Redacción Farmacosalud.com
‘La humanidad no puede liberarse de la violencia más que por medio de la no violencia’, decía Mahatma Gandhi, el famoso político y pensador indio. En el caso de las agresiones de pacientes a profesionales de la sanidad (más de 500 el pasado año en España), la idea de una solución no violenta pero sí muy 'convincente' como es la disuasión podría funcionar como método pacificador. Por ejemplo, si un médico o una enfermera tuvieran a su disposición un botón ‘antipánico’ para alertar -en tiempo real- de un ataque o amenaza de ataque al resto de sus compañeros, el atacante se vería en inferioridad numérica en cuestión de segundos en cuanto comprobara que el personal sanitario ya ha acudido rápidamente en ayuda de la víctima. Esa situación de inferioridad, pues, podría funcionar como método disuasorio y facilitaría que la persona violenta depusiera su actitud o que, en caso de haber iniciado la agresión (amenazas verbales), no llegara a culminarla (agresión física).
La instalación del botón antipánico es una de las medidas que propone la doctora Inmaculada Martínez, presidenta del Colegio Oficial de Médicos de La Rioja (COMLR), para tratar de erradicar el fenómeno de los ataques y vejaciones a profesionales de la salud. De hecho, para ella el factor numérico puede llegar a ser relevante en algunos casos, dado que la mayoría de estos comportamientos hostiles se producen en centros de Atención Primaria (AP), donde, al haber menos gente que en un centro hospitalario, el agresor podría estar percibiendo que hay menos trabas a la hora de tratar de imponer 'su ley': "Hay que tener en cuenta que, cuantas más personas haya alrededor, más posibilidades hay de pararle los pies”, opina la doctora Martínez. Llegados a este punto, la posibilidad de optar por otras medidas disuasorias va cogiendo fuerza porque, si los ataques continuaran “incrementándose” en los centros de AP, la facultativa no vería descabellado recurrir a la presencia de personal de seguridad en esas instalaciones, al estilo de algunos hospitales.
-Recientemente (el 15 de marzo) se ha celebrado el Día Nacional contra las Agresiones a Personal Sanitario. ¿Qué conclusiones saca de esta jornada, ha servido para dar algún paso hacia adelante en la lucha contra este fenómeno?
Aparte de promover el conocimiento de esta lacra a la que lamentablemente nos vemos expuestos, el Día Nacional contra las agresiones a Sanitarios nos sirve para lanzar dos mensajes clave que no nos cansamos de repetir; uno, dirigido a los agresores: las agresiones son delitos y como tales, podrán ser juzgados ante la Justicia. El segundo, a nuestros médicos: ante una agresión, no están solos. El COMLR pone inmediatamente un protocolo de actuación para asistirles... no están solos.
-Según datos del Observatorio Nacional de Agresiones de la Organización Médica Colegial (OMC), en España las agresiones a personal sanitario se elevan hasta 3.429 entre los años 2010 y 2017, siendo 515 las del año pasado. De los 515 casos de violencia en 2017, el 12% conllevaron lesiones, un 31% insultos y el 57% amenazas. ¿Se está registrando una tendencia al alza de los ataques, o bien la mejora de la situación económica -que puede mejorar también los recursos asistenciales disponibles para la población- está frenando este tipo de episodios?
La pérdida de respeto que supone la agresión a un médico es una cuestión educacional. Los médicos nos dejamos la piel para atender a nuestros pacientes haya o no haya recursos económicos en nuestro sistema sanitario, por lo que es inconcebible que una persona nos pueda ver como un problema más que como una solución.
-Por sexos, en España el 52% de las agresiones a profesionales de la salud las sufrieron mujeres y el 48%, hombres. ¿Qué opinión le merecen esas cifras?
Somos una profesión cuyo presente y futuro se escribe en femenino y a nadie se le escapa que, aun así, hay un problema de desigualdad.
-En España, el 53% de las agresiones se produjeron en Atención Primaria (AP) y el 21% en hospitales. ¿Por qué en AP es mayor el porcentaje de violencia, tanto física como verbal?
Entiendo que el agresor puede sentirse más empoderado al encontrarse en instalaciones más pequeñas, a las que no acceden tantas personas como en los hospitales. Hay que tener en cuenta que, cuantas más personas haya alrededor, más posibilidades hay de pararle los pies.
-¿Por zonas, las agresiones se concentran en determinados hospitales o centros de salud (AP), o bien pueden producirse en cualquier centro sanitario de cualquier zona de España?
Aunque las estadísticas hablan de que es la AP la que más sufre esta lacra social, desde mi punto de vista ningún centro sanitario está exento de incidentes.
-¿Cuál es el perfil de agresor de profesionales sanitarios (sexo, edad, nivel cultural, etc.) que pega y causa lesiones? ¿Y cuál es el perfil de aquel que insulta y amenaza?
En nuestro caso lo habitual es que sea el propio paciente el que agreda al personal sanitario, aunque también existen importantes datos de acompañantes que agreden, según los datos del último informe del Observatorio Nacional de Agresiones a Sanitarios de la OMC. Se trata de hombres de mediana edad, pero cuyo perfil en La Rioja no está demasiado dibujado, puesto que el número de agresiones no es demasiado elevado.
-¿Qué argumentos suelen utilizar los usuarios hostiles cuando se les recrimina su actitud?
Normalmente suelen ser retrasos en las listas de espera, y desacuerdos con los diagnósticos o con el tratamiento a llevar a cabo para tratar su dolencia.
-Una cosa es lo que dicen los atacantes, y otra la verdadera razón de su comportamiento hostil. ¿A grandes rasgos, por qué se producen estos episodios?
Tengo la sensación de que, si los agresores conocieran la gran carga de trabajo que soportan sus médicos y, a pesar de ello, la calidad con la que éstos prestan el servicio, se reducirían las agresiones. A grandes rasgos, suponemos que lo que produce esa crispación que lleva a la agresión es la impaciencia o la prevalencia de una opinión sobre la del médico.
-Muchos hospitales ya cuentan con personal de seguridad, pero, que sepamos, no es así en los centros de Atención Primaria ¿El fenómeno de la violencia contra personal sanitario debería comportar que en los centros de salud (AP) hubiera este tipo de vigilancia (como mínimo en los más conflictivos)?
En principio quiero pensar que no es necesario, puesto que las agresiones nacen de determinados perfiles de agresores, de manera que los ataques no están provocados por el tipo de asistencia. Por lo general, el agresor no se para a pensar si se encuentra en un hospital o en una consulta de su médico de AP. No obstante, si los casos continúan incrementándose, y si así lo vemos necesario, por supuesto que reclamaremos medidas concretas para esos centros en concreto.
-¿Qué medidas deberían aplicarse para erradicar las actitudes agresivas hacia los profesionales de la sanidad?
Como todo en esta vida, la base de la concienciación es la educación. Tenemos que continuar promoviendo desde este ámbito el respeto a la figura del médico como garante de la salud de la sociedad. Además, es de vital importancia dotar a la figura del médico de una protección especial que le garantice su seguridad ante la ley, y adoptar medidas como los botones ‘antipánico’, cuya función sería la de alertar de las agresiones al resto de compañeros.
Desde luego, el camino es el que estamos siguiendo: alineando esfuerzos de una manera transversal con otros agentes. En nuestro caso, y ante situaciones de agresiones, el COMLR está en contacto con la Fiscalía de La Rioja, el Observatorio contra las agresiones a Sanitarios del Gobierno Regional y la figura del Interlocutor Policial Sanitario.
-Por cierto, ¿se conoce algún caso de un profesional de la sanidad que se haya comportado violentamente -verbal o físicamente- sin que el paciente haya hecho lo más mínimo para provocarle, es decir, siendo en este caso el paciente una víctima?
A nosotros no nos constan por el momento esas conductas, pero desde luego pueden existir y, en esos casos, deben de estar perseguidas y sancionadas porque, como señalaba anteriormente, nuestro trabajo diario es el de velar por la salud de los pacientes. No se entiende ni una agresión a un médico ni una agresión a un paciente.