Redacción Farmacosalud.com
La Sociedad Española de Nefrología (S.E.N). y la Sociedad Española de Enfermería Nefrológica (SEDEN) han acordado con el Ministerio de Sanidad un protocolo de actuación para proteger frente al coronavirus a los pacientes en diálisis y a los profesionales que los atienden. Dicho protocolo contempla una serie de medidas y precauciones que abarcan desde el transporte de los pacientes hasta su ubicación en las salas de diálisis pasando por la protección de los profesionales sanitarios y las instrucciones de limpieza y desinfección.
Entre las medidas más destacadas, el documento establece la necesidad de reducir al mínimo el número de trabajadores sanitarios y no sanitarios en contacto directo con pacientes en diálisis con sospecha o confirmación de COVID-19. Con este objetivo, añade, “los trabajadores de estas unidades deberán ser asignados garantizando que sean los mismos los que interactúen en los cuidados de estos pacientes”, por lo que, “en la medida de lo posible, no se deben producir rotaciones de personal asignado”.
Se recomienda, siempre que sea posible, el traslado en vehículo propio
Asimismo, en relación con el traslado de los pacientes, el protocolo limita a cuatro el número de pacientes sin COVID19 que pueden compartir ambulancia para llegar a las unidades de diálisis y recomienda, siempre que sea posible, el traslado con un familiar en vehículo propio, “tratando de evitar el transporte colectivo”. Para los pacientes infectados se prevé en cambio, siempre que sea posible, el traslado en ambulancia individual con separación física de la cabina del conductor. De no haber medios para ello, se contempla la organización del transporte de tal manera que se trasladen de forma conjunta a estos pacientes por un lado y a los pacientes sanos por otro.
Se evitará, asimismo, la permanencia de los pacientes con COVID19 en la sala de espera mediante un ajuste del horario de la sesión. Si no fuese posible, estos pacientes estarán separados al menos 2 metros en todas las direcciones en relación a otros pacientes. Y si hay más de un caso, se programarán a estos pacientes en el mismo turno.
Igualmente, de ser posible se designará una sala específica aislada físicamente para dializar a estos pacientes. Y si hay más de un paciente con sospecha o confirmación de COVID-19, se contempla la posibilidad de su aislamiento en una sala para dializarlos simultáneamente en puestos próximos y por el mismo personal. De no poder dedicarse una sala específica aislada físicamente para estos pacientes, el protocolo contempla que el tratamiento de estos enfermos se deje para el final de la jornada, ubicándolos en el fondo de la sala donde exista un menor tráfico y flujo de personal y garantizando en cualquier caso una separación mínima de dos metros en todas las direcciones en relación a otros pacientes. En el caso de sujetos ingresados, siempre que sea posible, se dializarán en su habitación con plantas de agua portátiles.
El documento, que insiste en las medidas y equipos de protección que deben tener los profesionales asignados a estos enfermos, pretende limitar al máximo el número de personas que entren y salgan de las salas donde hay pacientes contagiados, prohibiendo expresamente las visitas y el acompañamiento de familiares durante su estancia en la sala de diálisis. Finalmente, el protocolo contempla las medidas para la detección nuevos casos entre los pacientes y establece que todos los confirmados serán registrados y comunicados según los procedimientos establecidos en cada comunidad.
Manejo farmacológico de trastornos psicóticos
Ocho de las sociedades de referencia en el abordaje y seguimiento de los pacientes pluripatológicos y/o con patologías crónicas —Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, la Sociedad Española de Medicina Interna, la Sociedad Española de Neurología, la Sociedad Española de Psicogeriatría, la Sociedad Española de Medicina Geriátrica, la Sociedad Española de Psiquiatría y la Sociedad Española de Psiquiatría Geriátrica— presentan el documento ‘Manejo farmacológico de trastornos psicóticos en personas mayores con tratamiento de la infección por COVID-19: interacciones y recomendaciones terapéuticas’, dirigido a resumir las principales interacciones que se producen entre los fármacos prescritos para el tratamiento de los trastornos psicóticos y los fármacos que se están empleando para tratar a los pacientes con COVID-19. El documento marca patrones de interacción de forma visual a fin de anticiparse y hacer frente a recaídas y descompensaciones o agudizaciones que requieran atención urgente.
El documento aborda específicamente el uso de psicofármacos en personas mayores pero sus conclusiones, especialmente en lo referente a las interacciones, podrían ser extrapoladas a población más joven. Además, señala que el contexto epidemiológico actual hace que ‘se den circunstancias en el ingreso de las personas con infección por coronavirus que hacen muy difícil o imposible tanto el abordaje no farmacológico como la prevención del delirium e incluso su diagnóstico precoz, ya que el aislamiento, la imposibilidad para la estimulación sensorial, la incapacidad para establecer estrategias de comunicación y reorientación a la realidad, así como la incapacidad también para mitigar el estrés emocional con la ausencia de cuidadores, hacen que la incidencia de trastornos de agitación, inquietud psicomotriz, agresividad o psicosis sean frecuentemente esperables”.
Faltos de ensayos clínicos
Aunque la prevalencia de la esquizofrenia es del 1% de la población general y se debe tratar a los pacientes hasta el final de la vida, también “hay personas que inician un cuadro psicótico por encima de los 60 años” y se dan casos de personas mayores con depresión y síntomas psicóticos, trastornos bipolares y esquizoafectivos. De hecho, la segunda enfermedad que más frecuentemente produce síntomas psicóticos en el ser humano es la demencia, que afecta al 18% de las personas de 75 a 79 años, al 26% de las personas de 80 a 84 años y hasta al 45% de las personas de más de 85 años. Junto a ella, el delirium que aparece en mayor medida en las personas mayores con vulnerabilidad cerebral puede producir síntomas psicóticos graves, disruptivos, frecuentes, y de difícil manejo en el entorno del ingreso hospitalario por descompensación clínica aguda.
Uno de los factores relevantes es el hecho de que ‘aunque existan unas u otras indicaciones oficiales, no se corresponden siempre con la realidad de la verdadera utilidad de los distintos fármacos en sus potenciales indicaciones, dada la dificultad para la realización y/o ausencia de ensayos clínicos en población mayor’. Por este motivo, ‘el documento pretende ayudar al clínico a tomar decisiones sensatas y lo más informadas posibles para esta frecuente y demandante encrucijada clínica, en una situación de incertidumbre, pero de necesidad de respuesta asistencial’, según se apunta en la presentación del propio documento.