Redacción Farmacosalud.com
La Fundación IOR (FIOR) pone en marcha un programa pionero de ejercicio físico dirigido a mujeres con cáncer ginecológico -ovario, cérvix, endometrio y mama- que estén recibiendo tratamiento activo de quimioterapia o inmunoterapia. La iniciativa, que ha comenzado su andadura en Barcelona con el apoyo de GSK, busca enseñar a las pacientes distintos ejercicios de fuerza con la finalidad de mejorar la tolerancia a los tratamientos, reducir los efectos secundarios y promover hábitos de vida saludable durante y después del proceso oncológico.
A lo largo de lo que queda de 2025 y durante 2026 se llevarán a cabo nuevas ediciones con otros grupos de pacientes, con la intención de dar continuidad al proyecto y hacerlo crecer en los próximos años. El programa es gratuito para las participantes y representa una apuesta por una atención oncológica integral, que combina el tratamiento oncológico con herramientas como la actividad física, todo ello respaldado por la evidencia científica. “Queremos ofrecer a nuestras pacientes nuevas herramientas que mejoren su calidad de vida durante y después del tratamiento, contribuyendo a reducir síntomas como la astenia, la ansiedad o el insomnio, ya que se ha demostrado que el ejercicio regular mejora la tolerancia a los tratamientos, disminuye los efectos secundarios y aumenta la supervivencia en la mayoría de tumores”, explica la Dra. Montse Velasco, oncóloga del IOR.

Dra. Montse Velasco
Fuente: Fundación IOR
La actividad física disminuye la toxicidad de los tratamientos más intensivos
El diseño del nuevo plan terapéutico se basa en la evidencia científica internacional, que señala que la actividad física en pacientes oncológicos disminuye la toxicidad de los tratamientos más intensivos, como la quimioterapia, y ayuda a mejorar parámetros de salud a largo plazo, como por ejemplo la densidad ósea en mujeres que sufren menopausia precoz inducida por los tratamientos oncológicos.
El ejercicio de fuerza y resistencia y aeróbico (caminar, nadar, ir en bicicleta) puede reducir hasta en un 30% el riesgo de varios tipos de cáncer, incluyendo los de mama, colon, vejiga, endometrio, esófago y estómago, asociándose también a una disminución de casi el 20% en la mortalidad específica por cáncer. Los estudios más sólidos sobre supervivencia se centran en los tumores de mama y colorrectal, al ser estos los más prevalentes, mostrando beneficios claros en la reducción de la letalidad, según indica el Documento de posicionamiento sobre el ejercicio físico de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Las guías americanas y europeas y la propia SEOM instan a los profesionales y organizaciones a implementar programas de entrenamiento físico, así como de nutrición, adecuados para pacientes oncológicos.
Plan de trabajo personalizado
En el programa de FIOR, cada participante recibe un plan de trabajo personalizado -en función de su condición física, posibles comorbilidades y tratamiento-. Un oncólogo del IOR, del Grupo Pangaea Oncology, conjuntamente con el entrenador personal, evalúa la condición física de la paciente para identificar limitaciones que puedan influir en la elección de la serie de ejercicios. A continuación, el entrenador personal definirá el plan de trabajo, que incluye ejercicios de fuerza y resistencia con material sencillo, de modo que las participantes puedan continuar la práctica en casa. Además, se entregan guías y rutinas en formato digital para fomentar la adherencia a la metodología entrenada. Cabe destacar que la práctica del ejercicio físico es segura antes, durante y tras el tratamiento oncológico.
“Cada vez curamos a más pacientes y queremos que tengan una buena calidad de vida al finalizar el tratamiento. El cáncer es un paréntesis en las vidas de muchas mujeres, madres y jóvenes que luego vuelven a trabajar y a su vida familiar y que deben recuperar una rutina de vida normal, dentro de la cual debe figurar el ejercicio físico”, señala la Dra. Velasco.

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La FIOR aspira a consolidar este modelo y ampliarlo progresivamente, convirtiéndose en un centro de referencia en oncología integrativa. “Este programa es un primer paso. Nuestro objetivo es que el ejercicio físico forme parte del abordaje multidisciplinar del cáncer y que, en un futuro, pueda extenderse más allá del hospital, incluso a centros de salud y gimnasios, para que las pacientes lo integren como un hábito de vida”, añade la experta.




