Redacción Farmacosalud.com
El varón que mantiene períodos de abstinencia sexual elevados presenta, por decirlo de algún modo, un semen de peor calidad. No obstante, el hecho de no eyacular durante esos lapsos de tiempo no es un factor relevante a la hora de mejorar los resultados de la reproducción asistida, según un estudio del grupo IVI presentado en el 40º Congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE), evento celebrado recientemente en Ámsterdam (Países Bajos).
La calidad seminal se mide contando la cantidad de espermatozoides móvil-progresivos (se analiza su buena movilidad) que contiene una muestra de semen eyaculado. También hay otros criterios, como la fragmentación del ADN, que pueden ser indicadores del valor de la muestra. Teniendo en cuenta tales marcadores -cantidad de espermatozoides, fragmentación del ADN, etc.- el hecho de “tener períodos de abstinencia sexual elevados comporta que haya más espermatozoides que presentan una peor movilidad y una peor fragmentación del ADN”, por lo que, desde ese punto de vista, el varón abstinente presenta, “entre comillas, una peor calidad seminal”, señala el Dr. Nicolás Garrido, director de la Fundación IVI (España).
La degeneración de los gametos acumulados acaba perjudicando a los de nueva creación
Para poder comprender este fenómeno fisiológico en toda su extensión, es necesario poner de manifiesto que el testículo produce constantemente espermatozoides, lo que propicia una acumulación de los mismos. Cuando pasan varios días, esos gametos -que tienen una caducidad- se van degenerando y, como consecuencia de ello, acaban gestando “un ambiente hasta cierto punto tóxico que perjudica a los que son de nueva creación”, argumenta Garrido en declaraciones a www.farmacosalud.com.
Así pues, cuando un hombre que ha mantenido una abstinencia sexual elevada al final eyacula, la aportación de espermatozoides estará compuesta por “una mezcla de nuevos y viejos” gametos, por lo que la calidad media de su semen no será tan óptima si se la compara con la calidad seminal que hubiera tenido en caso de haber vivido una menor abstinencia sexual. En ese último escenario de menor privación eyaculatoria -por lo tanto, un escenario activo de actividad sexual o masturbatoria-, sólo estarán presentes aquellos espermatozoides más recientemente producidos. “Este es el efecto si medimos la calidad del semen con los indicadores habituales”, aduce el experto.
Análisis de la relación entre la calidad embrionaria y los días de privación eyaculatoria
Dicho esto, cabe preguntarse: ¿está asociada la abstinencia eyaculatoria con la fecundación y el desarrollo de blastocistos en ciclos de ICSI (microinyección intracitoplasmática) en incubadoras time-lapse, en el marco de los procesos de reproducción asistida? Al contrario de lo que apuntaban algunos estudios de la literatura científica, la nueva investigación de IVI ha demostrado, mediante la presentación de un mayor número de casos y la aportación de análisis estadísticos más precisos, que la abstinencia no es un factor relevante para mejorar los resultados reproductivos, ni a efectos de fecundación ni tampoco a efectos de desarrollo o morfología del blastocisto.
En otras palabras, que, independientemente de la calidad del semen establecida con los indicadores habituales, tales valores seminales no parecen importar mucho cuando un paciente infértil se somete a un tratamiento de reproducción asistida porque, como al final se usan los mejores gametos para la realización de la fecundación in vitro, los resultados obtenidos evidencian que “la calidad de los embriones es exactamente la misma… lo que todo ello nos indica es que, en aquellos varones que se están haciendo un tratamiento de reproducción asistida, en realidad no influye demasiado que guarden 2-3-4-5-6 o 7 días de abstinencia sexual”, precisa el Dr. Garrido.
El estudio ‘Ejaculatory abstinence: is there any association with embryo developmental competence? A Retrospective Study in time-lapse incubators’ analiza la relación entre la calidad embrionaria y los días que el varón ha pasado sin eyacular. Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), tanto para el examen del semen como para la recogida de muestras seminales, apuntan a que haya entre 2 y 7 días de privación sexual.
En el caso de los tratamientos de reproducción asistida como el FIV (fecundación in vitro) o el ICSI, en los que son necesarios pocos espermatozoides, hasta ahora varias investigaciones sostenían que “cuanto menor fuera la abstinencia, mejor sería la calidad del semen, ya que los espermatozoides serían más jóvenes y conservarían todavía su vigor e integridad del ADN”, explica mediante un comunicado el director de la Fundación IVI.
"Hemos mirado muchos parámetros diferentes sobre la calidad de los embriones"
A la hora de establecer los parámetros de ‘normalidad’ del semen, la Organización Mundial de la Salud utiliza muestras con abstinencias de entre 2 y 7 días. De modo que, si una persona no cumple tales parámetros, es decir, si vive episodios de menos o más abstinencia con respecto a esas cifras, los resultados no pueden ser interpretados en el contexto de lo que la OMS pretende. Sería lo mismo que someterse a un análisis que, por ejemplo, hay que realizar a las 8 de la mañana, pero que en realidad acaba llevándose a cabo a las 8 de la tarde. “Entonces, los resultados no pueden ser utilizados para su interpretación en el contexto de uso del análisis”, remarca.
Y, si bien es cierto que algunos trabajos científicos indican que una menor privación eyaculatoria -a pesar de que vaya asociada a un menor número de espermatozoides- da lugar a una mejor calidad seminal porque los espermatozoides tienen más movilidad por ser más jóvenes y, además, presentan una mejor integridad del ADN, el estudio de IVI revela que la abstinencia sexual, en términos de reproducción asistida, no parece guardar mucha relación con los resultados finales obtenidos en el laboratorio. “Hemos realizado análisis estadísticos bastante más finos, con un tamaño muestral de pacientes mucho más alto que lo que generalmente se hace, y, por lo tanto, hemos estado más próximos a lo que pudiera ser la realidad. Asimismo, hemos mirado muchos parámetros diferentes sobre la calidad de los embriones. Y todos esos indicadores nos dicen que la abstinencia sexual no parece tener mucha relación”, expone Garrido.
El examen del semen se llevó a cabo bajo los criterios de la OMS para recuento, movilidad y morfología, mientras que todos los ovocitos fecundados se cultivaron hasta blastocisto en incubadoras EmbryoScope o GERI con medio continuo y refresco en el día 5 (si era necesario). Con todo, los días de abstinencia eyaculatoria (1-8 días) no mostraron ninguna asociación con la fecundación ni con el desarrollo de blastocistos por ovocito maduro, ni tampoco con una fecundación anormal.
Time-lapse: capacidad de monitorización continua del desarrollo de los embriones
Para el facultativo, “se trata de un interesante estudio que viene a poner fin a la controversia existente en torno a la utilidad o no de la abstinencia eyaculatoria. Es un trabajo bien ejecutado desde el punto de vista epidemiológico y metodológico, pues ha utilizado incubadoras de time-lapse para mejorar la precisión de la comprobación de la fecundación y beneficiarse de un entorno de cultivo embrionario sin perturbaciones”.
Cabe destacar que el concepto time-lapse remite a la capacidad de monitorización continua del desarrollo de los embriones. Se trata de una tecnología que está compuesta por unos incubadores que tienen incorporadas unas cámaras que graban todos los eventos que suceden durante el desarrollo embrionario, lo que permite obtener muchísima información a lo largo y ancho de todo el período de cultivo. Esta condición, la de controlar permanentemente la evolución del cultivo, es la que diferencia al procedimiento time-lapse de los sistemas clásicos de monitorización embrionaria, caracterizados por examinar la calidad de los embriones únicamente en momentos puntuales.
La ‘quimio’ en cáncer de testículo puede provocar cambios en los espermatozoides
Por otro lado, la literatura científica ha demostrado que, a los 4 años de un tratamiento oncológico, los espermatozoides suelen recuperar sus características previas a la terapia aplicada. Pero hasta ahora, había pocos datos disponibles en humanos con respecto a cómo estos fármacos pueden afectar al epigenoma del esperma. Y es que esta serie de compuestos químicos que se unen al ADN (genoma) tienen la capacidad de modificar sus genes, activando o silenciando su expresión. Así lo explica el estudio ‘Sperm DNA methylome changes in testicular cancer patients following chemotherapy treatment’, presentado también en el 40º Congreso de la ESHRE. El nuevo trabajo analiza las consecuencias de la quimioterapia aplicada para el cáncer testicular.
“Los resultados fueron claros: tras aislar el ADN espermático, el análisis de enriquecimiento funcional de los genes afectados identificó 65 regiones metiladas diferencialmente. En concreto, el estudio reveló que los procesos biológicos más afectados fueron la regulación del proceso biosintético de macromoléculas, la unión de receptores hormonales y las vías de señalización que regulan la pluripotencia de células madre y vías en cáncer”, comenta la Dra. Marga Esbert, bióloga y coordinadora de investigación de IVI Barcelona. Se trata del estudio más amplio realizado hasta la fecha en supervivientes de cáncer testicular. Para garantizar la comparabilidad de la investigación, todas las muestras analizadas fueron congeladas. Tanto las tomadas previamente al tratamiento oncológico, como aquellas realizadas una vez superada la enfermedad, ya que la criopreservación puede alterar la epigenética de la muestra espermática.
Cáncer de testículo: baja incidencia y alto porcentaje de recuperación
“Sabíamos que los tratamientos contra el cáncer en general y la quimioterapia en particular podían causar daños en la integridad del ADN espermático y aneuploidía, pero que transcurridos unos años este daño era reparado. Con este nuevo estudio, hemos visto que la epigenética del espermatozoide también cambia tras superarse un cáncer testicular, pero que estas modificaciones siguen manifestándose 4 años después”, aclara la Dra. Esbert.
El tumor testicular maligno presenta una baja incidencia (1%) y un alto porcentaje de recuperación de los enfermos, situada en torno al 95%. Lógicamente, una de las mayores preocupaciones de los pacientes es poder ser padres una vez superado el cáncer. Por todo ello, los especialistas siempre recomiendan un buen asesoramiento en colaboración con el oncólogo para poder asegurar que la información genética seminal sigue intacta tras la quimioterapia. “Este paso es muy importante, dado que el rango de edad de este tipo de tumor abarca prácticamente el pico de edad fértil, de los 20 a los 34 años. Informar al paciente desde la consulta oncológica en el momento del diagnóstico es clave para poder así disponer del material genético intacto tras todo el proceso de tratamiento prescrito por el especialista”, concluye la facultativa.