Redacción Farmacosalud.com
Actualmente se considera que éste es un recurso útil para hacer frente a la obesidad más grave y mórbida, pero anualmente sólo se realizan en España, tanto en la medicina pública como en la privada, unas 7.000 intervenciones de cirugía bariátrica. Esta cantidad de cirugías de la obesidad, en palabras del presidente de la SECO, es “muy escasa, sobre todo si se tiene en cuenta el elevado número de personas que son candidatas a beneficiarse de este recurso”. Según resalta, “únicamente el 5% de los candidatos, que ya han fracasado a otras medidas, terminan accediendo a este tipo de intervención, por lo que su accesibilidad es muy baja”.
Entre los factores que inciden en el limitado acceso a este recurso terapéutico, el Dr. Casanueva alude especialmente a la “baja capacidad del sistema para atender las peticiones de los enfermos”. Y es que, según resalta, “todos los centros que realizan estas intervenciones tienen listas de espera excesivas, porque no se permite la adjudicación adecuada de medios”. Como denuncia este experto, “la Administración y los políticos aún mantienen la vieja idea de que la obesidad es un problema del paciente; sin embargo, estamos ante una enfermedad grave que, una vez instaurada, no puede ser resuelta únicamente por el propio paciente, sino que precisa ayuda externa especializada”.
Quitar un peso de encima y mucho más
Existen consistentes evidencias científicas que confirman que la cirugía bariátrica es coste-efectiva, es decir, que se trata de una intervención eficiente. Lógicamente, esta operación se asocia a un gasto sanitario inicial significativo (quirófano, consumo de recursos tecnológicos, etc.), pero que es resarcido por los beneficios que ofrece. Se estima que en tan solo tres años se compensa económicamente el gasto inicial que supone la realización de una cirugía bariátrica. Y es que el efecto que tiene este procedimiento en el paciente es muy positivo, al inducir una significativa pérdida de peso y, consecuentemente, reducir la presencia y/o el efecto de otras comorbilidades (como la diabetes, la hipertensión, la apnea del sueño o la artrosis); de esta forma, se mejora la salud general del paciente y se evitan, entre otros, los gastos derivados de la frecuentación de consultas y de la realización de pruebas complementarias.
Por todo ello, en los casos indicados, aconseja el Dr. Ruiz de Adana, “se debe promover y facilitar el acceso de la población a la cirugía bariátrica, ya que le reporta más salud al paciente obeso, es un recurso coste-efectivo y aumenta la calidad de vida”. Sin embargo, no todos los pacientes obesos reúnen las condiciones adecuadas para someterse a esta intervención.
Aunque habitualmente la obesidad se ha valorado en términos de peso y talla, ahora existe la tendencia a considerar, fundamentalmente, el riesgo cardiovascular y metabólico asociado. “Dependiendo del perfil de riesgo cardiovascular y metabólico del obeso, estará indicada o no la cirugía bariátrica”, destaca el presidente de la SECO, quien recalca que “hay personas con una obesidad no muy exagerada, pero que es sobre todo de tipo central y, por lo tanto, se asocia a una mayor predisposición a padecer enfermedad cardiovascular y diabetes, que serían candidatas a cirugía bariátrica, siempre y cuando hayan fracasado previamente las medidas indispensables de cambio en el estilo de vida”. Y es que la mejor forma de prevenir y revertir este problema de salud pasa por variar los hábitos de vida, haciendo, especialmente, modificaciones en la dieta y la actividad física.
Acabar con la dependencia a la insulina
La cirugía metabólica es la alternativa terapéutica con mejores y más duraderos resultados en el tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2 de los pacientes con obesidad, así como de aquellos pacientes no obesos graves que no son bien controlados con el tratamiento médico. Así se ha manifestado en la Jornada Científica sobre Diabetes Mellitus celebrada en el Hospital Universitario HM Montepríncipe de Boadilla del Monte (Madrid). Este tipo de cirugía consiste en realizar modificaciones del tracto digestivo para mejorar las comorbilidades que padecen los pacientes obesos, como la diabetes mellitus tipo 2, las alteraciones de los lípidos, la hipertensión o la apnea del sueño. Así, entre las ventajas de esta intervención también destaca el acabar con la dependencia de la insulina. "Para aquellos pacientes diabéticos que precisaban de insulina para mantener los niveles de glucosa es todo un cambio, ya que prácticamente dos días después de la operación ya no necesitan administrársela como hacían antes”, afirma el doctor Antonio José Torres, director de la Unidad de Cirugía Bariátrica y Metabólica del Hospital HM Montepríncipe.
Los obesos tienen casi 7 veces más posibilidades de sufrir artrosis
La artrosis es la enfermedad músculo esquelética más frecuente en España, afectando a un 40% de las personas de más de 60 años, y una de las mayores causas de discapacidad. Conjuntamente con la edad, la obesidad es el factor más claramente implicado en el mecanismo fisiopatológico de la artrosis. De hecho, se ha visto que el porcentaje de personas afectadas de artrosis aumenta en los grupos de obesos, y aún aumenta más cuando la obesidad se relaciona con cualquier otro factor de riesgo cardiovascular, tales como hipertensión arterial, trastornos de los lípidos o diabetes.
Actualmente, la posibilidad de sufrir artrosis en personas con obesidad (IMC ≥ 30 Kg/m2) es 6,9 veces mayor que en personas con normopeso (IMC de 20 a 25). Según el Dr. Manel Puig, presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), “la asociación con obesidad se ha observado tanto en la artrosis de articulaciones de carga como cadera y rodilla, como en articulaciones que no son de carga (manos) o con la propia artrosis generalizada. Además, la obesidad ejerce un mecanismo negativo sobre las articulaciones que puede explicarse por el efecto de la carga excesiva que provoca una mayor degradación del cartílago articular, pero también ejerce otro mecanismo sistémico, en relación a la alteración metabólica asociada al sobrepeso. Así, se considera el tejido adiposo como un verdadero órgano endocrino, productor de sustancias con capacidad inflamatoria que podrían ejercer un efecto lesivo sobre el cartílago articular, independientemente del efecto carga, motivo que explicaría la asociación entre la obesidad y articulaciones de no carga”.
La grasa parda y la epigenética, claves en las nuevas estrategias
La obesidad tiene un alto impacto en el desarrollo de complicaciones nutricionales y metabólicas. Actualmente, los esfuerzos en esta área están enfocados a la búsqueda de nuevas estrategias, tanto de tratamiento como de prevención. En este sentido, el papel de la grasa parda -a diferencia de la grasa normal, esta grasa convierte en energía los triglicéridos y glucosa circulantes en sangre- y la epigenética están siendo determinantes. En concreto, sobre la grasa parda “se está planteando el papel del tejido adiposo pardo, cuya existencia se ha descrito en los últimos años, ya que es un elemento que influye de manera importante en el metabolismo energético y puede ser decisivo para desarrollar nuevas estrategias terapéuticas y preventivas en relación con la obesidad”, ha explicado el Prof. Luis Moreno, del Grupo GENUD de la Universidad de Zaragoza, durante el simposio dedicado a los factores que determinan el desarrollo de la obesidad, celebrado por la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT) en el marco del XVIII Congreso Latinoamericano de Nutrición (SLAN), que ha tenido lugar en la República Dominicana.
Por otro lado, “los factores relacionados con la herencia determinan el 60% de la variabilidad en los indicadores de obesidad. Pero, con el conocimiento actual, solo somos capaces de explicar alrededor del 2% de esta variabilidad. Sin embargo, nuevos factores han sido descritos en los últimos años como la epigenética”, asegura este experto. La epigenética es el conjunto de procesos químicos que varían según la predisposición de cada persona. Aquellas con más predisposición al sobrepeso, tendrán una mayor probabilidad de cambios epigenéticos. “La epigenética condiciona la expresión o no de ciertos genes mediante la exposición de un individuo a unas determinadas condiciones ambientales, entre las que tiene gran importancia la alimentación. Por tanto, es en parte modificable (contrariamente a la información genética, que en principio no lo es) si sometemos al individuo a diferentes estímulos”, añade el Prof. Moreno.
El balance energético, la alimentación y la falta de actividad física son los factores que más influyen en la aparición de obesidad. Según este profesional, “el efecto de estos factores no es el mismo en todas las personas, sino que depende de algunos componentes genéticos. Ello plantea la posibilidad de proponer recomendaciones personalizadas sobre ingesta y otros estilos de vida”. Asimismo, el ambiente uterino condiciona una serie de respuestas metabólicas que programan el organismo para responder a los estímulos externos después del nacimiento. “Estas respuestas metabólicas pueden contribuir en algunos individuos al desarrollo de un acúmulo excesivo de grasa corporal, que empezará durante los primeros meses de la vida. También en estos meses, el tipo de alimentación (lactancia materna o artificial) condicionará la evolución de la composición corporal del niño”, afirma.