Imma Rabasco, autora del libro 'Reír y vivir' (Libros Cúpula): Imma Rabasco es una mujer imperfecta que se hizo amiga del error. ‘Como actriz de formación larga y constante, es lo primero que aprendes. Si quieres crear un personaje, debes equivocarte y en esos errores lo encuentras’. Tras titularse en Arte Dramático y Periodismo, se dedica al crecimiento personal. Su emprendimiento se llama LIVING WITH CHOCO, convencida de que ‘la vida debe saborearse’.
Redacción Farmacosalud.com
¿Morirse de risa durante un funeral es aceptable? (que no es lo mismo que reírse ‘del funeral’) Pues, a juicio de la escritora Imma Rabasco, autora del libro ‘Reír y vivir’, que sea o no aceptable dependerá de la personalidad y de los deseos del difunto, es decir, de lo que en vida dijo sobre cómo imaginaba o cómo quería que fuese su despedida. Si en Nueva Orleans (Estados Unidos) es tradición homenajear a la persona fallecida con música festiva tras haber lanzado primero cantos y melodías fúnebres, no debería ser ningún problema que, en otras latitudes, alguien se desternillara si el difunto hubiera expresado el deseo -a modo de testamento, por nombrarlo de algún modo- de que su funeral fuera todo menos eso, un funeral. Y es que hay gente que, ni tan siquiera en el día de su entierro o cremación, quiere verse asociada al llanto o la tristeza. Hay que respetarlo.
En su libro, Rabasco da todo un recital sobre el arte de reír y vivir. La autora examina la función de la risa y la sonrisa en nuestra civilización, ofrece herramientas y estrategias para introducir la ‘curva de la felicidad’ en el devenir vital, especialmente en los momentos en los que hay pocos motivos para reír, y también propone remedios contra el desánimo y la negatividad.
«Un hombre muy pobre le dijo a Buda que era totalmente infeliz. Ante esto, el Iluminado le contestó que para ser feliz debía dar algo a los demás, ser caritativo. Sorprendido, el hombre le dijo que no poseía nada. ¿Cómo iba a ofrecer algo a los demás? Entonces Buda le dijo: ‘Sí tienes algo, tienes tu sonrisa. Ofrécesela a la gente y empezarás a ser más feliz’.»
-En el libro usted asegura que «los mortales tenemos tres superpoderes y sabemos (o intuimos) que sin ellos estaríamos perdidos: la risa, la sonrisa y el humor. La risa distiende, la sonrisa une y el humor relativiza». ¿Qué ocurre con las personas que nunca ríen, que siempre parecen tristes? ¿Alguien debería enseñarles a recuperar lo que ya tienen dentro de sí, o bien son incurables?
No soy psicóloga, ni psiquiatra… así que no puedo hablar de patologías. Lo que sí es cierto es que hay mil motivos para perder la sonrisa. Lo sabemos. Todos conocemos casos dramáticos, o no tanto, pero percibidos como tales, que justifican cualquier reacción de bloqueo y encierro con uno mismo. De todas formas, la alegría (con la sonrisa y risa como manifestaciones físicas) es una virtud humana y, como tal, nos pertenece, es una parte nuestra. Otro asunto es darle lugar, despertarla, provocarla, buscarla… entender la importancia que tiene en la vida sin esperar a tener razones para cultivarla.
Cuando uno se da cuenta de lo vital que resulta la alegría en la vida, puede ponerle el foco, la atención, las ganas para cuidarla y hacer que emerja. Y si estamos tan abatidos que no podemos hacer todo eso, debemos buscar ayuda para tal logro. Y, si es tanto el dolor que ni ayuda podemos pedir, es responsabilidad del resto darse cuenta de mi necesidad… así lo siento.
-En ‘Reír y vivir’ hay un capítulo dedicado a la risoterapia.
Antes que nada, me gustaría nombrar a Mari Cruz García Rodera, la gran experta de este país en el tema, que tiene en su web un libro gratuito para seguir difundiendo esta maravilla que es la risoterapia: ‘Gran libro de la risoterapia. El poder de la risa’. Y es que el acto de reírse es SANADOR y merece un espacio donde se le dé lugar, prioridad e importancia. La risoterapia no va de reírse y punto: va de buscar esos tapones, esos bloqueos que nos dificultan el acto de vivir. Esta gloriosa terapia nos ayuda a liberarnos y arrancar nuestra risa de poder, que tanto merecemos.
-Imma Rabasco escribe: «También he visto risas desencajadas en velatorios, estallando sin ton ni son ante silencios sepulcrales... Bendita risa». Uff… ¿en situaciones tipo funerales, la risa tiene cabida, pero no el cachondeo y la broma? ¿O todo tiene cabida en un velatorio?
Jajajaja… pues depende de lo que quiera el difunto, que a fin de cuentas es el protagonista. Hay gente que desea eso en su despedida y otros que no… lo importante no son tanto las convenciones sociales en estos casos, sino el deseo de la persona que nos dejó…
-«El humor nos permite tomar distancia de los problemas, lo cual ayuda a resolverlos. Cambia nuestra visión. Mi abuelo lo tenía claro: murió a los cien años y el amor y el humor iban con él siempre de la mano. Hasta el fin. Sabía que el humor siempre facilita las cosas. Si ahora entrara en una habitación donde dos se estuvieran peleando, preguntaría si les queda mucho»… si usted nos lo permite, le diremos que su abuelo era un auténtico crack… ¡anda que no nos hemos reído con lo de preguntar a esos dos púgiles si les queda mucho…!
Sí, mi abuelo era un crack. ¡Gracias!
-«Decía Erasmo de Rotterdam que ‘reírse de todo es propio de tontos, pero no reírse de nada lo es de estúpidos’»… ¿Si estamos un día sin reír o sonreír, vamos camino de ser estúpidos? ¿Dónde está el límite de la no estupidez en este ámbito?
Jajajaja… siempre habrá alguien que te llamará estúpido por reírte. Pero es que siempre hay alguien que juzga, opina o piensa diferente a ti. Y eso no debe ser barómetro de tu felicidad. El peligro radica cuando tú mismo te juzgas duramente en torno a este tema, por ejemplo. Suele ser porque alguna figura de autoridad en la infancia te dijo cosas como ‘te ríes demasiado’, ‘reírse es de tontos’, etc. Lo importante es darnos cuenta y elegir lo que nos hace bien.
-Ya que con Erasmo de Rotterdam nos remontamos a unos cuantos siglos atrás… en la famosa novela de Umberto Eco, ‘El nombre de la rosa’ (ambientada en 1327), a cierto poder eclesiástico la risa le disgusta muchísimo…
Totalmente. A cualquier poder que quiera ejercerse desde el totalitarismo, le molesta la risa. Porque cuando uno está en disfrute empatiza, conecta, piensa con más claridad. Este tipo de poderes promueven el miedo porque quieren a gente asustada. De este modo viven a la defensiva, sin conectar ni empatizar con el otro y pensando con poca reflexión.
-Usted en el libro alude a la sonrisa de la Gioconda, el famoso cuadro de Leonardo da Vinci. ¿Esa mujer está sonriendo con amabilidad, o bien su rictus es despreciativo y resulta que -como se ha escuchado en más de una ocasión- parece que esté a punto de escupir a su observador?
Jajajaja… no lo sé. La verdad es que cada día se descubre algo de esta obra de arte tan misteriosa. Otra vez depende de cada uno. Si uno va amargado y con un mal día, quizás sí vea ese desprecio…
-El actor Will Smith abofeteó al comediante Chris Rock cuando Rock hizo una broma sobre la alopecia de la esposa de Smith. ¿Alguien de los dos se pasó de la raya, o se equivocaron ambos -cada uno en su contexto-? ¿El humor también tiene límites?
En la antigua Grecia tenían dos dioses para hacer referencia a la risa en toda su magnitud: Dionisio y Gelos. La risa lasciva, provocadora, llena de exceso, sería la dionisíaca. Y la risa afable, simpática, conciliadora, pertenecería más a Gelos.
El humor puede tener estas dos caras. Es cierto que el humor negro, irónico, sarcástico… se basa en reírse de alguien y eso no es muy ‘amable’. Pero también es un modo de desahogo; en los momentos de represión política, por ejemplo, se ha hecho mucho uso de ese recurso. Cuando hay un exceso de normas, límites e imposiciones, el ser humano puede convertirse en una olla a presión; este tipo de humor puede hacer que no explote.
El asunto de Will Smith, personalmente, creo que es muuuucho más complejo. Para empezar, se condenó al actor por tener seguramente un secuestro amigdalar. Esa persona no sabía lo que hacía. En cambio, inmediatamente, en vez de intentar entenderlo a él, al otro, a todos, profundizar, empatizar, dialogar y llegar a un encuentro (como querríamos que pasara en cualquier colegio donde todo esto abunda), lo condenamos. No me parece que sea un ejemplo de sociedad sana. A fin de cuentas ‘quien esté libre de pecado que tire la primera piedra’.
-En ‘Reír y vivir’ se ofrecen herramientas y estrategias para introducir la ‘curva de la felicidad’ en la vida. ¿Podría descubrirnos alguna de ellas?
Escuchar al cuerpo. Te aseguro que nos habla todo el tiempo. Si vivo tensa ya me está diciendo que debo relajarme ante la vida, por ejemplo. Si vivo con el entrecejo fruncido, lo mismo. El cuerpo no miente.
-¿Y qué nos dice de su botiquín impagable de remedios contra el desánimo y la negatividad. ¿Cuál de esos remedios es su favorito?
La música, sobre todo la clásica. Yo me ducho siempre con ella. Te eleva la energía. Sólo tienes que probarlo. Dúchate con el final de la novena de Beethoven y luego hablamos.
-Vale, lo probaremos... pero mientras tanto, déjenos deleitarnos con otro tipo de música, si no le importa. Ya lo ve, el mundo está cambiando tanto, que incluso las ranas ya optan a la canción del verano: