Redacción Farmacosalud.com
En general, existe una relación entre los niveles del anticuerpo IgE y la intensidad de la dermatitis atópica: “Cuanto más altos son los niveles de IgE, más severa es la dermatitis atópica”, afirma la doctora Eulalia Baselga, dermatóloga pediátrica del Hospital de Sant Pau y de la Clínica Dermik de Barcelona. De todos modos, no se puede establecer de manera automática que aquel paciente que tenga 3.000 IgE está la mitad de mal que aquel que presente 6.000 IgE. “Esto no funciona así -prosigue Baselga-; en realidad, la IgE lo que nos dice es que esa persona es alérgica a algo, se ha sensibilizado a algo. Los niños atópicos, como tienen una piel defectuosa y absorben mejor todos los alergenos, se vuelven más alérgicos”.
Así pues, volverse más alérgico implica tener una IgE más alta y todos esos alergenos serán un desencadenante de dicha enfermedad cutánea. Con todo, “también vemos niños que no se vuelven alérgicos a nada pero siguen teniendo una piel muy seca y atópica y tendrán otros desencadenantes”, con lo que “pueden estar igual de mal que un niño con una IgE elevada”, explica la facultativa.