Redacción Farmacosalud.com
Cada vez hay más personas que recurren a los denominados pellets o implantes hormonales, unos pequeños cilindros que se usan para combatir los síntomas asociados a la menopausia, andropausia (envejecimiento masculino desde el punto de vista reproductivo) y envejecimiento en general. Suelen medir 1 cm de longitud y se colocan bajo la piel empleando anestesia local. En vista del creciente interés popular por estos pellets, desde la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM) se desaconseja su utilización básicamente “por razones de seguridad a largo plazo y de calidad”, sostiene la Dra. Silvia P. González Rodríguez, presidenta electa de la AEEM.
“Al no estar regulados ni por la Agencia Española del Medicamento (AEMPS) ni por la Agencia Europea del Medicamento (EMA), no pasan los estándares de control que pasa normalmente un fármaco convencional. Son dispositivos que no tienen estudios de seguridad a largo plazo que consideremos suficientes… tampoco en la manera de producirlos hay una homogeneidad, con lo cual puede haber algunos que sean de muy buena calidad, y otros no. Y, dado que no están sometidos a un control regulatorio estricto, el posicionamiento oficial de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia y de las sociedades científicas internacionales es unánime: los pellets hormonales no son recomendables”, comenta González Rodríguez, a su vez ginecóloga del Gabinete Velázquez de Madrid.
Defender los pellets acogiéndose a las virtudes de otras formas de reemplazo hormonal
Lo que hacen estos cilindros es subir la carga de determinadas hormonas que están bajas en las mujeres con menopausia y en los varones con andropausia, de modo que, de alguna manera, se reemplaza la dotación hormonal que se tenía de forma natural antes de la llegada del declive.
Si bien por ahora se carece de estudios oficiales sobre la efectividad de estos implantes -subraya la Dra. González Rodríguez-, los profesionales que defienden su uso basan sus evaluaciones favorables en “las investigaciones centradas en otras formas de reemplazo hormonal, que sí han sido evaluadas científicamente”, argumenta la presidenta electa de la AEEM (por ejemplo, la terapia hormonal para la menopausia se ha llegado a analizar hasta en un millón de mujeres). Así pues, los valedores de los pellets “de algún modo se atribuyen los beneficios o la eficacia que han demostrado otros sistemas de reemplazo o sustitución hormonal”, agrega González Rodríguez.
Diferenciación entre hormonas bioidénticas no reguladas y hormonas bioidénticas reguladas
Se dice que los pellets corporales contienen hormonas bioidénticas. Ahora bien, la experta matiza que alrededor del término ‘bioidéntico’ existe una “gran confusión, puesto que bioidéntico significa que es igual a lo que produce el propio organismo”. De hecho, no faltan las hormonas comercializadas como fármacos cuya eficacia, seguridad y controles de calidad han merecido la aprobación de las agencias reguladoras, y que también contienen hormonas exactamente iguales a las producidas por el propio cuerpo (progesterona, testosterona…).
“Por todo ello -remarca-, y para evitar malentendidos, las sociedades científicas hemos optado por establecer una diferenciación entre lo que serían las hormonas bioidénticas no reguladas (ahí estarían los pellets y otras formas de administración en forma de cremas, etc.), y las hormonas bioidénticas reguladas, que son aquellas que, siendo iguales en composición a las que secreta el organismo, sí que son catalogadas como medicamento por haber pasado los pertinentes controles de eficacia y seguridad y de calidad”.
Una práctica que se ve sobre todo en centros de medicina estética
Se comenta, asimismo, que el pellet hormonal dura hasta 6 meses en el organismo. Pero, para la Dra. González Rodríguez, el problema ya no es la eliminación de estos dispositivos -la inmensa mayoría son biodegradables, aunque con la posibilidad de ser extraíbles si se quiere discontinuar o interrumpir el tratamiento-, sino el mecanismo de liberación de la sustancia mientras el producto permanece activo: “al introducir estos cilindros de forma subcutánea, se van infundiendo hormonas de forma errática hasta generar picos hormonales, por lo que a veces se registran supradosis, aunque a veces también infradosis, en función del momento. Es decir, que durante esos meses no se libera linealmente, ni de forma continua ni estable, la cantidad administrada”.
De acuerdo con la facultativa, los profesionales de la salud que suelen aplicar estos controvertidos dispositivos trabajan en centros de medicina estética, donde los pellets son promocionados por su supuesto efecto antienvejecimiento. Es un tipo de implante que se ve “mucho menos en centros de ginecología, endocrinología y otras especialidades porque la propia indicación por la que prescribimos terapia hormonal es distinta. Por ejemplo, en el caso de la menopausia, lo que dice la AEMPS en cualquier prospecto de cualquier terapia hormonal es que el tratamiento debe recetarse ante la presencia de sintomatología climatérica de grado intenso que deteriore la calidad de vida de la paciente. Por tanto, a una persona que no presenta síntomas, en principio no se le debe prescribir el medicamento”.
“Sin embargo -continúa a renglón seguido-, a menudo se implantan pellets hormonales en sujetos completamente asintomáticos, únicamente con la intención de conseguir un efecto antienvejecimiento… pero la indicación preventiva antiedad no está reconocida por la AEMPS, con lo cual los ginecólogos, en general, no recetamos los fármacos bajo ese precepto”.
Por cierto -concluye la Dra. González Rodríguez-, el pellet corporal es en realidad una “fórmula magistral”, es decir, al no ser un fármaco regulado, es un producto que se elabora a petición de un profesional de la salud, quien, en el ejercicio de sus funciones, se encarga de precisar qué composición quiere para el cilindro hormonal a insertar.