Redacción Farmacosalud.com
‘Si no puedes con tu enemigo, únete a él’. Las personas que perciben acúfenos o tinnitus (pitidos en el oído repetitivos e insistentes) están enfrentadas a una dura realidad: este problema acústico no tiene una solución definitiva -si bien recientemente han surgido propuestas otorrinolarongológicas que pueden funcionar en algunos pacientes-. Dado que en muchos casos los molestos acúfenos estarán ahí por los siglos de los siglos, el mundo de la audioprótesis ha puesto en práctica una ingeniosa solución basada en la máxima de aliarse con el que no te quiere ningún bien y al que no puedes vencer: unos aparatos que, colocados en la oreja, generan unos sonidos que nunca se repiten, a diferencia de lo que ocurre con los tinnitus. O sea, sería algo así como enmascarar el ruido molesto con un ruido que no fastidia.
Según Rafael Rubio, audioprotesista y director del Centro Audioprotésico Aragón (en Zaragoza), “la marca con la que trabajamos nosotros genera un ‘ruido’ aleatorio, basado en fractales, de manera que emite un sonido que nunca se repite. Para que se repitiera el mismo sonido, tendrían que pasar unos 10.000 años de funcionamiento ininterrumpido”.
Por otro lado, Rubio admite que hay gente que ha dejado de usar los audífonos o bien por problemas de funcionamiento o bien por problemas de adaptación a estos aparatos, pero al mismo tiempo matiza que el trabajo bien hecho siempre redunda en beneficio de todos: “Naturalmente, si hacemos bien nuestro trabajo por lo general a nadie le importa haber invertido en salud. El problema es que, por desgracia, todavía queda mucha gente que de forma arbitraria coloca audífonos y al final no se obtienen los resultados que debieran”. En cuanto a las quejas existentes sobre el elevado precio de estos dispositivos diseñados para corregir las deficiencias auditivas, el audioprotesista realiza otro destacable -y saludable- ejercicio de sinceridad afirmando que estos aparatos “no pueden ser” económicamente más asequibles, “por lo menos los buenos”. Rubio recuerda que un audífono no es un modelo de electrónica de consumo, por lo que “nuestro público objetivo es un público restringido y, al exigirse mucha intervención por parte del audioprotesista, los precios tienen que ser caros obligatoriamente”.
-La Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra en más de mil millones el número de individuos que podrían padecer sordera si no se toman medidas. Los jóvenes son la población de mayor riesgo porque usan auriculares conectados a aparatos de reproducción cada vez de forma más prolongada y a un volumen excesivo. ¿Han detectado un aumento de personas con problemas de hipoacusia* derivados de un abuso de los auriculares o ruidos excesivos?
Sinceramente, no. Las lesiones derivadas de esa ‘moda’ con los auriculares, siendo todo lo dañina que es, y evidentemente no podemos quitarle importancia, todavía no se ha manifestado en nuestro gabinete. De hecho, desde que una persona sorda empieza a percibir que tiene una falta de audición hasta que realmente toma medidas pasan unos 7 años, según tenemos contabilizado. El abuso del uso de auriculares probablemente empezó hace unos 10 años… no habrá dado tiempo todavía a medir esa repercusión.
-Más allá del hecho de que en esas personas todavía no se hayan manifestado dichos problemas… ¿Hay sujetos que refieren tener acúfenos (pitidos en el oído) y que buscan en los audioprotesistas la solución que no les ha dado un ‘otorrino’?
Hay que pensar que son disciplinas distintas. En principio, las herramientas de un otorrinolaringólogo son farmacológicas o quirúrgicas en su mayor parte, mientras que las herramientas de un audioprotesista son técnicas. Por lo tanto, somos complementarios, no excluyentes. Sí que es verdad que últimamente las técnicas auditivas incorporan sistemas bastante avanzados para el tratamiento del acúfeno, y sí que se está notando un cierto repunte en este tipo de consultas; la gente cada vez está más preocupada por este tema. Normalmente, el acúfeno suele ser la manifestación de una pérdida auditiva, es una de las consecuencias de la pérdida auditiva. Vienen muchas veces de la mano.
-¿Qué tecnología audioprotésica existe para los casos de acúfenos?¿Son dispositivos que, por ejemplo, emiten música para ‘despistar’ la escucha incesante de los pitidos?
La tecnología está incorporada en los mismos audífonos. Estos aparatos incorporan programas para ayudar a las personas con acúfenos. En concreto, la marca con la que trabajamos nosotros genera un ‘ruido’ aleatorio, basado en fractales, de manera que emite un sonido que nunca se repite. Para que se repitiera el mismo sonido, tendrían que pasar unos 10.000 años de funcionamiento ininterrumpido. Realmente, el secreto de un buen tratamiento para los acúfenos es incidir en las neuronas que están funcionando de manera irregular y que son las responsables del funcionamiento de ese ruido o pitido, con el fin de que no se estimulen nunca de la misma manera. O sea, hay que evitar que esas neuronas se habitúen y que, una vez se hayan habituado, vuelva a aparecer el acúfeno. De esta manera conseguimos unos resultados bastante efectivos.
-De continuar con prácticas auditivas como el uso nocivo de los auriculares, el consumo de audífonos podría verse incrementado de forma notable. ¿Qué diferencias presenta un aparato de este tipo para población juvenil con respecto a los usados por gente de edad avanzada?
Hoy en día los audífonos están diseñados para toda edad, ya que poco a poco han ido perdiendo el estigma de aquel gran aparato de color carne horrorosamente feo colocado en el oído. Ahora la mayoría de los aparatos son muy pequeños, con unos diseños bastante atractivos. Tienen colores, son tremendamente potentes y muchos de ellos son prácticamente invisibles. Por lo tanto, no tiene mucho sentido hacer un diseño específico para un público joven.
-A pesar de todos esos avances, la Asociación Nacional de Audioprotesistas-Audiólogos Protésicos (ANA) sostiene que más de un 70% de las personas afectadas por problemas de hipoacusia se niegan a utilizar los audífonos debido a prejuicios sociales y estéticos. ¿Cómo puede cambiarse esta tendencia?
Los audífonos están tendiendo cada vez más a confluir con otro tipo de tecnología. Se tiende a la conectividad con los teléfonos móviles, con los ordenadores… llegará un momento en que, igual que todos llevamos un teléfono móvil encima -ahora mismo ya hay tendencia a tener dispositivos colocados en la muñeca-, al final todos llevaremos algo parecido a un audífono en la oreja que será nuestro sistema de intercomunicación con el exterior; habrá conexión con el teléfono móvil, el ordenador, con la ‘tablet’… y de esta manera se perderá el estigma social que existe hoy en día a la hora de llevar este tipo de dispositivos.
Realmente, nosotros poco podemos hacer más que diseñar bien los audífonos y, evidentemente, hacer bien nuestro trabajo, que consiste en ser capaces de utilizar una tecnología adecuada y dar las soluciones que teóricamente el paciente está buscando.
-¿Cuándo hay que consultar al audioprotesista y cuándo habrá que recurrir a un audífono?
Hay que consultar siempre ante los primeros síntomas, por supuesto. Hay que consultar tanto al médico, para que descarte cualquier tipo de patología, como al audioprotesista para que éste mida la posible afección acústica que haya y pueda plantear la mejor solución protésica disponible en aquel momento.
Por lo general, hay que empezar a consultar cuando se note que no se entienden bien las palabras… Y por entender no decimos oír, sino comprender. Con respecto a oír, se pueden oír las palabras hasta teniendo una pérdida auditiva muy importante, pero lo realmente importante es entender esas palabras. Cuando se empieza a ‘perder’ una conversación, o se empiezan a modificar los hábitos de conductas generales porque no se oye o no se entiende correctamente, cuando se tiene que poner la televisión más alta o se deja de ir con los amigos, son motivos más que suficientes como para consultar al audioprotesista o al ‘otorrino’ en primera instancia.
-Hay gente que ha dejado de usar los audífonos bajo el argumento de que no funcionan bien o que cuesta mucho su adaptación...
Sí, eso es cierto, porque es fundamental que un audífono esté bien prescrito, bien adaptado y, sobre todo, ajustado a las expectativas del paciente. Los audífonos son dispositivos caros… si nosotros cobramos mucho dinero por algo que da un resultado mediocre, estamos abocados al fracaso. Naturalmente, si hacemos bien nuestro trabajo por lo general a nadie le importa haber invertido en salud. El problema es que, por desgracia, todavía queda mucha gente que de forma arbitraria coloca audífonos y al final no se obtienen los resultados que debieran.
-También hay quejas sobre el precio de estos aparatos. No faltan personas ancianas que llevarían estos aparatos si fueran más asequibles…
El problema es que no pueden serlo, por lo menos los buenos. El problema de todo esto es que se tiende a asimilar los audífonos con electrónica de consumo, y no lo son. Un televisor lo tiene cualquier persona, mientras que un audífono es un producto de un consumo muchísimo más restrictivo. Entonces, nuestro público objetivo es un público restringido y, al exigirse mucha intervención por parte del audioprotesista, los precios tienen que ser caros obligatoriamente. Ha habido muchísimos intentos de poner audífonos baratos, pero al final no salen las cuentas porque es imposible. No podemos ofrecer por 600 euros un audífono de calidad y además dar todas las consultas que se necesiten. Es un poco la idiosincrasia de nuestro mercado: es muy complicado reducir precios en algo en que intervienen tantos factores y que, sobre todo, precisa tanta ayuda una vez adaptado. No es algo que se ponga y ya te olvides. Si lo haces así, también estamos abocados al fracaso.
Ahora tenemos audífonos de alta calidad en casi cualquier marca. Las diferencias están en pasar de lo bueno a lo excelente, y eso es en lo que tenemos que ser capaces de diferenciar una marca de otra. Hoy en día estamos en un momento tecnológico brillante para la audiología, con lo cual es una satisfacción poder trabajar en este sector.
-Por cierto, si la deficiencia auditiva está en un solo oído, ¿es preferible adaptar un audífono en un oído o mejor en los dos?
Si el oído contralateral, el que no está afectado, no está en absoluto afectado, no hace falta ningún tipo de adaptación en ese oído. Ahora bien, si un oído tiene una deficiencia auditiva y el otro está inaprovechable, está cofótico o con unos rasgos auditivos que no son susceptibles de ser corregidos con este aparato, entonces se suelen utilizar los sistemas Bicros: con este sistema, lo que hacemos es poner un audífono en el oído que, a pesar de ser ‘malo’ es susceptible de ser corregido, y se pone algo que parece un audífono pero que realmente es un transmisor en el otro oído, el cofótico, de forma que lo que se hace es pasar el sonido del oído cofótico al oído que estamos corrigiendo. O sea, se utilizan los sonidos que vendrían por cualquiera de los dos lados y los metemos por un único audífono.
Desde luego, si uno de los oídos está en correctas condiciones no tiene absolutamente ningún sentido adaptar dos aparatos, eso está claro.
-Hay personas que sí que oyen pero que les cuesta mucho entender las palabras que dice el interlocutor: ¿Cómo se resuelven estos casos?
Esto es realmente lo que le pasa a todo el mundo. Nosotros lo que estamos intentando es solucionar problemas de comprensión, de audición, de comunicación… Lo que tenemos que conseguir con nuestros audífonos es resolver este tipo de problemas. No me vale con que una persona oiga estupendamente ladrar a un perro y en cambio no sea capaz de oír lo que le está diciendo su cónyuge mientras están sentados en el sofá, por poner un ejemplo.
Cuando se hace una audiometría se tiene que ver si el tanto por ciento de comprensión que tiene la persona es aprovechable; es decir, usted puede estar oyendo de una forma más o menos buena pero puede que su cerebro no sea capaz de descifrar lo que se está oyendo, o quizás puede que entienda 20 palabras de cada 100. Entonces, tiene usted un problema muy serio de tipo cerebral. Es algo parecido a si le hablan en inglés y es usted capaz de leer en inglés pero no es capaz de entenderlo. O está oyendo perfectamente pero no puede extraer ninguna información de la conversación. Por lo tanto, es un problema a nivel cerebral. Eso con un audífono no se puede solucionar; se puede llegar como mucho a ese 20% (20 palabras de cada 100) que es capaz de entenderse, eso es lo que los audioprotesistas podemos asegurar.
También se da el caso contrario: gente que no es capaz de oír prácticamente nada a nivel tonal, es decir, les cuesta muchísimo oír los ruidos, pero cuando se les amplifica lo suficiente son capaces de manejar muy bien la información que se les da y pueden entender un 80-90% de las palabras que se les dice. Este es el mejor público para los audífonos porque se van a recuperar en un porcentaje muy alto.
* Hipoacusia: déficit de capacidad auditiva en uno o ambos oídos