Redacción Farmacosalud.com
El Hospital Universitari Vall d’Hebron (Barcelona) ha incorporado la terapia asistida con perros en el tratamiento de los niños y adolescentes que sufren síndrome alcohólico fetal. Este síndrome está causado por el consumo de alcohol de las madres durante el embarazo y presenta síntomas diversos, como problemas cognitivos, psicológicos, conductuales y sociales. Gracias a la terapia asistida con perros, se pueden mejorar algunos de los síntomas en pacientes seleccionados. De este modo, Vall d’Hebron es el primer hospital en todo el mundo que usa a los canes como tratamiento del síndrome alcohólico fetal.
Tal y como explica el Dr. Josep Antoni Ramos-Quiroga, jefe del Servicio de Psiquiatría de Vall d’Hebron, “trabajos previos muestran que la terapia asistida con perros puede ser útil para mejorar algunos de los síntomas del autismo, la esquizofrenia o la depresión. Por eso decidimos incorporar esta terapia para el síndrome alcohólico fetal”. Además, según el Dr. Ramos-Quiroga, quien también colidera el Grupo de Psiquiatría, Salud Mental y Adicciones de Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR), “pondremos en marcha el primer ensayo clínico que se hace en el mundo para evaluar la eficacia de esta terapia en el síndrome alcohólico fetal”.
Un procedimiento que se suma al tratamiento farmacológico y la terapia psicológica
Por su parte, la Dra. Marta Segú, directora ejecutiva de la Fundación Probitas, explica que su entidad lleva años colaborando en proyectos innovadores en varios hospitales de Cataluña y era conocedora de otras experiencias de terapia asistida con perros para el abordaje de niños con autismo u otras patologías de salud mental. “Cuando se nos propuso implicarnos en la inclusión de esta terapia innovadora para los niños afectados por el síndrome alcohólico fetal vimos la importancia de poner en marcha este proyecto piloto para ayudar a estos menores y, a través del estudio, constatar su validez para el tratamiento complementario de este síndrome”, explica.
La Dra. Nuria Gómez, psiquiatra y responsable del Programa del Síndrome Alcohólico Fetal de Vall d’Hebron, señala que “la ingesta de alcohol durante el embarazo puede provocar daños en las estructuras del cerebro o en el funcionamiento neuronal. Ahora, gracias a la terapia asistida con perros, disponemos de una herramienta más en esta patología, que se suma al tratamiento farmacológico y la terapia psicológica”.
Los niños y adolescentes que presentan esta patología tienen muchas dificultades para adaptarse a la vida cotidiana. “Los daños en el cerebro provocan que tengan dificultades en el control emocional o el pensamiento abstracto, ingenuidad e incapacidad para entender las normas sociales o los dobles sentidos, o déficits en las habilidades de la vida diaria y sociales -sostiene Gómez-. Por ejemplo, sufren ataques de rabia, hacen conductas de riesgo o pueden irse con cualquier desconocido por la calle”. Se trata de problemas que también arrastran durante la vida adulta.
Una conexión rápida y muy emocional entre pacientes y perros
La Dra. Nuria Gómez es la encargada de decidir qué pacientes son más adecuados para esta terapia. Junto con Raquel Vidal, psicóloga clínica del programa, escogen cuáles son los objetivos a trabajar con cada niño, como las habilidades sociales, la autoestima, la lógica, la impulsividad o la psicomotricidad. Durante las sesiones con los perros, está presente una técnica de CTAC, que supervisa la relación entre los animales y los niños. Además, también están presentes la Dra. Nuria Gómez y la psicóloga Raquel Vidal, que evalúan la conducta del paciente y si se están cumpliendo los objetivos de la terapia. Por ejemplo, trabajar la impulsividad y la ansiedad son dos objetivos habituales. De este modo, la técnica especialista en canes prepara ejercicios como que el niño tire una pelota al perro, hecho que le obliga a esperar y a contar hasta tres, o que el niño abrace al perro, sienta su corazón e inspire y espire profundamente, para reducir la ansiedad.
También se puede trabajar la lógica, como cuando en el niño se le presentan cuatro recipientes diferentes (una copa, una taza, un bol con agujeros en la base y un bol sin agujeros) para que escoja el más adecuado para dar agua al perro. “Así se trabajan los objetivos en concreto, y también se mejora la autoestima y la seguridad del paciente, que ve cómo es capaz de llevar a cabo los ejercicios”, señala Raquel Vidal.
“Los pacientes están encantados -añade la Dra. Nuria Gómez-. Son niños y adolescentes que conectan muy rápidamente con los animales. La relación con los perros no es tan complicada como la que mantienen con los adultos, no está mediada por el lenguaje o las normas de los adultos. Las reglas son más sencillas y, además, la relación presenta un elevado contenido emocional, hecho que ayuda a establecer la conexión”. De todos modos, la Dra. Nuria Gómez remarca que “se trata de una terapia, no sólo de jugar con un perro, y por eso hay que trabajar con los animales en un contexto terapéutico y con expertos”, añade.
Primera fase: sesiones individuales
Actualmente, las sesiones con los perros (Laica, que es una golden retriever; Buba y Menta, dos labradores; y Bamba, una cavalier King Charles) son individuales, con un único paciente en cada sesión y dos canes. “Así, los niños y los perros se conocen mutuamente”, explica Raquel Vidal. Las sesiones tienen una duración aproximada de 30 minutos. Cuando el niño o el adolescente entra en la consulta, hay dos perros en cada sesión, que lo esperan sentados en dos sillas para iniciar la terapia.
Segunda fase: sesiones en grupo
En una fase posterior, se iniciarán las sesiones grupales, donde participarán dos perros y varios pacientes. Este tipo de terapia está muy enfocada a “trabajar las habilidades sociales entre los pacientes -apunta la Dra. Nuria Gómez-. Uno de los problemas más importantes en estos niños y adolescentes es el déficit en la cognición social, es decir, presentan problemas para entender las normas sociales habituales”. Concretamente, en cuanto a la cognición social, uno de los síntomas más característicos de los pacientes con síndrome alcohólico fetal es la ingenuidad. “Tienen una ‘teoría de la mente’ deficitaria, es decir, les cuesta mucho saber qué piensan y sienten las otras personas. No entienden las bromas o los dobles sentidos -concreta la Dra. Nuria Gómez-. Gracias a la presencia de los perros, esperamos que los pacientes estén más predispuestos a la interacción y aprendan a distinguir y entender las emociones del resto de las personas”.
Según Gómez, el síndrome alcohólico fetal “afecta los niños, pero también a sus familias, que tienen que adaptarse a las necesidades de sus hijos”. En el Hospital Universitari Vall d’Hebron se hace un seguimiento multidisciplinario de estos casos, con la colaboración del Servicio de Psiquiatría, el área de Genética y los servicios de Neurología, Radiología y Neurofisiología. Los servicios de Oftalmología y de Endocrinología también participan valorando posibles complicaciones. En Vall d’Hebron ya se han tratado más de 300 niños y adolescentes con esta patología en los últimos tres años.
Por otro lado, Vall d’Hebron también incorporará la terapia asistida con perros en el tratamiento del autismo y la parálisis cerebral. Cómo explica el Dr. Josep Antoni Ramos-Quiroga, “son dos patologías en las cuales puede ser muy útil el trabajo con animales. Los perros son ‘facilitadores’ del trabajo de los psiquiatras y los psicólogos, puesto que ayudan a que los pacientes expresen y entiendan mejor sus emociones y, en el caso concreto de la parálisis cerebral, les motivan a moverse”.