Prof. Luis Peña Quintana / Redacción Farmacosalud.com
Cuando se busca el factor desencadenante de la enfermedad diarreica aguda (EDA), y si bien se pueden considerar otras etiologías como intolerancias o alergias alimentarias, infecciones en el área ORL (otorrinolaringología), infección urinaria, errores dietéticos, etc., cabe decir que la principal causa detectada remite a las infecciones entéricas. “Estas infecciones pueden ser producidas por bacterias, parásitos o virus. Tanto en los países industrializados como en los países en desarrollo, los virus son la causa predominante de la EDA”, afirma el Prof. Luis Peña Quintana, catedrático de Pediatría de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y tesorero de la Sociedad Iberoamericana de Microbiota, Probióticos y Prebióticos (SIAMPyP).
La diarrea aguda o gastroenteritis aguda se define por lo general como una disminución de la consistencia de las heces y/o un aumento de su frecuencia (típicamente 3 en 24 horas), con o sin fiebre y/o vómitos. La diarrea dura por regla general menos de 7 días y siempre menos de 14 días. “Con respecto al uso de probióticos para la prevención de la EDA, los estudios se han dirigido principalmente a la suplementación con determinadas cepas probióticas en fórmulas infantiles para lactantes, cuando no reciben lactancia materna. En varios ensayos clínicos se ha comprobado disminución de la incidencia de episodios de este tipo de diarrea y de otros procesos infecciosos, siendo estas cepas seguras, bien toleradas y sin efectos adversos”, precisa Peña Quintana, a su vez jefe de Sección de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica del Complejo Hospitalario Universitario Insular Materno-Infantil de Las Palmas.
“Sin embargo, y según la evidencia disponible hasta la actualidad, no se recomienda la adición de probióticos de forma sistemática en las fórmulas infantiles al no constatarse efectos clínicos consistentes, siendo por lo tanto necesarios más estudios”, puntualiza.
“El uso de probióticos en la EDA es controvertido”
“En la actualidad, el uso de probióticos en la EDA es controvertido”, asevera el Prof. Peña Quintana. Clásicamente, una de las principales recomendaciones terapéuticas de determinadas cepas probióticas es el tratamiento de la EDA, por considerarse que aportan efectos beneficiosos al disminuir el número de deposiciones al segundo día y la duración del cuadro diarreico en un día. Para ello se precisa su inicio de forma precoz (antes de 24-48 horas) a altas dosis, para las diarreas de origen viral, especialmente para el rotavirus y durante no menos de 5 días de tratamiento. "Por otra parte, ha sido ampliamente demostrada su seguridad y sin la aparición de efectos adversos", asegura el experto.
Para el tratamiento de la EDA, la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN) en 20201 indica lo siguiente sobre determinadas cepas: Saccharomyces Boulardii presenta evidencia de baja a muy baja con recomendación débil; Lactobacillus rhamnosus GG evidencia muy baja con recomendación débil, y Lactobacillus Reuteri DSM 17938 evidencia de baja a muy baja con recomendación débil.
Sin embargo, la Asociación Americana de Gastroenterología (AGA), en 20202, basándose en metaanálisis de ensayos clínicos realizados en Norteamérica, contraindica de forma condicional su uso en la EDA. La Cochrane 20203, basada en metaanálisis de niños (principalmente) y adultos (con datos limitados), indica pequeña o nula evidencia del beneficio de los probióticos en la EDA y pone en duda que acorte su duración.
“Hay que destacar que los estudios en los que se basan el uso de probióticos en la EDA limitan ser comparados al ser heterogéneos, con diferentes cepas, con inicio y duración de la intervención diversos, con dosis y formas de presentación muy variables, con elevado riesgo de sesgo, tipo de población desigual y con pocos ensayos clínicos de alta calidad. Estudios metodológicamente muy bien diseñados4,5 inician la intervención con determinadas cepas probióticas pasadas 48 horas y en diarreas leves en la mayoría de los pacientes, lo que parece limitar sus resultados6,7. Por todo ello, es difícil extraer conclusiones definitivas”, expone el miembro de SIAMPyP.
En general, no se recomienda el uso de fármacos para la EDA
La EDA es la quinta causa de mortalidad en niños menores de cinco años en el mundo. Ocasiona 446.000 muertes al año, principalmente en países de bajos y medianos ingresos8. La base del tratamiento para esta alteración es el uso de las soluciones de rehidratación oral (para evitar o tratar la deshidratación), la realimentación precoz (para evitar o tratar la desnutrición asociada) y, en niños con lactancia materna, mantenimiento de la misma9,10.
“En general, no se recomienda el uso de fármacos en la EDA. El racecadotrilo (antisecretor que disminuye la secreción extra de agua y electrolitos en la EDA) no está incluido en la mayoría de las guías de práctica clínica, ya que no se ha establecido en nuestro medio sus indicaciones, su nivel de seguridad y la relación coste / beneficio. La diosmectita (arcilla medicinal que parece reducir la duración y el número de deposiciones en la EDA) tampoco se incluye en la mayoría de las guías de práctica clínica. Si se usan determinadas cepas probióticas en el tratamiento de la EDA, se consideran como un tratamiento adyuvante”, detalla el Prof. Peña Quintana.
La diarrea asociada a antibióticos se puede presentar con relativa frecuencia
En cuanto a la diarrea crónica, es aquella que se prolonga durante más de dos semanas. El efecto más reconocido de los probióticos en la prevención de la diarrea crónica es su uso en la prevención de la diarrea asociada a antibióticos (DAA)11. “La DAA se puede presentar con relativa frecuencia como efecto secundario al tratamiento antibiótico (principalmente amoxicilina-clavulánico, cefalosporinas y clindamicina), al provocar un desequilibrio de la microbiota intestinal (disbiosis) que induce un cuadro diarreico desde el inicio y que puede durar 3-8 semanas”, sostiene el facultativo.
“Con evidencia científica moderada y recomendación fuerte, el uso de las cepas probióticas Lactobacillus rhamnosus GG y Saccharomyces boulardii desde el inicio del tratamiento antibiótico se consideran un tratamiento eficaz para prevenir la DAA y sin efecto terapéutico una vez establecida la misma12”, señala el jefe de Sección de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica del Complejo Hospitalario Universitario Insular Materno-Infantil de Las Palmas.
"La guía de consenso de la Organización Europea de Crohn y Colitis (ECCO) con la ESPGHAN de 201813 indican que puede ser considerado el uso coadyuvante de las cepas E. coli Nissle 1917 y la mezcla VSL#3 (con ocho cepas probióticas) junto con el tratamiento convencional, para inducir y mantener la remisión en pacientes con brote leve de colitis ulcerosa. Suponen, además -especifica Peña Quintana-, una alternativa en pacientes con intolerancia a los salicilatos”. De otra parte, estas mismas guías13 recomiendan el uso de la mezcla VSL#3 para la prevención y el mantenimiento de la remisión de la reservoritis recurrente y/o crónica en pacientes afectos de Colitis Ulcerosa.
Hay debate sobre la aplicación de probióticos frente al SIBO
Algunos estudios refieren la eficacia terapéutica de determinadas cepas probióticas en el sobrecrecimiento bacteriano intestinal (SIBO) como coadyuvante con los antibióticos, demostrándose disminución de las cifras de H2 espirado y de las tasas de descontaminación. Sin embargo, otros estudios contradictorios y la limitación de estudios aleatorizados y controlados “precisan de la realización de más ensayos clínicos para conocer el papel de los probióticos en el SIBO y dilucidar las cepas más beneficiosas y la duración del tratamiento”, advierte el especialista.
En definitiva, a juicio del catedrático de Pediatría de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, “se precisa la realización de más estudios de alta calidad en el tratamiento de la EDA y de patologías que cursan con diarrea crónica (Enfermedad de Crohn, Colitis Ulcerosa, Síndrome de Intestino Corto, SIBO, Síndrome de Intestino Irritable…), tanto de las cepas probióticas sobre las que se han publicado beneficios, como de otras cepas con evidencia limitada o no estudiadas. Es fundamental recalcar el concepto cepa-especificidad y la dosis específica para cada una de las patologías en las que los probióticos pudieran tener un efecto beneficioso sobre la salud humana”.
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