Redacción Farmacosalud.com
Se calcula que un 50% de los problemas emocionales aparecen antes de los 14 años y se estima que más de un millón y medio de personas jóvenes en España sufre o se encuentra en situación de tener ansiedad y depresión. La promoción de la salud y el bienestar emocional de la gente joven es el objetivo principal del proyecto PROCARE, liderado por la Universidad de Jaén y en el que participan investigadoras de la Universidad Rovira i Virgili (Tarragona) a través del grupo de investigación en Nutrición y Salud Mental (NUTRISAM) de la Universidad Miguel Hernández de Elche (Alicante) y la Universidad de Miami (Estados Unidos).
La iniciativa ha promovido dos programas de intervención en jóvenes que tienen algún factor de riesgo de desarrollar problemas emocionales (PROCARE+), y también en aquellos que ya presentan síntomas incipientes y que, por tanto, tienen una alta probabilidad de presentar un problema emocional en un futuro (PROCARE+I). En ambos casos, se ha comprobado que las estrategias de gestión emocional dentro de este plan disminuyen significativamente el riesgo de sufrir un trastorno de este tipo y reducen el malestar emocional cuando los síntomas ya son evidentes.
Prevención selectiva y transdiagnóstica
Baja resiliencia, conflictos familiares, bullying, problemas de peso o excesivo uso de pantallas son factores de riesgo a la hora de sufrir disfunciones emocionales. PROCARE+ se centra en estas personas jóvenes sin trastornos emocionales pero que presentan alguno de estos factores de peligro que se han identificado a través de las respuestas a una encuesta online. Por su parte, también se ha desarrollado PROCARE-I, que va un paso más allá y se centra en gente joven que ya muestra síntomas incipientes de problemas emocionales y, por tanto, tiene una alta probabilidad de padecerlos.
PROCARE es la primera iniciativa de España dedicada a la prevención selectiva y transdiagnóstica dirigida a personas de entre 12 y 18 años con riesgo de ansiedad y depresión que ha demostrado su eficacia en este tipo de adolescentes. La intervención transdiagnóstica se basa en el llamado Protocolo Unificado de Barlow, adaptado a la población adolescente, que ha demostrado su eficacia en Estados Unidos y que se ha adaptado culturalmente para fomentar la prevención gracias al apoyo de la principal autora del protocolo, la catedrática Jill Ehrenreich-May, de la Universidad de Miami. El programa de intervención se ha basado en estrategias cognitivo- conductuales apoyadas por la evidencia científica que pretende ayudar a los adolescentes a experimentar sus emociones más fuertes o intensas con menos angustia y desarrollar capacidades de afrontamiento. Por ejemplo, les ayuda a sustituir dinámicas de evitación de las emociones intensas por otras más adaptativas como la solución de problemas, el pensamiento flexible o estrategias de centrarse en el presente y tomar conciencia sin juzgarse a sí mismos.
Sesiones grupales
Durante la intervención se han realizado a lo largo de una decena de sesiones grupales en las que se enseñan una serie de herramientas de gestión emocional para potenciar la resiliencia. y también incluye sesiones personalizadas para incidir sobre factores de riesgo concretos como el bullying, malos hábitos de vida saludable, poca comunicación familiar o situaciones de estrés. Como resultado de la implementación del novedoso plan ya se han obtenido los primeros datos, que muestran un claro efecto positivo: en aquellas personas con factor de riesgo de sufrir problemas emocionales incluidas en el programa PROCARE+, se ha conseguido reducir su malestar emocional en un 50% y disminuir un 59% el riesgo de desarrollar un problema en el futuro, además de aumentar en un 10% su calidad de vida, un 65% la resiliencia, la capacidad para gestionar emociones intensas (un 15%) y la regulación emocional (un 18%).
En aquel colectivo de jóvenes que ya presenta algún síntoma, y que por tanto está incluidos en PROCARE+I, la intervención les ha ayudado a reducir su malestar en un 50% y el riesgo de acabar desarrollando un trastorno emocional en un 33%, además de aumentar su calidad de vida (12%) y su capacidad para gestionar las emociones intensas (un 6%), e incrementar su resiliencia (41%).
Ante estos resultados, la investigadora del Departamento de Psicología de la URV, Fina Canals, apuesta por seguir trabajando en favor de una buena salud mental, "ya que no hay futuro sin adolescentes emocionalmente sanos".