Redacción Farmacosalud.com
Tras la incorporación de las técnicas de Aquablation y Rezum, ahora el Hospital Quirónsalud Barcelona vuelve a ampliar su cartera de soluciones para el tratamiento de la hiperplasia benigna de próstata (HBP). En esta ocasión, el nuevo procedimiento está indicado sobre todo en próstatas de hasta 60 cc de tamaño, con lo que no compite con las anteriores técnicas, sino que viene a completar el abanico de opciones para ofrecer el tratamiento más adecuado en función de las características de cada uno de los pacientes. La nueva técnica recibe el nombre de i-TIND (dispositivo de nitinol implantado temporalmente en inglés), que consiste en colocar un dispositivo de forma temporal a manera de ‘muelle’ que moldea el interior del adenoma de próstata y el cuello vesical para corregir la obstrucción secundaria a la HBP, por lo que supone un enfoque completamente nuevo y diferente en el tratamiento de esta patología.
Es una intervención muy sencilla, rápida y segura que se realiza bajo anestesia local de forma ambulatoria y que tiene una duración de menos de 5 minutos. Permite al paciente recuperar la función miccional en solo unos días sin afectar a la erección ni a la continencia urinaria, además de preservar la función eyaculatoria en el 100% de los casos.
Una vez colocado el dispositivo, el paciente es dado de alta sin sonda vesical y regresará al hospital en 5 días para su retirada bajo anestesia local. El Dr. Enrique Rijo, miembro del Equipo de Urología y responsable de la Unidad de Próstata del Servicio de Urología del Hospital Quirónsalud Barcelona, ha sido pionero de la técnica i-TIND en Cataluña realizando los primeros casos en julio de 2019. Es uno de los pocos cirujanos que realiza dicha técnica en España, y actualmente participa en un estudio científico multicéntrico a nivel europeo.
Creando nuevos canales para la orina
A diferencia de otros procedimientos, i-TIND no emplea calor ni extracción del tejido de la próstata, que se preserva íntegra en todo momento. Consiste en una remodelación suave de la uretra, moldeando el interior del adenoma de próstata para que la orina fluya. Esto permite evitar los efectos secundarios asociados a otras intervenciones o a los de los medicamentos recetados de forma crónica para el tratamiento de la HBP, así como los riesgos para la función sexual y la continencia urinaria que pueden ocurrir con una cirugía mayor. Se trata de una opción terapéutica no definitiva, ya que en unos años el paciente puede requerir repetir la misma técnica o valorar otras opciones.
Para llevarlo a cabo, se coloca un dispositivo en la uretra prostática en una configuración plegada, y es necesario tan solo para esto un poco de sedación ligera y un anestésico local. Tras la implantación del dispositivo, éste se va expandiendo, ejerciendo de esta forma una presión suave en tres puntos precisos durante un período de 5 días. “Gracias a esto se remodela el interior del adenoma de próstata, corrigiendo la obstrucción y permitiendo el paso normal de la orina. Tras estos cinco días, el dispositivo se retira y de esta forma el paciente recupera la función miccional en sólo unos días”, explica el Dr. Rijo, quien apunta como este procedimiento es indicado solo en pacientes con próstatas de hasta 60 cc.
“Su mayor ventaja es que se lleva a cabo de forma ambulatoria con anestesia local y sedación, de forma rápida y sencilla, evitando los riesgos de una intervención convencional, y consiguiendo la preservación de la eyaculación anterógrada en el 100% de los casos. Otra ventaja es que no requiere que el paciente tenga que llevar una sonda tras la intervención, ya que su planteamiento es completamente diferente y muy conservador”, continúa explicando el Dr. Rijo, al tiempo que señala que todo esto es muy importante para algunos pacientes.
Una enfermedad altamente prevalente
La hiperplasia prostática benigna es un trastorno asociado con la edad y con una alta prevalencia. Tanto es así que un 50% de los hombres con edades entre los 50 y los 60 años la padecen. En aquellos con más de 80 años, el porcentaje asciende hasta el 90%. Es por tanto un trastorno que en los próximos años se espera que aumente significativamente con el envejecimiento de la sociedad. No se trata de una enfermedad que ponga en riesgo la vida de los pacientes, pero sí que incide de forma significativa en su calidad de vida. El agrandamiento de la glándula prostática ocasiona que la uretra se comprima, reduciendo e incluso llegando a bloquear el flujo de la orina. Existe la posibilidad de un tratamiento farmacológico con alfabloqueantes, pero estos tienen efectos secundarios, como la eyaculación retrógrada, y pueden perder eficacia con el tiempo.
Hasta hace poco la alternativa era un tratamiento con las técnicas clásicas como la cirugía abierta o la resección transuretral (RTU) de la próstata, en las que pueden existir complicaciones como la incontinencia urinaria, sangrado que requiera transfusión o la disfunción eréctil y la eyaculación retrógrada. Técnicas más recientes y menos invasivas como la vaporización o la enucleación prostática con láser evitan muchas de esas complicaciones. Sin embargo, pueden afectar a la eyaculación. Pero en los últimos años se ha avanzado en el desarrollo de nuevas técnicas que eviten este problema. “Técnicas como el Aquablation, el Rezum y ahora el i-TIND se distinguen de otras alternativas en que son capaces de preservar la eyaculación, algo que muchos pacientes consideran importante. Se trata de tres técnicas totalmente distintas, complementarias unas con otras y por tanto con perfiles de pacientes diferentes”, concluye el Dr. Rijo.