Redacción Farmacosalud.com
La Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP) apuesta por considerar a toda mujer fértil ‘como potencialmente embarazada’ cuando un profesional prescriptor le recete un fármaco. “Este concepto es interesante porque muchas mujeres se enteran de que están embarazadas de forma posterior a la toma de algún medicamento, siendo en el primer trimestre de gestación cuando puede haber potencialmente más daño (para el feto). Por todo ello, a la hora de prescribir un tratamiento a una mujer en edad fértil, el profesional debería tener en cuenta siempre la posibilidad de que la mujer pueda estar embarazada, de la misma manera, por ejemplo, que se tiene en cuenta cuando se va a hacer una radiografía”, indica a www.farmacosalud.com Ana Díez Alcántara, miembro de SEFAP y farmacéutica de Atención Primaria (AP) de la Dirección Asistencial Noroeste de Madrid.
Desde SEFAP se destaca que hoy en día ‘aún’ hay una ‘limitada información’ sobre la seguridad de los medicamentos durante el embarazo. De acuerdo con Díez Alcántara, “la información que tenemos sobre la seguridad de los fármacos es limitada ya que, por cuestiones éticas y legales, no se pueden realizar estudios que evalúen el riesgo y/o seguridad de los fármacos durante el embarazo. La información disponible al respecto procede de estudios epidemiológicos o de estudios realizados con animales de experimentación, con las limitaciones que esto conlleva. Es un problema de falta de evidencia científica, no un problema de acceso y difusión de una información que es relativamente aceptable”. Así pues, ante una gestante, a nivel ético y legal no es posible -hablando de pruebas con medicamentos- realizar ensayos clínicos, “que son los que nos darían una mayor información; los datos que tenemos actualmente son epidemiológicos, de la experiencia en la práctica clínica, que son más limitados”, precisa.
El trabajo médico multidisciplinar, un proceso vital para la gestante
La frecuencia con la que se usan fármacos durante el embarazo, unida a la limitada información existente sobre la seguridad de los mismos durante dicha etapa vital, ha llevado a la SEFAP a alertar de la necesidad de que, una vez conocido el embarazo, se lleve a cabo una revisión de los medicamentos que la mujer consumía con anterioridad a la concepción, tanto en lo referente a su medicación crónica como en lo relativo a la que hubiese consumido en la periconcepción, para evitar posibles problemas de seguridad que puedan afectar a la salud de la madre y del feto.
“En caso de tener que utilizar medicamentos en el embarazo, siempre es necesario valorar la información y la evidencia existente sobre el fármaco prescrito, individualizando en cada caso el beneficio/riesgo y considerando además que la omisión del medicamento puede ser también desfavorable para la embarazada”, sostiene a través de un comunicado la farmacéutica de AP de la Dirección Asistencial Noroeste de Madrid.
Para la miembro de SEFAP, “lo ideal” sería que la revisión de los fármacos tomados con anterioridad al embarazo, además del posterior asesoramiento y seguimiento farmacológico de la mujer encinta, fuera llevado a cabo por un equipo multidisciplinar: “El médico de familia tiene un papel fundamental por ser la puerta de entrada al sistema sanitario y conocer toda la historia integral del paciente. Por este motivo, debería ser un profesional formado e implicado en este sentido. El farmacéutico de AP, en esta línea, puede apoyar a nivel técnico al médico de Atención Primaria fomentando la formación de estos profesionales en este ámbito y colaborando en la revisión de los tratamientos”.
“El ginecólogo -prosigue Díez Alcántara en su apuesta por la multidisciplinariedad- tiene un papel fundamental por ser la persona responsable del seguimiento del embarazo y sus posibles complicaciones". En caso de que la paciente tenga una enfermedad crónica, es también imprescindible la implicación del médico responsable de dicha patología a la hora de evaluar el grado de control y, si fuera necesario, a la hora de hacer alguna modificación terapéutica mientras se realiza el seguimiento. "Enfermería, desde el enfoque de cuidados, también es necesaria en el proceso… Es imprescindible un equipo multidisciplinar que actúe de forma coordinada, y apoyándose”, detalla.
“Cualquier fármaco podría potencialmente producir alteraciones congénitas”
Según una encuesta realizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de un 86% de las mujeres embarazadas consumen algún medicamento durante los nueves meses de gestación, siendo el promedio de fármacos consumidos por mujer embarazada de 2,9. La OMS, por otro lado, alerta especialmente sobre el alto porcentaje de automedicación sin ningún tipo de control médico, que es lo que puede acarrear más riesgos. Si bien Díez Alcántara afirma no tener datos concretos acerca de la automedicación en mujeres encintas en España, sí que apela a un estudio multinacional transversal llevado a cabo en Europa, América del Norte y del Sur y Australia que incluyó a 9.459 pacientes entre octubre de 2011 y febrero de 2012, en el que se registró “un uso de medicamentos de venta libre en un 66,9%”, lo que “demuestra la importancia de la polimedicación en este grupo”.
La incidencia de malformaciones congénitas mayores en los recién nacidos se estima en torno al 3%, de las cuales alrededor de un 5% estarían relacionadas con el uso indebido de fármacos, sobre todo en periodos cruciales del embarazo como la primera semana de gestación o el período de formación de los órganos vitales, que engloba de forma aproximada los dos primeros meses de embarazo.
“Cualquier fármaco podría potencialmente producir alteraciones congénitas. En principio, las dosis más bajas se asocian a un menor riesgo, aunque éste no desaparece. Por eso, si es necesario un tratamiento siempre se recomienda utilizar la menor dosis posible y durante el menor tiempo posible. Hay algunos medicamentos -de los que se tiene ya más información por la experiencia de uso, como por ejemplo el paracetamol- que se pueden considerar relativamente seguros en el embarazo. Aun así, en estos casos siempre se recomienda, como hemos comentado, utilizarlos únicamente si están justificados, con la menor dosis posible y el menor tiempo posible”, señala la experta.
En definitiva, desde SEFAP se recomienda evitar -siempre que sea posible- la prescripción de fármacos durante el primer trimestre de gestación, ya que es el más delicado y en el que existen mayores posibilidades de malformación fetal. Díez Alcántara subraya asimismo la importancia de informar a las pacientes gestantes sobre “los riesgos que puede conllevar la automedicación” para su embarazo. A su juicio, también es crucial el “trabajo de vigilancia” que hay que llevar a cabo para poder detectar la posible aparición de complicaciones al pautar un medicamento. Por último, destaca la necesidad de informar a las embarazadas y sus parejas de la existencia del Servicio de Información Telefónica para la Embarazada (SITE), del Instituto de Salud Carlos III, que a través del teléfono 91 822 24 36 atiende cada año alrededor de 5.000 consultas al año sobre mujeres embarazadas expuestas a potenciales factores de riesgo para el desarrollo embrionario/fetal.
Relación entre edad media de la maternidad y medicación para patologías crónicas
Luego está el problema de las patologías crónicas. De hecho, se estima que alrededor del 5% de las mujeres gestantes tienen que seguir tomando algún medicamento que ya consumían de forma previa al embarazo para el tratamiento de alguna enfermedad crónica. “Esta situación puede haberse incrementado en los últimos años por el notable incremento de la edad media de la maternidad en los países desarrollados”, revela la representante de SEFAP, quien aconseja -en esos cuadros de dolencia crónica- “planificar la concepción” con el fin de contar con asesoramiento médico previo para, en el caso de ser posible, “modificar el tratamiento pautado antes del embarazo y permitir así una mejor evaluación y un mejor control de su efectividad y de su eficacia”.
En resumidas cuentas, en aquellas gestantes que tienen este tipo de enfermedades, y en las que es necesario continuar con la medicación porque existe un mayor riesgo tanto para la madre como para el feto si se suspende, es importante realizar un asesoramiento previo al embarazo que permita evaluar el tratamiento y modificarlo, si es necesario. “El seguimiento por parte de un equipo multidisciplinar formado por el especialista que lleva la enfermedad, el ginecólogo y los profesionales de Atención Primaria es fundamental para garantizar un buen control y seguimiento en todos los niveles”, comenta la especialista.
Por cierto… siempre se habla de los riesgos de causar daños al feto por culpa de la medicación, pero nunca se habla -o se habla poco- de lo que le ocurre a la madre cuando deja de tomar una medicación durante la gestación para proteger así a su futuro bebé. Dicho de otro modo: ¿qué secuelas puede sufrir la mujer cuando es gestante y también cuando ya ha dado a luz, en ambos casos por no haber tomado dicha medicación cuando estaba embarazada? A este respecto, Díez Alcántara contesta lo siguiente: “Es importante transmitir la idea de que no siempre hay que suspender el tratamiento de una mujer embarazada, y que unas determinadas patologías no tratadas no sólo pueden poner en peligro la salud de la madre sino también la del bebé. Hay que individualizar en cada caso, hay que hacer una evaluación del beneficio/riesgo de continuar con el tratamiento. Las secuelas o riesgos de suspender un medicamento dependerán de la patología que se presente”.
Desde SEFAP se enfatiza, finalmente, la relevancia de fomentar desde la consulta médica la adherencia al tratamiento. “Es fundamental transmitir a la madre que una enfermedad crónica no tratada o mal tratada puede poner en riesgo su salud, pero también la de su bebé”, concluye la experta.