacidad hay de hacerlo. En los pacientes con EPOC, una enfermedad que afecta al intercambio de oxígeno, esta circunstancia es todavía más importante y hay que hacer entender a estos enfermos que a pesar de la sensación de falta de aire o de quedarse sin respiración, hacer ejercicio, con el tiempo, les va a ayudar a respirar mejor. No obstante, todo lleva su proceso y los programas de actividad física se deben introducir de modo progresivo para permitir que el organismo se adapte y llegue a un nivel de actividad que le resulte bien tolerado, no siendo necesarios ejercicios de alta intensidad. Además, hacer ejercicio de modo regular aumenta el gasto cardíaco, disminuye la presión arterial, disminuye el colesterol LDL* y los triglicéridos y aumenta el colesterol HDL, mejora la sensibilidad a la insulina, incrementa la densidad ósea, disminuye la inflamación sistémica, potencia la inmunidad y mejora la autoestima y el humor. Todos estos efectos colaboran en la mejoría del estado de salud de estos pacientes que, además de la enfermedad respiratoria, suelen asociar comorbilidades (bien por el efecto de la propia enfermedad, bien por la edad avanzada o bien por el mismo factor de riesgo que produce la EPOC), como osteoporosis, diabetes, patologías cardiovasculares, obesidad o bajo peso, riesgo aumentado de infecciones y ansiedad y/o depresión a la que les lleva el darse cuenta de cómo poco a poco se va limitando su vida.
-Los estudios apuntan que la actividad física también juega un papel importante en la prevención de la EPOC. Teniendo en cuenta que el tabaquismo es la principal causa de la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), ¿qué le diría a un deportista que fuma y que cree que haciendo ejercicio físico frenará el desarrollo de una posible EPOC?
Los estudios han demostrado que mantener una actividad física moderada o alta puede frenar el desarrollo de la EPOC en personas fumadoras hasta en un 21% con respecto a fumadores que no realizan actividad física, no en un 100%; es decir, no protege totalmente del riesgo de padecer EPOC, sólo lo disminuye. Y el tabaquismo no sólo aumenta el riesgo de desarrollar una enfermedad respiratoria crónica como la EPOC, también aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, afecta a la inmunidad facilitando las infecciones y es la principal causa de cáncer de pulmón, laringe, órganos digestivos y aparato urinario, entre otros efectos nocivos. No en vano, ya sabemos que el consumo de tabaco es la principal causa de enfermedad, discapacidad y muerte en el mundo. Así que lo primero que le diría a un deportista que fuma es lo mismo que le diría a cualquier persona que lo hace: que deje de fumar.
-¿Un enfermo de EPOC que decide practicar ejercicio físico disminuirá los síntomas de la enfermedad, ni que sea de manera poco apreciable, si sigue fumando?
Esta pregunta es difícil de contestar… Está demostrado que la única medida eficaz para frenar la progresión de la EPOC es dejar de fumar, así que un enfermo de EPOC que sigue fumando seguirá perdiendo función pulmonar de una forma más acelerada que un paciente que lo ha dejado, y por tanto sus síntomas irán aumentando progresivamente. El hecho de que la actividad física ayude a modificar esta pérdida de función pulmonar podría retrasar le evolución en el tiempo y probablemente mejorar la sintomatología al reducir la sensación de falta de aire y aumentar la tolerancia al esfuerzo, pero no evitar su progresión.
-¿Existe el riesgo de que un paciente de EPOC que deja de fumar y que decide practicar deporte se apunte a disciplinas demasiado exigentes y que ello le cause más perjuicios que beneficios? ¿Empezar a hacer ejercicio físico teniendo EPOC debe llevarse a cabo bajo un riguroso control médico?
Varios estudios han dejado constancia de que los pacientes con EPOC que siguen programas de Rehabilitación Respiratoria (RR) mejoran su estado de salud debido a los efectos del ejercicio sobre la función pulmonar y el resto de sistemas. Probablemente, seguir un programa de RR sería ideal para estos pacientes, pero la EPOC es una enfermedad muy prevalente y la accesibilidad a estos programas muy limitada, mientras que la actividad física está al alcance de todos. Los pacientes con EPOC pueden realizar ejercicio sea cual sea su nivel de gravedad, adecuando la actividad a sus síntomas respiratorios, desde actividades básicas de la vida diaria (tareas del hogar, subir y bajar escaleras, trabajar en el jardín, etc), hasta sesiones de ejercicio estructuradas.
Los programas de actividad física se deben introducir de modo progresivo para permitir que el organismo se adapte y llegue a un nivel de actividad que le resulte bien tolerado, no siendo necesarios ejercicios de alta intensidad. Las guías recomiendan que deberían realizarse al menos 30 minutos de actividad física de moderada intensidad al menos 5 días a la semana, lo que equivaldría a unas 1000-1400 kcal/semana, para conseguir beneficios sobre el estado de salud. Una buena recomendación, si no hay posibilidad de contar con programas de rehabilitación respiratoria y que yo utilizo con mis pacientes con EPOC, es realizar 30 min de bicicleta estática (o pedaleo) o bien caminar al menos durante 30 minutos, descansando todas las veces que haga falta e incluso recurriendo a la administración de medicación de rescate para aliviar la sensación de falta de aire, combinado con ejercicios de brazos con pesas (al menos de 1 kg) o cintas elásticas.
Si un paciente quiere mejorar su forma física de un modo más reglado puede acudir a programas de entrenamiento con ejercicios dirigidos por un experto. El ejercicio físico aumenta el ritmo cardíaco y la frecuencia respiratoria, pero generalmente estos efectos no son peligrosos. No obstante, ante todo síntoma o signo de alarma no controlado por el paciente, éste debe acudir a su médico y pedir consejo.
* Colesterol LDL: colesterol ‘malo’. El colesterol HDL es el conocido como colesterol ‘bueno’
Referencias
(Fuente: Programa Respirar es Vida / Hill + Knowlton Strategies)
1. Margarita Marín Royo, Concha Pellicer Císcar, Cruz González Villaescusa, María José Bueso Fabra, Carmen Aguar Benito, Ada Luz Andreu Rodríguez, Alberto Herrejón Silvestre, Juan José Soler Cataluña. Actividad física y su relación con el estado de salud en pacientes EPOC estables. Arch Bronconeumol. 2011;47:335-42. - Vol. 47 Núm.07
2. Esteban, Cristóbal. Impacto de la actividad física en la EPOC. Arch Bronconeumol. 2009; 45(Supl 5): 7-13