Redacción Farmacosalud.com
Se acerca el mes de agosto, uno de los períodos del año en que más se viaja en avión debido a las vacaciones. Aunque eso debería ser motivo de relax para quienes disfrutan de un merecido descanso, en ocasiones volar no es ni un relax ni tampoco un descanso, sino más bien todo lo contrario: se calcula que un 13,19% de la población tiene miedo a volar, mientras que un 14,42% de sujetos manifiestan niveles de malestar significativos al viajar en avión, si bien no pueden considerarse individuos fóbicos[1]. Uno de los casos más paradigmáticos de la ‘aerofobia’ (miedo a volar) es el del exfutbolista holandés Dennis Bergkamp, quien incluyó en un contrato la no obligación de viajar en avión en los desplazamientos que tuviera que realizar el equipo[2]. A la hora de buscar soluciones frente a este tipo de pánico, el doctor Carles Lupresti, psiquiatra y fundador-director del Instituto Lupresti (Barcelona), apuesta por recurrir al “sentido común y no pretender matar moscas a cañonazos ni matar elefantes con pistolitas de agua”, dado que recientemente se ha generado “una moda antimedicación que está dificultando el acceso incluso al uso prudente de los psicofármacos”. Por lo tanto, el uso de fármacos puede ser uno de los recursos a tener en cuenta para combatir el miedo a volar, según se desprende de las palabras del psiquiatra.
¿Existe un perfil de paciente ansioso? ¿O bien un ataque de pánico puede manifestarse en cualquier persona, incluso en la más tranquila? De acuerdo con el facultativo, “la primera aparición de una crisis de pánico puede aparecer sin desencadenante aparente o inmediato. Los perfiles pueden ser muy diversos. La crisis puede aparecer en personas sin especiales complicaciones y, en algunos casos, puede parecer más un trastorno neuroendocrino que un trastorno psiquiátrico propiamente dicho, si bien los que estamos entrenados para tratarlo somos los psiquiatras y psicólogos”.
En la mayor parte de las ocasiones, el miedo o pánico a volar responde a un cuadro de agorafobia, es decir, se acompaña de muchos otros síntomas. “Sólo una pequeña proporción de afectados responden a una experiencia traumática o miedo a no tener el control; son estos precisamente los que tienen el perfil adecuado para beneficiarse de los cursillos para perder el miedo a volar. En cambio, los pacientes con agorafobia tienen que abordar este problema en un contexto mucho más amplio de síntomas y el tratamiento debe ser individualizado, preferentemente”, describe Lupresti.
Gran utilidad de maniobras de distracción tipo juegos en tablets y mandalas
Por norma general, los pacientes que sufren ansiedad a la hora de coger un avión padecen síntomas anticipatorios relacionados con la activación: sudoración, taquicardia, dificultad respiratoria en forma de suspiros e hiperventilación, hormigueos en manos y pies, calor/frío, etc. A nivel cognitivo, suele aparecer un deseo irrefrenable de huir o bien de sentirse acompañados. “En muchos casos es muy útil lo que denominamos maniobras de distracción, tales como juegos en tablets, mandalas y conversaciones. Todo ello logra disminuir la ansiedad a niveles aceptables en bastantes casos”, comenta el psiquiatra. Según el nivel de gravedad de la aerofobia, algunos pacientes pueden llegar a mostrar un cuadro de agitación y de cierto descontrol ante una intensa sensación de miedo que no pueden comprender. En el otro extremo se puede encontrar a personas que, “gracias a una buena gestión de los ansiolíticos, logran reducir la ansiedad y disfrutar del viaje”, afirma el doctor Lupresti.
Según el experto, “tanto para los cuadros graves como para los leves debe asesorarte un profesional y disponer de los recursos que se correspondan con el nivel de ansiedad que sufre cada uno. Debe imperar el sentido común y no pretender matar moscas a cañonazos ni matar elefantes con pistolitas de agua. Una corriente reciente de una saludable preocupación por la alimentación natural y la evitación de tóxicos en general ha generado una moda antimedicación que está dificultando el acceso incluso al uso prudente de los psicofármacos, lo que supone la prolongación de mucho sufrimiento en balde”.
“La evitación, la ‘mejor’ manera de cronificar el miedo enfermizo”
Por otro lado, hay gente -como el mencionado exfutbolista- que recurre a la solución de no coger nunca un avión para evitar enfrentarse a ese miedo incontrolable. A este respecto, el doctor se muestra contundente: “Evitar es la ‘mejor’ manera de perpetuar y cronificar el miedo enfermizo. No queda otra que buscar la ayuda de un profesional que tenga presente que el primer objetivo del tratamiento es que aprendas a desarrollar el valor suficiente para hacer frente al miedo invalidante”.
Bien. Supongamos que una persona decide no evitar la ‘amenaza’ que supone volar diciéndose a sí misma ‘voy a subir a ese avión, voy a subir a ese avión, voy a subir a ese avión…’ y entonces, de golpe y porrazo, le sobreviene, previamente al embarque o bien en pleno vuelo, un atisbo de crisis de ansiedad. ¿Qué recursos existen para superar ese cuadro? “Creo que debe distinguirse -explica Lupresti- entre dos situaciones: aquellos pacientes que ya están bajo la supervisión de un profesional, y aquellos que no han encontrado todavía el dispositivo terapéutico adecuado. En el primer caso, seguro que el profesional que les trata habrá personalizado diferentes recursos para hacer frente a esta situación, recursos que irán cambiando en la medida en que el paciente vaya mejorando progresivamente. Para los que no han encontrado todavía este recurso, lo más fácil es buscar maniobras de distracción (como las apuntadas anteriormente: juegos en tablets, mandalas, conversaciones, etc). Aquellos que dominen técnicas de relajación de cualquier tipo deberán esforzarse en ponerlas en práctica. En cualquier caso, deberán asumir un cierto grado de sufrimiento durante el transcurso del viaje. Aunque de gran efecto, desaconsejo el uso del alcohol para calmar la ansiedad”.
Miedo a no tener escapatoria mientras se viaja en avión
En los últimos 60 años, los índices de seguridad aérea en el mundo han mejorado un 50.000%, en un periodo en el que el número de vuelos no ha dejado de crecer exponencialmente[3]. De hecho, es muy habitual leer o escuchar la frase ‘la aviación sigue siendo el medio de transporte más seguro’[4], en especial poco después de que se haya producido un accidente de tráfico aéreo. Con todo, hay personas que siguen teniendo fobia a volar, mientras que en otro tipo de transportes, como el coche o el tren, esta clase de miedos no suelen manifestarse. “La reacción fóbica no responde a la lógica racional. La ansiedad fóbica de tipo situacional domina el pensamiento de tal forma que se realizan unas evaluaciones que en nada se corresponden con el mundo objetivo; la ansiedad fóbica responde a otra lógica, guiada por un miedo desmedido y, en este caso (el de viajar en avión), responde al miedo a no tener escapatoria, fundamentalmente. En los otros casos este miedo está atenuado gracias a una fantasía de control de la situación, es decir, en el caso del coche creemos que por conducir tenemos un gran control de la situación, mientras que en el tren la visión del paisaje y la movilidad dan una cierta sensación de escape y genera mucha menos ansiedad”, aduce el especialista.
En la mayor parte de los casos, incluso en aquellos leves, medicar puntualmente al paciente antes del viaje en avión “suele ser muy útil”, opina el director del Instituto Lupresti. “Debe tenerse presente que toda ayuda farmacológica tiene sentido en la medida en que te ayuda para la próxima ocasión”, o sea, ayuda a afrontar de nuevo el problema “o bien con menos dosis o bien sin medicación. La buena comunicación entre médico y paciente para este tipo de intervenciones es fundamental”, añade.
Por cierto, cabe destacar que un fármaco para el mareo puede interaccionar “especialmente con ansiolíticos. En cualquier caso, tu médico te aconsejará cuál es la medida más prudente atendiendo a tu sensibilidad a las sustancias y a la dosis que estés tomando. La experiencia con estos medicamentos es muy importante para determinar el consejo justo, es decir, las consecuencias de dicha interacción dependerán de la dosis y de la sensibilidad individual. Cuando hablamos de interacciones siempre recomiendo prudencia”, enfatiza Lupresti.
Referencias
1. Tortella-Feliu M., Fullana M.A. ‘Prevalencia, dimensiones y vías de adquisición en el miedo a volar en avión’. Revista de Psicopatologla y Psicología Clínica 2000. Volumen 5. Número 1, pp. 13-26. Difusión online: Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología (AEPCP)
2. Wikipedia. ‘Dennis Bergkamp’
3. Asociación de compañías españolas de transporte aéreo (ACETA). ‘La seguridad del transporte aéreo’
4. Entrenamientos Aeronáuticos Las Américas (ENALAS). Portal web.