Redacción Farmacosalud.com
La secretaria de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Susana Camarero Benítez, ha inaugurado la producción de la polipíldora cardiovascular en España junto al director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), Dr. Valentín Fuster, durante su visita a la Planta de Química Fina y al Centro de Operaciones Farmacéuticas de Ferrer en Sant Cugat del Vallès (Barcelona), han informado fuentes de la compañía Ferrer. Se trata del primer tratamiento que contiene, en una única cápsula, tres medicamentos (Atorvastatina, Ácido Acetilsalicílico y Ramipril) para la prevención de eventos cardiovasculares en pacientes que ya han sufrido un primer infarto de miocardio. Este tratamiento innovador, comercializado bajo el nombre de Trinomia®, es fruto de una colaboración público-privada paradigmática entre el CNIC y Ferrer.
Durante el recorrido por las instalaciones, la secretaria de Estado ha estado acompañada por la alcaldesa de Sant Cugat del Vallès, Mercè Conesa i Pagès; el presidente de Ferrer, Sergi Ferrer-Salat; el consejero delegado (CEO) de Ferrer, Jordi Ramentol; y el director general del CNIC, Dr. Valentín Fuster, así como por otras autoridades del ámbito sanitario. Según ha explicado el presidente de Ferrer, Sergi Ferrer-Salat, la apuesta por la polipíldora cardiovascular “pone en práctica, en la forma más clara y más innovadora, la misión de Ferrer de impulsar el bienestar de la sociedad. La polipíldora es una nueva intervención en salud pública que cumple muchos objetivos a la vez, no sólo el de facilitar el tratamiento a los pacientes con enfermedades cardiovasculares, sino también el de ofrecer a todo el mundo un valor real para los sistemas de salud pública, dando respuesta a una necesidad básica no cubierta. El desarrollo de la polipíldora es un motivo de orgullo para Ferrer, para el CNIC, para Cataluña y para España".
Necesidad de incrementar la adherencia terapéutica
Durante su intervención, el Dr. Fuster ha explicado que después de un infarto de corazón, “el paciente debe seguir un tratamiento de por vida, para prevenir un nuevo infarto en el futuro”. A pesar de que está demostrado científicamente que la administración de los fármacos que recomiendan las guías terapéuticas puede reducir el riesgo cardiovascular de los pacientes hasta en un 50%, “el uso de los mismos es todavía muy bajo a nivel mundial”, ha afirmado el Dr. Fuster. Detrás de estos datos se encuentra, entre otros motivos, la escasa adherencia terapéutica por parte del paciente, que tiene que tomar al día varios medicamentos.
“La falta de adherencia al tratamiento es el origen de numerosas hospitalizaciones y de que el riesgo de fallecimiento de estos pacientes se incremente entre un 50 y un 80%”, ha apuntado Fuster. En este sentido, ha subrayado que la polipíldora cardiovascular “incrementará la adherencia al tratamiento en 10 puntos, con un aumento relativo del 24% en los pacientes que han sufrido un infarto, y evitar un segundo evento”. Así lo constata el Estudio FOCUS, presentado en el último Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología y publicado en la prestigiosa revista ‘Journal of the American Collegue of Cardiology’.
El origen de la polipíldora, con ramificaciones en Rusia
La idea de una estrategia basada en la polipíldora fue propuesta por varios expertos a comienzos del presente siglo. El Dr. Valentín Fuster, director del CNIC, tomó la decisión de desarrollar una estrategia de prevención cardiovascular secundaria durante una visita a Rusia. Como él mismo recuerda, en aquel viaje preguntó a sus colegas rusos sobre el consumo de la medicación necesaria tras un infarto en este país. Su respuesta: su uso no era rutinario en la práctica clínica. Pronto se vio que juntar tres medicamentos en uno podría influir en la mejora del cumplimiento terapéutico por parte del paciente: por lógica, el consumo diario y de por vida de un comprimido era más fácil para los pacientes que el de tres. Se ponía así de manifiesto que la polipíldora mejoraba la adherencia terapéutica, reduciendo consecuentemente la ocurrencia de otros eventos y los costes asociados.
Así, años después, y ya como presidente de la Federación Mundial del Corazón, el Dr. Fuster consideró que la polipíldora era la mejor forma para promover la prevención secundaria cardiovascular. Para su desarrollo y posterior comercialización, el Dr. Fuster requería de un laboratorio que le apoyara. Finalmente, fue la compañía farmacéutica Ferrer la que apoyó al CNIC en este proyecto, iniciando así un ejemplo de colaboración público-privada paradigmático en España, que ha fructificado en la aprobación de este novedoso medicamento.