Redacción Farmacosalud.com
La diabetes no hay que tomársela a risa… ¿o sí? Pues sí…
…pero con matices lingüísticos que pasan por cambiar la expresión ‘a risa’ por ‘con risa’, ya que no es lo mismo tomarse la enfermedad a risa, que con risa. Una de las nuevas tendencias que se están registrando en el ámbito terapéutico de la diabetes es la de procurar que se establezca una relación empática entre el equipo médico y el paciente con el objetivo de que el diabético mejore la autogestión de su tratamiento dentro de un proceso de educación terapéutica. Y no hay nada más empático que el humor -el buen humor, se entiende-. Vamos, que no se trata de ir contando por ahí chistes de mal gusto sobre diabéticos o sobre médicos, sino de intentar instaurar una comunicación y una relación más humanas, más cercanas, entre el facultativo y el enfermo.
Precisamente, el XXVIII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Diabetes (SED), que se celebra en Barcelona este mes de abril, aborda esta cuestión (hay una mesa redonda centrada en el humor, en la que hay una ponencia titulada ‘Uso de la risa como terapia’). En el siguiente vídeo, la doctora Margarida Jansà, vocal del Comité Organizador del encuentro científico, da algunas claves más sobre el papel del buen rollo en el ámbito terapéutico de la diabetes.
¿Cura de la diabetes tipos 1 y 2?
El Congreso, además, se presenta como una oportunidad extraordinaria para conocer avances y desafíos actuales en el abordaje de la diabetes. Para el presidente de la Sociedad Española de Diabetes, el Dr. Edelmiro Menéndez, “en estos momentos aún no podemos anunciar una cura para la diabetes tipo 1 en un futuro cercano, a pesar de la excelente investigación que se está haciendo con células beta o con células madre”; sin embargo, puntualiza, “disponemos ya de sistemas de infusión continua de insulina que, acoplados a sensores continuos de glucosa, son inteligentes y estarían realizando una función similar a la de un páncreas artificial”. Con todo, añade el jefe de Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Central de Asturias, “ahora se plantea el problema de la financiación de estos sistemas, que son costosos, pero que representan un enorme avance para los pacientes con diabetes tipo 1”.
En el caso de la diabetes tipo 2 establecida, también se cuenta con novedades esperanzadoras. “Aunque aún no existe cura ni tampoco se espera a corto plazo, sí que podemos prácticamente curarla si actuamos al comienzo de la enfermedad, consiguiendo una reducción importante de peso como ocurre tras la cirugía bariátrica”, indica el Dr. Edelmiro Menéndez. Según el presidente de la SED, “lo que sabemos seguro es que el futuro próximo nos va a deparar un aumento progresivo de los casos (de diabetes) mientras no se detenga la obesidad, y también debido al envejecimiento de la población”.
Por su parte, la Dra. Anna Novials, presidenta electa de la SED, destaca que “en estos momentos contamos con el personal necesario para avanzar en el conocimiento de la enfermedad y la mejora para nuestros pacientes… tenemos la ilusión y las ideas necesarias para mejorar la situación”. Con todo, apostilla, “nos faltan recursos económicos y, sobre todo, necesitamos dar un paso más: el impacto que ejercen los malos hábitos (comer demasiado, vida sedentaria) son factores controlables pero no suficientes para frenar la epidemia; hay algo más que todavía desconocemos”. En este sentido, subraya, “la implicación de la sociedad y de los medios de comunicación son herramientas potentes que nos ayudan a dimensionar la diabetes en el mundo y, al mismo tiempo, buscar soluciones para su prevención y curación”.
El horario de las comidas marca el riesgo de desarrollar diabetes
Pequeñas modificaciones en los horarios de las comidas podrían tener importantes implicaciones en la prevención y manejo de la diabetes. El ser humano cuenta con un reloj biológico central que pone en hora nuestro cuerpo, lo que implica que la función de los órganos cambie a lo largo del día. En relación a la diabetes, se ha evidenciado que la secreción de insulina por parte del páncreas no es la misma por la mañana que por la noche, y que la sensibilidad de nuestras células y tejidos a la acción de la insulina varía a lo largo del día, informa la SED mediante un comunicado.
Estos hallazgos, que pueden tener importantes implicaciones en la prevención y control de la diabetes, son fruto de la línea de investigación que está siguiendo el grupo de la Dra. Marta Garaulet, nutricionista conocida nacional e internacionalmente por su investigación en cronobiología y obesidad. Su grupo de investigación en la Universidad de Murcia ha demostrado por primera vez en humanos que tenemos un reloj biológico en nuestro tejido adiposo, en nuestra grasa corporal, que es capaz de funcionar de manera independiente de nuestro reloj central situado en el hipotálamo. En relación con la patología diabética, recientemente han publicado un trabajo que muestra como la sensibilidad a la insulina por parte de las células del tejido adiposo cambia a lo largo del día, siendo mucho mayor a las 12 del mediodía que a las 12 de la noche. “Esto conlleva que la intolerancia que presentamos a los carbohidratos y a los azúcares va a variar en función de la hora, siendo mucho mayor por la mañana”, asegura la Dra. Garaulet. Por lo tanto, “la hora de la comida va a ser un factor clave en la prevención de la diabetes”, advierte la catedrática de Fisiología y Bases Fisiológicas de la Nutrición en la Universidad de Murcia.
En esta misma línea de investigación, el equipo de la Dra. Garaulet ha confirmado que si cenamos cerca de la hora de ir a la cama, se potenciará la presencia de dos hormonas que no funcionan bien juntas: la melatonina y la insulina. Desde el punto de vista de la diabetes, esto es especialmente importante, ya que en presencia de melatonina disminuye la tolerancia a la glucosa, y esto sucede principalmente en aquellos sujetos (que constituyen un 51% de la población española) portadores de una variante génica en el receptor de melatonina. Junto a esto, y como informa la Dra. Marta Garaulet, hay otros factores que relacionan la cronobiología y la diabetes, como la presencia de ciertas variantes génicas en un gen reloj (el criptocromo), que marca también nuestras horas. Según destaca, “un 31% de la población presenta una variante del gen criptocromo que es menos eficaz, y son ellos precisamente los que deben cuidar más la cantidad de carbohidratos que toman si quieren prevenir la resistencia a la insulina y la presumible aparición posterior de la diabetes”.
A partir de estos conocimientos es posible incluso fijar medidas preventivas y terapéuticas en diabetes que sean más eficaces, gracias a la mejor regulación del ritmo circadiano. Tal y como aconseja la Dra. Garaulet, “mediante el orden y la organización de horarios de sueño, actividad física, horarios de comida y de luz, podremos mejorar los ritmos circadianos y hacer al individuo más saludable”. Como otro consejo práctico para ayudar a prevenir o controlar la diabetes, se recomienda “tomar los carbohidratos por la mañana, y alejarlos de la hora del sueño, sobre todo en personas con riesgo genético”, apunta la catedrática de la Universidad de Murcia.
Todas estas evidencias tienen importantes implicaciones clínico-asistenciales. En este sentido, el equipo de Marta Garaulet ha desarrollado un score de cronodisrupción, midiendo cortisol en saliva, elaborando un cuestionario sobre el cronotipo de la persona y sobre sus horas de sueño, y potenciando la utilización de un reloj que mide los ritmos circadianos mediante los cambios de temperatura en el individuo cada 30 segundos. “Con este score se puede diagnosticar quién tiene riesgo de cronodisrupción y, por tanto, de resistencia a la insulina”, afirma esta experta, quien recuerda que “al no ser invasivo, puede ser una buena herramienta terapéutica”. Actualmente se está profundizando en esta línea de investigación, de tal manera que el equipo de la Dra. Garaulet está probando el efecto que tiene la implementación de terapias cronobiológicas en el individuo diabético.
En general, en los últimos años se ha logrado demostrar que alteraciones en los ritmos de ingesta de alimentos, de temperatura y de actividad se asocian con la aparición de importantes alteraciones metabólicas, como son el incremento de la resistencia a la insulina, el aumento de lípidos plasmáticos o un mayor grado de obesidad, lo que, en definitiva, “da lugar a un mayor riesgo de padecer diabetes”, sentencia Garaulet. Y es que la conexión entre obesidad y diabetes es clara y directa. La diabetes es una enfermedad asociada a fallos en la acción de la insulina, mientras que la obesidad (entendida como un exceso de grasa corporal) produce por sí misma fallos en esta hormona, que comienzan con una resistencia a la acción de la insulina y pueden acabar con déficits en la secreción de insulina por parte del páncreas. En este sentido, recuerda la especialista, “revertir la obesidad implica, en la mayoría de los casos, una mejora de la sensibilidad de nuestras células a la acción de la insulina y, por tanto, conlleva una disminución del riesgo de padecer diabetes”.