Redacción Farmacosalud.com
La conocida como dieta FAFO (Flexible and Friendly for the Overweight) se sustenta en la ingesta de alimentos similares a los de la dieta mediterránea, pero con el rasgo diferencial de que se tiene en cuenta la profesión, la actividad física, el lugar de procedencia, las costumbres y las posibilidades económicas del consumidor, además de tener presente también a su entorno familiar. Así pues, de todo ello se deduce que uno de los rasgos más característicos de este régimen es su flexibilidad, de ahí que el Dr. Rafael Gómez y Blasco, miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), minimice el hecho de realizar algún exceso alimentario durante las fiestas navideñas en caso de que el comensal de turno esté siguiendo los parámetros FAFO. En otras palabras, que nadie que esté sometido a una dieta elástica debe rasgarse las vestiduras por pasarse un poco con la comida durante estas fechas.
“Un problema importante es que seguimos manteniendo en nuestra mente, como en la época de nuestras madres y abuelas, la mentalidad de la posguerra… que definimos como esa marca en nuestro disco duro que nos influye en la voluntad de comer grandes cantidades de alimentos en casi todos nuestros festejos y actividades lúdicas como las Navidades, Semana Santa, etc”, explica desde www.farmacosalud.com el Dr. Gómez y Blasco, a su vez experto en Endocrinología, Metabolismo y Nutrición y director académico de la Federación Centroamericana y del Caribe de Obesidad y Metabolismo (FECCOM).
No consumir dulces navideños entre horas, para evitar así los picos de insulina
Preguntado por una pauta FAFO navideña para una familia de dos cónyuges y un hijo que vivan en España y que sean sedentarios, el facultativo prefiere responder en un tono más general, indicado para todo tipo de consumidores: “debemos primar -si podemos- como primeros platos las buenas ensaladas, sin descartar, por supuesto, los entremeses con embutidos, quesos, etc., pero debemos controlar nuestra cantidad de consumo proteico, esto es, carnes, pescados, huevos, mariscos… así como también controlar la cantidad y el momento de la ingesta de nuestros maravillosos dulces navideños, los cuales siempre deben ser consumidos al final de la comida, no entre horas para evitar los picos de insulina. Los momentos puntuales, como es el caso de las fiestas navideñas, son etapas muy cortas. La dieta FAFO, como las dietas flexibles, es un estilo de vida a largo plazo, con lo cual tampoco debemos culpabilizarnos ni sufrir en exceso por algún extra que nos permitamos durante estas fechas”.
Este régimen nutricional ha sido reivindicado en el transcurso del XIX Congreso de la SEEDO, celebrado recientemente en Sevilla. Pero, a pesar de que la dieta FAFO ya tiene 25 años de historia, la verdad es que es poco conocida entre el gran público. Para el Dr. Gómez y Blasco, una de las posibles razones de tal semidesconocimiento es la “presencia de gran cantidad de dietas de moda, las ‘fad diets’, que ofrecen una rápida pérdida de peso pero que siempre se caracterizan por su poca salubridad y su constante rebote. Otra causa importante es que no es un régimen comercial, sino un cambio en el estilo de vida y en el aspecto nutricional y psicológico y en la actividad física, todo ello acompañado de una aplicación básicamente científica y académica”.
Una dieta que combate la obesidad
Volvamos a los condicionantes propios de cada seguidor de la dieta FAFO, centrándonos, por poner un ejemplo -y yendo más allá de los que son las Navidades-, en una persona de origen español (no tiene procedencia extranjera) que vive en Madrid, es oficinista y los fines de semana pasea por la montaña una media de dos horas. ¿Qué menú estándar le iría bien por su perfil personal? “Una de las curiosidades de esta terapia es que es flexible, contextualizada y de precisión, por lo que nunca está generalizada. Este tipo de casos, o similares, los vemos mucho en nuestra consulta. La idea fundamental es realizar cinco comidas al día, en las que se incluya un desayuno con café, té o leche con carbohidratos complejos en forma de pan integral y, si es posible, alguna proteína. Tanto a media mañana como por la tarde, es el momento para poder tomar fruta o bien un bocadillo o incluso alguna de estas tortitas de arroz o cereales tan de moda. O una ración moderada de frutos secos”, precisa el especialista.
“La parte fundamental, y que por supuesto no es estándar -prosigue-, es la utilización de comidas de puchero o de cuchara con carbohidratos complejos, preferiblemente legumbres (cocido madrileño, lentejas guisadas, etc.) ajustando las cantidades en cada caso (es aquí cuando valoramos si existe un exceso de peso o es un chico en crecimiento, si se trata de una mujer embarazada, etc.) Por la noche no se deben eliminar los carbohidratos y las proteínas son fundamentales, particularmente en el sexo femenino”.
Otro de los puntos fuertes del abordaje FAFO es su probada eficacia a la hora de hacer frente a la obesidad, ya que permite superar algunas de las limitaciones y dificultades que plantean a corto y, sobre todo, a medio y largo plazo, otros regímenes destinados a la pérdida de peso. Y es que, según defiende a través de un comunicado el Dr. Gómez y Blasco, “este cambio de hábitos es fácil de llevar a cabo cuando se hace guiado por manos expertas; sin duda, cuando se realiza adecuadamente permite a una persona perder kilos, con una cantidad aproximada de entre medio y un kilo a la semana”.
Favoreciendo la adhesión al régimen dietético-terapéutico
Las dietas flexibles como la FAFO favorecen la adhesión al régimen dietético y terapéutico, que es uno de los objetivos más complicados de alcanzar, tanto para los profesionales que lo impulsan como para los pacientes que intentan culminarlo. “A veces estamos de espaldas a la realidad de la persona que viene por un problema de peso y le recomendamos una serie de pautas en su día a día que muchas veces son imposibles de realizar. Fundamentalmente, por el precio desorbitado de los productos, la dificultad enorme en la preparación de los alimentos y el poco tiempo con el que cuenta en la actualidad la mayoría de nuestros conciudadanos para preparar su comida y a veces la de su familia. Además, para muchos resulta un gran problema el hecho de apuntarse a un gimnasio o pensar en un entrenador personal, puesto que, en algunas ocasiones, todo ello está muy lejos de sus posibilidades económicas; lo mismo sucede con el aspecto psicológico, que debemos reforzar de la manera más adecuada para cada uno de nuestros pacientes”, comenta el miembro de SEEDO.
El Dr. Gómez y Blasco defiende la implantación de la dieta FAFO en países latinoamericanos, donde el problema de la obesidad ha crecido de forma vertiginosa. La prevalencia de este problema metabólico no ha parado de aumentar en los últimos 30 años, especialmente en Latinoamérica, así como en Norteamérica y Europa. Desde 1980 la prevalencia mundial del sobrepeso se ha multiplicado por dos y, actualmente, se estima que en el mundo hay 671 millones de personas obesas. “Su crecimiento es claramente exponencial y todas las campañas, mensajes e informaciones que hemos realizado no han dado sus frutos”, aclara el director académico de FECCOM.
Los incrementos en las tasas de sobrepeso se deben principalmente a cambios rápidos en el sistema alimentario, particularmente por la disponibilidad de alimentos y bebidas ultraprocesados y baratos en los países de ingresos bajos y medios, en combinación con reducciones importantes de la actividad física (en el trabajo, transporte, hogar e incluso el ocio), derivadas de la introducción de tecnologías de ‘ahorro’ de actividad.
Una pauta alimenticia que puede ser seguida por el resto de la familia
La dieta FAFO, asimismo, -y ello la hace novedosa- es que puede ser seguida por el resto de la familia. En este régimen se incluyen comidas ‘normales’ de nuestra zona de origen o convivencia, lo que posibilita disfrutar de los platos típicos regionales o que por costumbre forman parte de nuestros hábitos diarios; en este caso, “sólo es preciso ajustar ciertas cantidades en los alimentos y mantener unas pautas muy sencillas y abiertas para la preparación y cocción de los mismos, de manera que resulten muy agradables para el paladar”, sostiene el galeno.
¿Ahora bien, qué ocurre si un miembro de la familia dice que no se queda saciado y, dado que tiene más hambre, repite platos de la dieta FAFO cada dos por tres? “Este tipo de pauta -contesta el experto-, que ya lleva más de 25 años en el mercado, se caracteriza precisamente por permitir que una familia variopinta en relación al peso, la edad o su estado de salud pueda practicar una alimentación muy cercana a sus costumbres y con productos no necesariamente hipercalóricos. Con la misma base alimenticia, uno de los miembros de la familia puede estar perdiendo peso y otro puede estar generando masa muscular, como sucede con muchos de nuestros chicos jóvenes en la actualidad”.
Una manera de comer muy ventajosa en entornos económicamente desfavorecidos
En la reunión de la SEEDO se ha puesto el foco también en las múltiples posibilidades que la dieta FAFO ofrece para entornos sociales con pocos recursos económicos. El problema es que, en la actualidad, y en el caso concreto de España, las frutas y las verduras -típicos productos de la dieta mediterránea- se han encarecido mucho debido a la sequía y otro tipo de factores, como son los de índole sociopolítica. “Efectivamente -asiente Gómez y Blasco-, siempre existe un motivo (la guerra de Ucrania, la pandemia, la inflación…) para el encarecimiento de los alimentos más cercanos a la dieta mediterránea”.
“En el caso de las frutas y verduras, tenemos que trabajar con las de temporada. En el grupo de los pescados, la variabilidad entre una formidable y a veces carísima merluza y una mucho más asequible caballa, o la humilde sardina, puede resultar algo adecuado para nuestros intercambios; las legumbres son una fuente enorme de proteína y, como hidratos de carbono complejos, previenen el cáncer de colon, mejoran la estabilidad de la glucosa y la insulina y disminuyen los niveles de colesterol y triglicéridos. Lo mismo podemos decir de nuestro maravilloso aceite de oliva, que, si es necesario, puede ser reemplazado por aceite de orujo de oliva, o bien algún aceite de girasol, maíz o canola”, expone el especialista en Endocrinología, Metabolismo y Nutrición.
En definitiva, que la dieta FAFO ha sido largamente evaluada por los más eminentes grupos de antropólogos, sociólogos, psicólogos y expertos en recursos humanos, además de contar con la opinión positiva de experimentados especialistas en Endocrinología y Nutrición, Psicología y actividad física, entre otras disciplinas. Avalada por multitud de trabajos científicos nacionales e internacionales, esta pauta alimentaria “tiene todos los ingredientes para convertirse en una dieta de referencia y de moda”, afirma el portavoz de SEEDO.
‘Juntos más fuertes’
Por otro lado, en el marco del Congreso Nacional de Obesidad se han celebrado dos mesas redondas tituladas ‘Juntos más fuertes’, actividades que han contado con la participación de eminentes figuras latinoamericanas de FECCOM y España, como los Drs. Ricardo Luna, Margarita Nuila, Graziamaria Zacapa, César Cornejo, Carmen Lucas y Rafael Tomás Cardoso. En dichas sesiones se ha puesto de relieve la gravedad económica que va asociada a la obesidad y la importancia de que las autoridades actúen y colaboren en este ámbito. Además, junto a ellos, el Dr. Gómez y Blasco, Albert Lecube y Mar Malagón han liderado un curso específico para las autoridades políticas y sanitarias de Latinoamérica, con excelentes resultados. De hecho, en este foro se ha transmitido la relevancia de reconocer al sobrepeso como una enfermedad y de adquirir un compromiso institucional para adoptar acciones para su prevención y tratamiento.
En este contexto, resulta aleccionadora la labor que está desarrollando la SEEDO desde España: “conocer los planes y estrategias que están abordando otros países y sus previsibles resultados desde el punto de vista sanitario y económico facilita la elaboración de un plan de acción a corto, medio y largo plazo para detener el incremento de las tasas de obesidad en Latinoamérica y el Caribe”, argumenta Gómez y Blasco.