Redacción Farmacosalud.com
El Dr. Francisco García Río es el presidente electo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) tras la celebración del 53 Congreso de esta organización científica. García Río opina que la pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto el “importante déficit” que había en España de las denominadas Unidades Respiratorias de Cuidados Intermedios (UCRIs), cuya implantación “apresurada” en los centros para afrontar los estragos provocados por el coronavirus ha permitido aumentar la supervivencia en pacientes con afectaciones respiratorias derivadas del COVID-19. A su juicio, la utilidad de estas unidades avala que se potencie su consolidación y expansión una vez que se controle la pandemia. “Cualquier paciente que acuda a un centro hospitalario por una insuficiencia respiratoria agudizada debe tener la posibilidad de ser atendido en una UCRI liderada por neumólogos”, reivindica el Dr. García Río, quien agrega que la existencia de este tipo de asistencia “debe ser una exigencia social” más allá del coronavirus SARS-CoV-2.
Para poder atender adecuadamente a los afectados por síntomas respiratorios (por ejemplo disnea) del conocido como COVID-19 Persistente, el presidente electo de SEPAR apuesta por “disponer de consultas post-COVID que permitan un seguimiento minucioso de la repercusión respiratoria de la enfermedad”, dado que la detección precoz de algunas secuelas de la infección por coronavirus permitirá “un tratamiento más intensivo que facilite su resolución”. Con respecto al ámbito medioambiental, García Río se muestra sorprendido por el hecho de que aún haya “cierto grado de escepticismo sobre el impacto que el cambio climático y la contaminación atmosférica tienen sobre la salud respiratoria e incluso sobre la salud del planeta”.
-Usted asumirá de forma efectiva el nuevo cargo de presidente de SEPAR a partir de junio de 2021. Bueno, al menos, antes de tomar decisiones, sabrá qué efectos irá teniendo la vacuna frente al COVID-19 en vida real si se cumplen las previsiones de vacunación, ya que en España la campaña debería iniciarse en las próximas semanas…
Desde luego, este es un tema que me despierta un gran interés y sobre el que espero podamos disponer de evidencias científicas y regulatorias cuanto antes. En la fase de la segunda oleada en la que nos encontramos actualmente, la disponibilidad de las distintas vacunas que se están desarrollando plantea un horizonte de esperanza, que esperamos tenga un claro efecto sobre la pandemia. Después de todos los meses que han transcurrido desde el inicio de la COVID, necesitamos liberar recursos para atender con calidad a los pacientes con trastornos no COVID que están sufriendo de forma particularmente importante la situación, entre los cuales figuran los enfermos respiratorios crónicos, quienes resultan particularmente damnificados.
-Uno de sus objetivos como presidente es ‘posicionar la asistencia a la salud respiratoria en el ámbito que le corresponde’. De hecho, la pandemia de coronavirus ha puesto de manifiesto la importancia de disponer de Unidades Respiratorias de Cuidados Intermedios (UCRIs), lideradas por neumólogos. Supongamos que la vacuna antiCOVID funciona muy bien en la práctica clínica… ¿todavía será necesaria la potenciación de la UCRIs?
Las terapias de soporte respiratorio avanzado integradas en unidades de cuidados intermedios respiratorios existían antes de la COVID y, aunque su grado de desarrollo resultaba francamente mejorable en muchos centros, habían demostrado con creces su utilidad en muchos pacientes con insuficiencia respiratoria, tanto crónica como agudizada. Por las limitaciones estructurales de nuestro Sistema Nacional de Salud, no habían alcanzado el desarrollo que realmente requieren y, en este sentido, la gran crisis sanitaria que ha supuesto la pandemia COVID ha puesto de manifiesto este importante déficit. Estos meses han demostrado que estas unidades (las UCRIs) son imprescindibles para el tratamiento de muchos pacientes con afectación grave, permitiendo aumentar su supervivencia y evitar estancias en la UVI (Unidad de Vigilancia Intensiva). Por este motivo nos hemos visto obligados a dotar de unidades de este tipo a la mayoría de centros, haciéndolo de forma apresurada y con un encomiable esfuerzo por parte de todos los profesionales implicados, particularmente los integrantes de las distintas unidades de neumología.
Una vez controlada la pandemia COVID, debe imperar la cordura y, tras la puesta en evidencia del importante déficit existente en nuestro sistema sanitario por la falta de estas unidades, resulta impensable que se prescinda de las estructuras desarrolladas y de la experiencia acumulada, sobre todo teniendo en cuenta el gran esfuerzo personal y material realizado en este sentido.
En definitiva, las UCRIs deberían haber existido antes de la COVID y, tras la evidencia generada por la pandemia, es imprescindible que se mantengan y potencien una vez que se controle esta situación para atender a un importante número de enfermos con insuficiencia respiratoria derivada de otras causas. Creo que es importante transmitir este mensaje a la sociedad y que seamos conscientes de este requerimiento de calidad asistencial en la mayoría de centros sanitarios. Al igual que sucede con otros graves problemas de salud, cualquier paciente que acuda a un centro hospitalario por una insuficiencia respiratoria agudizada debe tener la posibilidad de ser atendido en una UCRI liderada por neumólogos, tanto antes como durante o después de la COVID. Por la contundencia de la evidencia científica, debe ser una exigencia social.
-¿Hasta qué punto le preocupan los síntomas respiratorios del COVID-19 Persistente (disnea o ‘falta de aire’, tos, y la fatiga vinculada a todo ello)?
La información que tenemos sobre los efectos de la COVID a medio-largo plazo todavía es limitada. Resulta evidente que un importante número de pacientes persisten con sintomatología respiratoria varios meses después de resuelta la infección y, por ese mismo motivo, necesitamos disponer de consultas post-COVID que permitan un seguimiento minucioso de la repercusión respiratoria de la enfermedad, tanto desde la perspectiva de imagen (diagnóstico) como sobre la función respiratoria. La detección precoz de algunas secuelas de la COVID permite un tratamiento más intensivo que facilite su resolución.
No obstante, y desde una perspectiva del concepto de tranquilidad social, también creo importante destacar que, por la impresión acumulada hasta la fecha en distintos centros, parece evidente que la mayoría de pacientes que han sufrido COVID se recuperan favorablemente, sin desarrollar secuelas respiratorias, y logran reintegrarse en poco tiempo a su vida habitual.
-Otra de sus prioridades es ‘potenciar el liderazgo científico de SEPAR’ y trabajar por la renovación de esta Sociedad ‘de manera más participativa y transversal’.
Creo que SEPAR debe convertirse en el referente de elección en el campo de la salud respiratoria, tanto para la sociedad, como para la Administración y para los distintos profesionales. La composición de nuestra Sociedad respiratoria, que integra al mayor número de profesionales dedicados a las enfermedades respiratorias, con una contrastada capacitación profesional y un elevado liderazgo científico en la totalidad de las áreas de este campo, supone el mejor aval posible. En mi opinión, resulta necesario hacer aflorar estas grandes capacidades, permitir su reconocimiento y ponerlas a disposición de los distintos interlocutores. El rigor y la calidad científica y profesional suponen nuestro mejor aval y tenemos que hacerlas valer para que se consideren como referencia.
Al igual que sucede con cualquier organismo o sociedad, la renovación no es una opción, sino que constituye un requisito imprescindible para garantizar su pervivencia y mantener su vigor. Por tanto, necesitamos mantener una renovación constante de las estructuras de la Sociedad, para que el mayor número posible de socios pueda implicarse activamente en el devenir de SEPAR y sentirse partícipes de su gestión y actuaciones. Esto supone considerar a la totalidad de profesionales integrados en SEPAR y establecer circuitos que nos permitan detectar sus inquietudes y dar respuesta a las mismas.
-Su nombramiento como presidente electo ha tenido lugar en el marco del 53 Congreso Virtual de SEPAR, celebrado recientemente. ¿Dejando a un lado el COVID-19, qué avances o novedades diagnostico-terapéuticas se han conocido durante la reunión?
Realmente, el campo de la salud respiratoria está experimentando un avance muy acelerado en distintas líneas y ello supone un verdadero estímulo para todos nosotros y para la sociedad en general. Por ello, sería muy injusto destacar un único aspecto. En el Congreso se han puesto en evidencia avances importantes en el tratamiento de muchas enfermedades respiratorias de gran prevalencia, como son la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) o el asma, incluyendo en esos avances las terapias biológicas, que están teniendo un desarrollo creciente en esta última. También se han comunicado novedades muy importantes para entender la patogenia y el abordaje diagnóstico y terapéutico de los trastornos respiratorios del sueño. Asimismo, destacan aspectos muy relevantes del soporte ventilatorio avanzado, que tiene un campo de acción mucho más amplio en la COVID.
En el ámbito de la cirugía torácica, se han puesto de relieve innovaciones trascendentes en cirugía robótica o en los protocolos de cáncer de pulmón. Y, por supuesto, en el caso de enfermedades menos prevalentes pero de gran trascendencia sociosanitaria, como son las enfermedades vasculares pulmonares, las enfermedades intersticiales o la fibrosis quística, se han mostrado resultados muy esperanzadores con las nuevas terapias desarrolladas, que lamentablemente todavía no resultan accesibles de forma universal para todos los pacientes.
-La opinión pública, lógicamente, se ha centrado en los últimos meses en los efectos de la pandemia por COVID-19, pero… ¿estamos realmente concienciados sobre los efectos respiratorios de la contaminación atmosférica vinculada al cambio climático? ¿Hacia dónde deberíamos ir para cambiar tendencias en este ámbito?
Sinceramente, creo que todavía nos queda mucho por hacer en este campo. Todavía sorprende la existencia de cierto grado de escepticismo sobre el impacto que el cambio climático y la contaminación atmosférica tienen sobre la salud respiratoria e incluso sobre la salud del planeta. Por supuesto, necesitamos profundizar en el conocimiento científico de estos efectos y generar una mayor concienciación social y reconocimiento de su importancia. Pero también estamos obligados a establecer ya medidas de control que permitan frenar la progresión de este problema e intentar su regresión. Hay muchas líneas de actuación, tanto a nivel global como local, que no pueden esperar más tiempo para ser aplicadas. Por todo ello, hemos planificado que 2020-2021 sea el Año SEPAR por la Calidad del Aire, Cambio Climático y Salud.
-¿La lucha contra el tabaquismo se está ganando, o sólo se están ‘maquillando’ datos?
En mi opinión se está ganando, pero debemos ser conscientes de los problemas que todavía existen y hacer frente a nuevos retos cuya no resolución podrían hacer perder lo que se ha logrado avanzar en los últimos años. Ahora mismo, resulta incuestionable que hemos avanzado en el reconocimiento social de los efectos nocivos del tabaquismo y, al igual que en la práctica totalidad de los países avanzados, se ha desarrollado una legislación que nos protege -a los ciudadanos- de la exposición a este tóxico.
Sin embargo, existen diversos aspectos y situaciones de riesgo que todavía no han sido contemplados en la reglamentación jurídica y que resulta necesario que sean incorporados cuanto antes. Además, el tabaquismo juvenil es un problema que cada vez resulta más preocupante y los dispositivos electrónicos tipo e-cigars y similares también constituyen un peligro que es necesario poner de manifiesto. Por todo ello, creo que se ha hecho lo justo, pero resulta imprescindible seguir siendo muy activos en la lucha contra el tabaquismo y hacer frente a los nuevos retos que se plantean.