Redacción Farmacosalud.com
Aunque parezca que la cirugía mínimamente invasiva es la gran panacea de la medicina moderna, la cirugía tradicional (cirugía abierta, a base de bisturí) sigue estando ahí, ojo avizor, disponible para cuando se la requiera, y por una razón muy sencilla: “la cirugía mínimamente invasiva tiene unas indicaciones y contraindicaciones, y hay muchísimos pacientes en los que, por diversas razones, no se pueden aplicar técnicas de menor invasión”. Son palabras del profesor Eduardo M. Targarona Soler, director de la Unidad de Cirugía Gastrointestinal y Hematológica del Hospital de Sant Pau (Barcelona) y nuevo presidente de la Asociación Española de Cirujanos (AEC). Estos médicos deben lidiar en soledad con la presión psicológica que supone actuar en un escenario -la mesa de operaciones- en que a veces la vida y la muerte mantienen un pulso feroz a cuenta de los pacientes. “Nadie” ‘cuida’ de los cirujanos frente a ese desgaste psicológico, por lo que no les queda más remedio que tirar de “experiencia” para poder superar la tensión inherente a las intervenciones quirúrgicas más dramáticas, según revela Targarona. Por cierto, uno de los grandes enemigos de los cirujanos -y por supuesto de las personas operadas-, el popularmente conocido como ‘virus del quirófano’, cada vez lo tiene peor, porque “los comités de infección de los hospitales, la antibioterapia profiláctica y una concienciación comunitaria han favorecido que se convierta en una complicación evitable algo que hace años se consideraba prácticamente imposible de reducir”, explica el presidente de AEC.
-Uno de los grandes ejes de su mandato es la mejora de la formación con la implantación de la troncalidad, el Desarrollo Profesional Continuo (DPC) y la Recertificación (proceso de evaluación periódica de los profesionales ya certificados). ¿Las nuevas tecnologías que aparecen continuamente requieren de una formación muy continuada y precisa entre los profesionales cirujanos?
Las nuevas tecnologías requieren ante todo una adecuada formación, aspecto que ha sido la tarea desarrollada más importante durante los últimos años y que continua siendo primordial para que esas nuevas tecnologías tengan una adecuada utilización en todos los centros hospitalarios. Lógicamente, cualquier innovación que merece su aplicación clínica universal requiere ser cuidadosamente enseñada y se debe adquirir una buena formación para obtener los mejores resultados.
-La AEC cuenta con 4.600 cirujanos generales de toda España. Cuando hay un nombramiento en cualquier entidad o institución, siempre se piden cosas al cargo recién nombrado. Dándole la vuelta a esa tendencia… ¿qué les pediría usted a esos 4.600 cirujanos?
Que colaboren y se impliquen en la AEC. Las sociedades no dejan de ser más que un instrumento de mejora de nuestra actividad o especialidad, y quien mejor que los asociados para identificar los puntos de mejora y buscar soluciones.
-Ante la aparición imparable y continua de métodos mínimamente invasivos, ¿tener que aplicar una cirugía tradicional -en muchos casos inevitable- puede convertir a esta última técnica en algo ‘antipático’ e incluso ‘criticable’ a ojos de los pacientes?
Eso es una ‘leyenda ‘urbana’. La cirugía mínimamente invasiva tiene unas indicaciones y contraindicaciones, y hay muchísimos pacientes en los que, por diversas razones, no se pueden aplicar técnicas de menor invasión. El reto es saber cuándo procede, o no, un procedimiento mínimamente invasivo o abierto, y favorecer que todos los pacientes reciban el procedimiento más pertinente.
-¿Llegará un día en que el cirujano podrá operar a kilómetros de distancia, dando instrucciones mediante la voz y sin la necesidad de tener un mando entre los dedos? Años atrás, parecía ciencia ficción, ahora ya no tanto…
Ya es una realidad. En 2001 se efectuó una colecistectomía*, en la que el cirujano estaba en nueva York y el paciente en Estrasburgo. Existe la tecnología robótica o de telemanipulación y la tecnología de comunicación para ello. Tal vez la situación en la que el cirujano está a distancia remota sea muy excepcional, pero la posibilidad de monitorización a distancia se utiliza en muchos centros.
-¿Qué avances en técnicas quirúrgicas le han impactado más, y qué otros avances en este ámbito nos esperan próximamente?
Los últimos 25 años han sido apasionantes; una vez superados los trasplantes en los 70-80’, el avance con más impacto ha sido la cirugía de mínima invasión, tanto desde el punto de vista técnico por la tecnologías que la han favorecido, como por -algo muy importante- el cambio cultural hacia una cirugía menos agresiva, que facilite -a la vez que cura- un periodo de invalidez más reducido y una agresión menor.
-En ocasiones, en la mesa de operaciones la vida y la muerte se entremezclan sin que se sepa cuál será el desenlace final. ¿Quién cuida de esa presión psicológica ejercida sobre los cirujanos?
Nadie… es una lección que se aprende con la experiencia y que se maneja y controla con un buen profesionalismo.
-Y en el otro lado de la balanza… ¿qué entreno reciben los cirujanos para comunicar noticias tan terribles como un fallecimiento?
Es un tema que no se estudia durante la carrera, pero que se aprende y corrige durante el periodo de residencia. El residente que trabaja en equipo va aprendiendo cómo y cuándo hay que dar buenas o malas noticias. Es un tema mejorable, pero que debe ser responsabilidad de los tutores y unidades docentes durante el periodo de formación.
-La infección nosocomial -en ocasiones conocida como virus del quirófano en su acepción más popular- es aquella infección contraída por pacientes ingresados en recintos de salud. ¿A qué nivel se ha llegado actualmente en la lucha contra esa clase de infecciones?
Es un problema muy bien conocido que se sabe cómo se previene, pero muy difícil de evitar por las características intrínsecas de nuestra especialidad (por ejemplo, en cirugía digestiva, el tubo digestivo está ampliamente contaminado, lo que favorece la infección). Los comités de infección de los hospitales, la antibioterapia profiláctica y una concienciación comunitaria han favorecido que se convierta en una complicación evitable algo que hace años se consideraba prácticamente imposible de reducir.
* Colecistectomía: extracción de la vesícula biliar