Redacción Farmacosalud.com
La nefrolitotomía percutánea es una intervención quirúrgica mínimamente invasiva que se realiza básicamente para el tratamiento de cálculos renales de gran tamaño o con localización anatómica compleja. La nefrolitotomía percutánea es una innovadora práctica para curar a pacientes que tienen cálculos de gran tamaño o muy complejos en el interior del riñón o aquellos residuos de cálculos que se detectan después de la litroticia extracorpórea, tratamiento no quirúrgico para tratar los cálculos en los riñones y el uréter, han indicado desde el Hospital Universitario de Bellvitge (l’Hospitalet de Llobregat, en Barcelona).
La principal ventaja de la nefrolitotomía es que no se realiza ningún corte en el paciente, salvo una pequeña incisión para crear, bajo control radiológico y ecográfico, un trayecto percutáneo de un centímetro de diámetro hasta el riñón. Así, se puede introducir material endoscópico y visualizar los cálculos a tratar. Muchas de estas piedras son de tal envergadura que, según varios expertos del centro hospitalario, “si el riñón mide de diez a doce centímetros de largo, el cálculo a tratar puede llegar a ocupar más de la mitad del citado órgano”, aseguran los expertos. “Tras la visualización, los cálculos se fragmentan mediante energía neumática / láser, para extraerlos posteriormente con un menor tamaño, a través del trayecto creado, quedando el riñón libre de litiasis al final del procedimiento”, añaden. En unos días, el paciente es dado de alta, “a veces con algún analgésico y prácticamente nada más”, la mayoría de veces en 48 horas.
Las complicaciones postquirúrgicas en cálculos renales, cosa del pasado
El Dr. Carlos Torrecilla (adscrito al Hospital de Bellvitge) recuerda que hasta que se introdujo esta técnica en el Hospital de Bellvitge, los pacientes eran operados “a cielo abierto, de mayor invasividad y complicaciones, desde la necesidad de realizar frecuentes transfusiones sanguíneas hasta la pérdida del riñón, pues era necesaria una incisión de catorce centímetros, la apertura del riñón para evacuar los cálculos y su posterior cierre”. Además, el especialista del hospital precisa que en algunos casos “debíamos realizar una segunda intervención debido a la posibilidad de que apareciese una hernia postoperatoria”. Así, los ingresos hospitalarios superaban los diez días, junto a las molestias y el dolor que padecía el enfermo por la gran incisión practicada en la operación.