Redacción Farmacosalud.com
Un equipo de investigadores ha desarrollado un test cutáneo que permite valorar la respuesta inmunitaria celular que depende de los linfocitos T, un tipo de respuesta que, por su longevidad, es muy importante en la defensa frente a la infección por el coronavirus SARS-CoV-2, el patógeno causante del COVID-19. La prueba, fiable prácticamente al 100%, muy sencilla de realizar y de bajo coste en comparación con los actuales métodos que miden la reacción inmune-celular, podría ser muy útil a la hora de llevar a cabo esta clase de verificaciones en grandes poblaciones, como por ejemplo los ancianos que viven en geriátricos.
Ante las enfermedades víricas, el sistema inmune actúa de manera adaptativa mediante dos tipos de respuestas:
• Por un lado están las células B, que son las que producen anticuerpos. La respuesta de las células B, que constituye la rama inmunológica que se ha explorado de una forma más generalizada en estos meses de pandemia, depende de que, previamente, se haya producido una activación del sistema inmune a través de las principales agentes de producción de defensas, que son las células T.
• Esta segunda rama del sistema, la relativa a las células T, es la encargada de aclarar y eliminar los virus, que son patógenos intracelulares. Dependiendo del tipo de patógenos, se activa más una rama que otra.
En el caso de los virus, si bien los anticuerpos juegan un papel importante, sobre todo los que tienen capacidad neutralizante, la inmunidad reside de una forma más longeva y efectiva en las células T, es decir, perduran mucho más en el tiempo y además con la misma consistencia, algo que no ocurre con los anticuerpos, cuya concentración en sangre va disminuyendo conforme la fecha de infección se va dejando atrás.
Un simple pinchacito en el brazo
En aquellas personas que hayan pasado el COVID-19 de forma asintomática, o de forma leve, el pico de anticuerpos es menor, con lo que la capacidad de estas defensas de permanecer en el tiempo también es más corta (algunos meses). “En cambio, lo interesante de la respuesta celular es que permanece de una forma más estable en el organismo. Esto lo hemos medido nosotros con nuestra prueba cutánea, que sirve para investigar si alguien ha pasado o se ha enfrentado al coronavirus SARS-CoV-2 y, en consecuencia, ha generado una respuesta de sus células T. Mediante un pinchacito en el brazo, se introduce un fragmento del virus -una proteína recombinante viral- y, si ha habido una infección previa, las células T, que están acantonadas, van a reconocer de forma muy específica esa proteína en el brazo, lo que dará lugar a una reacción en forma de inflamación, enrojecimiento y un poco de hinchazón en el punto de inyección”, explica la Dra. Yvelise Barrios, médico especialista en Inmunología Clínica del Hospital Universitario de Canarias y primera firmante de dos estudios sobre el novedoso test cutáneo.
Existen pruebas similares para medir la respuesta inmune-celular frente a otras infecciones. La más clásica es la del Mantoux, que es un test de hipersensibilidad retardada. Se usa el término ‘retardada’ porque hay que esperar entre 1-3 días para observar la reacción, dado que los linfocitos T tienen que migrar desde los órganos donde están acantonados, en el ganglio periférico, e ir hasta la piel para reconocer la proteína frente a la cual ya se han enfrentado en una ocasión previa. Es entonces cuando se produce el enrojecimiento cutáneo.
Los resultados, en 1-3 días
Con respecto al COVID-19, el equipo de la Dra. Barrios publicó un primer artículo centrado en la aplicación de la prueba cutánea en personas que habían pasado la enfermedad. Posteriormente, publicaron un segundo estudio, en esta ocasión dedicado a validar el test en individuos ya vacunados frente al coronavirus. “En ambos casos, vimos que la medida de la respuesta celular se correlacionaba muy bien con la medida que teníamos más clásicamente analizada, que era la de anticuerpos frente a esta misma proteína. De ahí que nosotros propongamos usar el nuevo test, sobre todo porque es una manera muy fácil de poder verificar si las personas han generado inmunidad celular, que es una inmunidad más estable y que, además, tiene un significado biológico mayor que la producción de anticuerpos, tanto en personas que han pasado el COVID-19 como en aquellas que han sido vacunadas frente a dicha afección”, apunta Barrios.
Igual que en el test del Mantoux, los resultados de la novedosa prueba cutánea no son inmediatos, sino que tardan entre 1 y 3 días. Así, los pacientes son instruidos para que vayan examinándose el brazo y envíen a una aplicación fotos del punto de inyección cada 12, 24, 48 o 72 horas. Si luego observan alguna reacción tardía, también pueden enviar unas instantáneas sobre ella.
“Medir solamente los anticuerpos es una visión muy incompleta de la realidad”
Así pues, está claro que existe la posibilidad de que alguien no tenga anticuerpos porque éstos ya han hecho su función y han desaparecido, pero sí mantenga una evidente respuesta celular frente al COVID-19. De hecho, la respuesta celular por sí sola es suficiente para lograr una reinfección del COVID-19 más leve con respecto al primer o anteriores episodios de la patología. “La respuesta inmune-celular es sobre la que pivota todo el resto de la respuesta inmunológica, puesto que las células T, como el general del ejército que decide qué armamento se va a utilizar en una respuesta militar, en combate, son fundamentales a la hora de poder superar la infección”, señala.
Los anticuerpos se detectan con un test serológico, pero hasta el momento no se había desarrollado ningún método sencillo para comprobar la existencia de la respuesta celular. El análisis de la respuesta inmune-celular dependiente de linfocitos T se ha venido realizando en centros muy especializados que disponen del aparataje adecuado, que es muy específico y tremendamente costoso. Esto ha sido así hasta que ha entrado en escena la prueba cutánea desarrollada por el equipo de la Dra. Barrios.
“No se pueden medir solamente los anticuerpos porque, de ser así, nos quedamos con una visión muy incompleta de la realidad. El problema que tiene la medición clásica de la respuesta inmune-celular es que es un procedimiento complicado, ya que se necesita una extracción de sangre, someter a las células a una serie de procesos in vitro y luego medir una serie de citoquinas, etc. Por si todo esto fuera poco, estas pruebas de inmunidad celular in vitro son susceptibles de hacerse en pocas personas porque, generalmente, hay que trabajar de una forma muy artesanal, y, en cualquier caso, son unos test que no están disponibles en cualquier laboratorio”, detalla la Dra. Barrios.
Útil a la hora de decidir si hay que poner una tercera dosis del inmunógeno en trasplantados
“No obstante -afirma-, y aquí radica uno de los grandes avances que hemos aportado con nuestro trabajo, la prueba que proponemos es muy sencilla de aplicar y barata en cuanto a costes. El único inconveniente es que es una prueba positivo-negativo, es decir, no podemos medir cantidades (no se puede determinar si la protección celular frente al COVID-19 es baja, media o alta). Sea como fuere, nos parece una manera muy interesante de medir estos indicadores en grandes poblaciones, en colectivos que, de otra manera, no íbamos a poder analizar. Por ejemplo, el test nos sería muy útil en caso de tener que valorar la inmunidad de personas que viven en geriátricos y en las que un traslado a un centro de atención sanitaria es complicado por cuestiones de movilidad reducida”.
“También puede ser útil a la hora de decidir si hay que poner una tercera dosis del inmunógeno vacunal en pacientes trasplantados. Nuestro test viene a democratizar estos estudios de inmunidad celular que, de otra manera, sólo se pueden hacer en sitios muy sofisticados y a pocos sujetos”, sostiene la especialista en Inmunología Clínica del Hospital Universitario de Canarias. El equipo de la Dra. Barrios está pendiente de publicar un tercer estudio, en este caso centrado en pacientes con inmunodeficiencias, de quienes han analizado no solamente los anticuerpos y la respuesta inmune-celular a nivel in vivo, sino que también han evaluado la respuesta inmune in vitro. “Y los resultados que tenemos son realmente prometedores, porque vemos que la respuesta inmune-celular medida in vivo con nuestra prueba cutánea tiene muy buena correlación con la respuesta in vitro medida con estas técnicas mucho más complicadas y que no vamos a poder aplicar en grandes poblaciones”, afirma Barrios.
Según la experta, la prueba realizada en piel que determina la respuesta celular frente al SARS-CoV-2 tiene una fiabilidad de prácticamente el 100%. En análisis realizados en una población de individuos que habían desarrollado el COVID-19, únicamente hubo una persona que diera negativo en la prueba cutánea (la dedicada a detectar respuesta inmune-celular, que es muy longeva) y, en cambio, diera positivo en el test de anticuerpos (defensas mucho menos duraderas). En este caso, se comprobó que la respuesta de las defensas no se había producido frente a la denominada proteína S, sino frente a otras proteínas, algo que resulta ser muy infrecuente. La proteína S se erige como el antígeno inmuno-dominante, razón por la cual ha sido elegida como inmunógeno en las vacunas antiCOVID. “Por lo tanto, sólo en casos muy extraños, en aquellos en los que no se hubiera producido respuesta inmune frente a la proteína S, o esa reacción se hubiera perdido con el tiempo, no detectaríamos dicha respuesta inmune”.
Un test válido para pacientes con un nivel bajo o nulo de anticuerpos
Uno de los objetivos que se había marcado el equipo de la Dra. Barrios era lograr que los pacientes con Inmunodeficiencias Primarias, quienes generalmente presentan un nivel bajo o nulo de anticuerpos, tuvieran una alternativa válida y sencilla para poder verificar si habían enfermado o padecido la enfermedad COVID-19. A la postre, esta prueba cutánea también ha servido para comprobar el efecto de la vacuna anticoronavirus en esas personas.
Tras la práctica de las pruebas cutáneas y mediciones in vitro de la respuesta celular, se vio que estos pacientes no tenían defensas en forma de anticuerpos, si bien muchos de ellos presentaban respuesta inmune-cutánea y, asimismo, una respuesta inmune-celular medida in vitro. De todo ello se desprende que el novedoso test permite saber si las personas con déficit inmunitario han generado una respuesta inmunológica tras haber sido vacunadas frente al COVID-19, cosa que hasta el momento, con los test de anticuerpos, no se podía saber porque esos pacientes están aquejados de enfermedades que les impiden tener anticuerpos. “En aquellos casos en los que no vemos respuesta inmune-celular, nos podríamos plantear llevar a cabo un refuerzo de la vacunación”, indica la Dra. Barrios.
Bibliografía
• Barrios Y, Franco A, Sánchez-Machín I, Poza-Guedes P, González-Pérez R, Matheu V. A novel application of delayed-type hipersensitivity reaction to measure cellular immune response in SARS-CoV-2 exposed individuals. Clin Immunol. 2021;226:108730.
• Barrios Y, Franco A, Sánchez-Machín I, Poza-Guedes P, González-Pérez R, Matheu V. The Beauty of Simplicity: Delayed-Type Hypersensitivity Reaction to Measure Cellular Immune Responses in RNA-SARS-Cov-2 Vaccinated Individuals. Vaccines. 2021:9, 575.